Beaune navarro

El Monasterio de La Oliva subasta 14 barricas de su vino

Jueves, 15 de Septiembre de 2016

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Los monjes cistercienses de esta abadía de Carcastillo han recuperado una tradición elaboradora tras más de una década sin actividad, y parte de su cosecha 2015 se ha vendido en una subasta para recaudar fondos y continuar elaborando. Redacción Sobremesa

Por primera vez tras más de diez años sin actividad vitivinícola, los monjes del Monasterio de la Oliva en la localidad navarra de Carcastillo elaboraron 34 barricas de su cosecha 2015, a partir de sus 24 hectáreas de viñedo con tempranillo, cabernet sauvignon, merlot y garnacha. Ha sido el vino elaborado a partir de esta última variedad el que los monjes han subastado para sufragar los gastos del monasterio y sus actividades vitícolas, durante una puja que tuvo lugar el pasado 19 de agosto en el Monasterio. Un total de 14 barricas de vino se adjudicaron por un precio de 2.900 euros cada una, en una jornada similar a la que realizan en la Borgoña los Hospices de Beaune, cuyos dominios vitícolas sirven como sustento para generar ingresos que luego se destinan a la mejora de sus instalaciones, donde se cuida de enfermos sin recursos y se acoge a viajeros.

 

[Img #11036]Esta ha sido la primera subasta del vino de los monjes, que también se comercializa bajo la marca Monasterio de la Oliva en la tienda de la abadía, y durante la puja estuvieron presentes el actual presidente del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Navarra (a la que están acogidos los vinos), David Palacios, la ex presidenta de este mismo organismo, Pilar García Granero, y el bodeguero alavés Juan Carlos López de Lacalle (Artadi, Laguardia), quien también posee una bodega en Navarra, Artazu (en la imagen de portada).

 

El vino monacal fue presentado por el Padre Daniel Gutiérrez Vesga, quien se remontó a documentos antiguos donde ya los padres fundadores de la orden hablaban del trabajo en el campo, en el que se incluía la viticultura: “En este entorno, digamos, casi mágico, desarrolló el Císter el cultivo sereno de los viñedos y el reposo confortable, enriquecedor, de los grandes vinos de Europa. Hoy los monjes de La Oliva nos hemos planteado el reto de recuperar esta tradición, pero atentos al sucederse enriquecedor de los tiempos en “Una tradición con futuro”, comentó.

 

El vino, describen desde el monasterio, es una garnacha “de color intenso y gran profundidad”, con bordes “vivos marcando claramente su juventud. Aromáticamente la garnacha marca el paso con sus aromas anisados… eucalipto… de gran intensidad. Un vino serio y especiado con notas discretas de madera fresca.”

 

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