Los gustos y los caminos
Los Azogues de Alicia Clara

Alicia Alonso Badía se despidió de Tánger a través de su pequeño espejo de tocador. Fue solo un instante, mientras se corregía la línea de rímel que perfilaba sus ojos, cuando la luz blanca y azul que nos regalara Matisse se reflejó en los azogues de un espejo, que luego dejaría ir al mar... César Serrano
Fue desde la cubierta de Nuestra Señora de África, el buque en el que regresaba a España desde una ciudad a la que había amado intensamente, y en la que amó y fue amada con la fuerza y el fuego de los volcanes. “Los besos, como los volcanes, siempre los he querido en llamas”, decía cada vez que hablaba del amor.
Estamos en su casa de Traslasierra asomándonos a un mar de encinas. “Aquí –me dice– el amor, su fuego, su fuerza volcánica solo lo alcanzo a través de los azogues de la memoria. Cuánta, cuánta libertad en aquellos días de noches interminables, en aquella ciudad sin extranjeros del Tánger internacional…”. Y entonces acude a los poetas, a los poetas de ahora, a Álvaro Valverde, a su Más Allá, Tánger, y declama los versos del poeta: “Te espera otra ciudad pero es en vano: estás seguro de que salir de Tánger no es posible”. Sí, quedan lejos aquellos días de fuego en los besos, los días perfumados de especias en el Zoco Chico, los de olor a tinta recién impresa en la Librairie les Colonnes, los aromas a té en el Café Hafa. ¡Ay el Hafa, tan preñado de palabras, de conversaciones...!
Fue una de esas noches, y en uno de esos bailes, cuando se dejó arrastrar por un hombre de ojos negros que le dijo al oído ser un príncipe de Alepo, de nombre Ali Bey. Con él bebió champán francés; con él bailó toda la noche; con él se hizo nómada a través de un torso que invitaba al viaje de las caricias. Esto fue ya en una elegante habitación del Gran Hotel Continental, perfumada de jazmín, que se asomaba a un mar azul y en calma, y donde cada beso era un volcán en llamas, y aún hoy cree sentir cómo sus pechos adquieren la firmeza del basalto. Sí, aún hoy, como cuando era niña sigue soñando con subirse a la gran lámpara y descubrir entre las mil y una máscaras la mirada penetrante de su Ali Bey. “Tenemos que regresar a aquel sur, a aquella ciudad que tal vez ya no exista, que tal vez ya no sea mi ciudad”. Sobre la mesa en la que compartimos un té perfumado con hierbabuena, un diario madrileño anuncia en sus páginas la cesión del Teatro Cervantes al reino de Marruecos.
Harira
Ingredientes: ½ taza de lentejas o garbanzos, carne de cordero picada, 1 cebolla picada, 1 taza de tomates triturados, 1/2 taza de apio, 1 cucharadita de jengibre, azafrán, 1 cucharadita de mantequilla, 1/2 cucharadita de pimienta, 1/2 litro de agua, 1 taza de harina, 50 g de tomate concentrado, 1/2 taza de fideos, 1 taza de perejil y cilantro picado.
Elaboración: Ponemos en una olla las lentejas o los garbanzos, la carne troceada, la cebolla, los tomates, el apio, el jengibre, el azafrán y la mantequilla. Salpimentamos y cubrimos de agua. Cocemos a fuego suave. Para la salsa diluimos la harina, batimos, añadimos el tomate concentrado. Mezclamos y ligamos con la harina. Removemos. Añadimos los fideos y removemos. Dejamos 10 minutos y, al final, añadimos perejil y cilantro.
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