Me apunto al carro

Si el fenómeno de la comida a domicilio y sus múltiples versiones (desde pizza recién horneada hasta japo de la esquina pasando por prodigiosas ideas como La Nevera Roja y sus hermanos gemelos) ya nos habían dejado sin excusas y sin la necesidad de hacer cola en el coche para recoger el Big Mac (me encantan los McAutos), ahora la cocina tiene ruedas. Literalmente, el chef se sube al carro para buscar al cliente, le convoca por redes sociales, se dan cita en plazas públicas, descampados, avenidas o parques. De repente, el cocinero se convierte en camionero, se va de bolos, se hace kilómetros con el fogón a cuestas. Tardaba en llegar a España esta moda tan divertida como deliciosa y cuando lo ha hecho, ha arrasado, nos ha invadido. Ahora todo es street food y food truck. Como siempre, no tenemos término medio. El concepto es simple: brindar una experiencia gourmet en cualquier esquina. Te lo contábamos hace un año. La regulación legal llega con retraso, ya se sabe, siempre tan pendientes de la actualidad, todavía están autorizando las churrerías de la feria. Se apuntan a la moda los personajes más variopintos, desde chefs reputados con estrellas en la solapa hasta jóvenes emprendedores que dudaban entre la licencia de taxi o hacer muffins en una furgoneta. Y como la gastronomía está de moda, a poner un food truck, tuneado, divertido, colorista. Recuerdo con asombro como este micro-negocio me sorprendía en sus inicios, nos divertía desde la  gran pantalla en películas como El Chef. De eso no hace tanto y ahora hasta mi suegra se toma una cerveza y un snack en el mostrador de un camión alimenticio mientas la recena de la boda de mi amiga se sirve en uno de estos puestos itinerantes. La realidad nos muestra que esta fresca hostelería tiene todavía mucho recorrido… si las autoridades dan permisos y bendición, claro. De momento, de MadrEat al cielo el último finde de mayo o en Mérida del 13 al 15, por ejemplo. Sin duda, una nueva vuelta detuerca al duro, pero glamuroso negocio del comer.