A Quinta da Auga, un merecido descanso al final del camino

Cuando Luisa García y José Ramón Lorenzo deciden comprar esta antigua fábrica de papel del siglo XVIII, su vida cambia y se centra en la cuidadosa restauración del edificio. El sueño de convertir esas ruinas en un hotel de lujo va tomando forma y, tras seis duros años, en 2009 abren las puertas de sus 59 coquetas habitaciones. Puertas de castaño, suelos de roble, calefacción radiante bajo nuestros pies... Cada habitación se decora con mimo y de manera única, creando un verdadero ambiente de estancias de una gran casona de campo, con ese aire atlántico, algo nostálgico, que impregna todo el recinto. Como valores añadidos, un circuito hidrotermal, sauna, baño turco, salas de masajes y un magnífico restaurante cuya labor “espiritual” recae en el chef Federico López Arcay, un joven que ha querido recuperar tradicionales recetas gallegas y darles un pequeño enfoque afrancesado que no oculte el valor imponente de las materias primas de la zona.

Mil cosas que hacer

Organizado

Este hotel, que también se ha especializado en acoger bodas, ha construido toda una oferta lúdica alrededor del vino. Situado en plena zona vitícola de Rías Baixas, organiza periódicas catas de vino en sus salones y realiza visitas a múltiples bodegas de la zona.

Situación estratégica

A escasa distancia de Santiago, permite un retiro sin perder de vista la ciudad. Del mismo modo, el entorno frondoso y su ubicación en un meandro del río dentro de una finca de más de una hectárea, da a este hotel una privacidad y unas posibilidad de senderismo que completan la escapada.

Cocina con sentido

Federico López Arcay es el responsable de dar forma a la oferta culinaria de este paraíso perdido. En su cocina impera la naturalidad, el producto local y matices de alta cocina francesa. El restaurante Filigrana, abierto también al público no alojado en el hotel, ha querido construir una carta muy gallega pero diferente: materias primas 100% de la tierra tratadas desde perspectivas inusuales. Sus tres productos imprescindibles: la ternera gallega de pequeñas granjas de confianza, el pulpo y el bonito de temporada, que incluso elabora con aliños asiáticos. Su “experiencia gastronómica” (menú degustación) de seis platos tiene el sugerente precio de 45€.

Ciudad foodie

Santiago de Compostela se muestra hoy radiante desde el punto de vista gastronómico. Las ofertas se han multiplicado y han tomado caminos sorprendentes en calidad y diversidad. Desde la pequeña cocina de Abastos 2.0, junto a su indispensable mercado; un ribeiro (incluso en taza si es necesario) en el casco antiguo pasando por marisquerías como Barra Atlántica o estrellas Michelin como la que engalana el bar de tapas de Marcelo Tejedor, la ciudad del peregrino es una alternativa gourmet de primer orden. En esa línea, Filigrana ofrece una divertida actividad: una mañana de compras con su chef en el mercado buscando y adquiriendo los productos que luego cocinará el propio Federico para ellos.