Las chicas del bar
La mixología en femenino plural

Una nueva generación de bartenders españolas conquista los primeros puestos en los certámenes de coctelería internacionales y rompe con los estereotipos masculinos que imperan en el sector. Las mujeres mandan tras la barra. Álvaro López del Moral
¿Quién dijo que dentro del mundo del destilado no había espacio para las mujeres? Desinhibida y sin complejos, una nueva generación de bartenders femeninas está decidida a romper con los estereotipos imperantes hasta ahora en el sector de la mixología nacional, y acumula un premio detrás de otro mientras demuestra todo su potencial creativo desde el otro lado de la barra. Las grandes firmas se las rifan y ellas se dejan querer, haciendo suyo el estribillo de aquella vieja canción cuyos intérpretes afirmaban, con cierta machaconería bravuconil, que las chicas son guerreras.
Pero es que eso, como mínimo, es lo que puede decirse de la barcelonesa Adriana Soley, quien a sus 22 años acaba de alzarse con el primer puesto del concurso Mediterranean Inspirations 2012 by Gin Mare, desbancando olímpicamente al australiano Perryn Collier y la británica Dee Ann Quinones, que consiguieron el segundo y el tercer premio del certamen. Lejos de jugar en su contra, para Adriana –en cuyo éxito tuvo mucho que ver un cóctel elaborado a partir de agua con sal marina y hojas de pino-, la condición femenina supone un valor añadido dentro de un gremio cuyo núcleo duro sigue estando constituido por una mayoría abrumadora de varones. “El ser chica hoy es un plus en este sector”, dice la catalana, “porque las marcas, además de profesionalidad, también buscan una imagen adecuada, que es algo en lo que nosotras ganamos por goleada”.
Igual de categórica se manifiesta María Mayora, vigente campeona estatal del Caorunn Storytellers Cocktail Callenge y segunda en la versión internacional del mismo campeonato, celebrado en Edimburgo, Escocia -donde deslumbró al jurado gracias a una técnica depurada y a la desbordante imaginación empleada en su copa Beltane (a partir de St. Germaine, licor de plátano verde, ginger ale, limonada de rosas y una base de ginebra, con decoración de caviar de manzana)-. Esta vizcaína de 28 años de edad, en cuyo trabajo el gas constituye un elemento imprescindible, está acostumbrada a desenvolverse dentro de lo que considera “un mundo de hombres” y asegura sin reparos encontrarse cómoda en él. “No solo no he tenido jamás un problema con nadie, sino que me siento muy mimada por mis compañeros”, aduce María. “Aunque, al final, lo que prima es la profesionalidad y la capacidad creativa de cada cual”.
Producto nacional… ¿bruto?
El camino recorrido por las mujeres hasta llegar a la coctelería en España ha sido largo y tortuoso. De ello podría dejar constancia Laura Reverte Fontanals, quien a su condición de habitual en la mayoría de concursos nacionales de coctelería une ahora su puesto en la secretaría de la Asociación de Barmans de Madrid. Como la mayoría de sus compañeras, Laura, mujer emprendedora donde las haya, llegó al combinado procedente del mundo de la hostelería, “en unos tiempos en los que nuestra presencia en los bares estaba particularmente mal vista, por aquello de que el trago largo se asociaba con la mala vida y los horarios intempestivos”. Sin embargo, lejos de arredrarse, ella decidió apostar por el producto nacional y especializarse en el arraigo del pacharán y el orujo, lo cual le granjeó en determinados círculos el apelativo de La Dama del Aguardiente, e hizo que se le abrieran de par en par las puertas de ceremonias tan prestigiosas como la Lady Drink Competition italiana o el Concurso Regional de Coctelería de Madrid, entre otros muchos certámenes.
Recogiendo su testigo, la joven Carla María Fernández Soto se hizo acreedora el pasado año del primer premio de este último. Allí fue la única representante de su sexo entre más de dos docenas de aspirantes, lo que permite hacerse una idea al mismo tiempo del excelente nivel de nuestras profesionales y de lo incipiente que aún resulta la escena mixológica femenina en España. Abulense de nacimiento, Carla, que ejerce de Brand Ambassador para la casa Bulldog Gin, se confiesa una defensora del cóctel-aperitivo y lanza su particular órdago jugándoselo todo a la carta del short drink. De hecho, debe su triunfo en el citado Concurso Regional de Coctelería de Madrid 2012 a una de estas especialidades, a la que puso por nombre Mar Rojo y en cuya composición figuraban vodka Krakus, Aperol, St. Germain y Bitter de Flor de Azahar.
Con formación académica
Pero si se pretende comprobar el interés despertado por la coctelería entre las damas solo es preciso acudir a academias como la madrileña The Cocktail Room, que ofrece todo tipo de talleres, así como la posibilidad de actividades team building y equipamiento especializado. Yurema Rebollo se ocupa de su departamento de formación. Según asegura esta vitoriana, cuya capacidad profesional corre pareja con su juventud y simpatía, en los últimos meses se ha experimentado un incremento cercano al 20% de la demanda femenina de cursos. “Es difícil hablar de porcentajes”, explica Yurema, “aunque en los últimos tiempos hemos percibido que ellas vienen mucho más dispuestas que antes. Y no solo se inclinan hacia los módulos de iniciación, sino que también parecen sentirse predispuestas por los más avanzados e, incluso, se interesan por la coctelería molecular. Yo diría que sienten una curiosidad natural por todas las posibilidades que entraña un buen combinado”.
“Se trata de buscar el equilibrio empleando música, olfato y recuerdos”, asegura Federica Famoso, cuyo currículum podría resumir el de toda su generación, al compaginar una acreditada formación con un nivel de experiencia que la sitúa a la altura de los mejores bartenders. Federica, que oficia en el madrileño Eccola Kitchen Bar, apuesta por dar un servicio personalizado y encuentra la inspiración en las materias primas recién llegadas a nuestro mercado. “Podemos hablar de un resurgir de la coctelería”, asegura, “pero creo que habría que ampliar espectro buscando maridajes gastronómicos y mirándonos en los nuevos destilados, donde todavía queda un mundo por descubrir. Porque en la vida,” concluye, “igual que en los combinados, el secreto está en la mezcla”.


