Subastas de vinos
Vino para el mejor postor
Etiquetada en...

La incorporación al entorno virtual facilita el acceso de coleccionistas y aficionados a las subastas de vino, posibilitando un sinfín de alternativas y convirtiéndose en una interesante opción económica. Álvaro López del Moral
Si desea localizar esa edición limitada que lleva tanto tiempo buscando o pretende desprenderse de esa colección de botellas aparentemente inservible que guarda usted en su sótano, no desespere, porque tal vez la suerte se oculte tras una subasta online o una venta abierta tradicional. Al grito de ¡Adjudicado!, el mundo de las pujas internacionales puede llegar a suponer una importante inyección económica para particulares y establecimientos de hostelería abocados al cierre, así como una oportunidad de oro con vistas a aficionados y coleccionistas que escudriñan en el mercado joyas enológicas a precios de saldo.
Democratizado y sometido a los designios de la corriente global, el negocio de las subastas, antaño considerado propio de una casta privilegiada, permite hoy al aficionado acceder desde su ordenador a una oferta variopinta, en la que cabe de todo: desde la venta de la bodega de elBulli siguiendo los métodos presenciales de toda la vida –10.000 vinos de 1.600 referencias diferentes que serán ofertados próximamente por Sotheby’s en su flamante tienda neoyorquina– hasta la subasta online practicada por Christie’s, que acaba de incorporarse al mercado digital con una venta de Lafite y Latour 1982, champagnes, oportos añejos y añadas antiguas de dos vinos legendarios de California: Harlan Estate y Screaming Eagle, por la que se obtuvieron el pasado mes de agosto más de 750.000 dólares.
España no se subasta
Se mire por donde se mire, la puja al alza sigue siendo una tendencia vigente en el mercado del vino, aunque dentro de nuestro país no cuenta con demasiada tradición. Para este sector hay dos capitales claves: Nueva York y Londres. Es en esta última ciudad donde se presta una atención especial al vino español, realizándose veladas monográficas a cargo de grandes casas, en las cuales suelen cotizar las firmas de mayor notoriedad: L’Ermita, Pingus, viejas añadas de Riscal (un Marqués de Riscal Vintage 1900 fue vendido por Christie’s en 2008 por 1.800 libras), Murrieta, todos los grandes jereces, con prioridad para los olorosos de González Byass. Y, claro, Vega Sicilia, cuyo Único 1968 puede preciarse de ostentar el récord de precios del vino español, al haber alcanzado en 2011 un total de 7.475 libras esterlinas (133.630 euros) por un lote de diez botellas.
Sin embargo, en el proceloso circuito internacional de la puja estos nombres emblemáticos son solo peras contadas, si los comparamos con la opulencia de los productos franceses. Buena prueba de ello la encontramos en The Liquid Gold Collection, un lote de Château d’Yquem compuesto por 40 mágnum y 128 botellas de litro, con el que la casa Christhie’s rompió la baraja subastera al conseguir por su venta un precio de 1.040.563 dólares, ofertados por un comprador asiático durante una subasta celebrada en 2010 en su filial de Hong-Kong. Es el signo del dinero, que no entiende de colores ni de tendencias políticas.
Sin albergar semejantes pretensiones, si se considera usted en posesión de algún lote tentador –salvo en casos realmente excepcionales, las botellas nunca se venden por unidades– y está decidido a desprenderse de él, sepa que tiene por delante un largo camino pavimentado de faxes, e-mails y portes asegurados, que deberá recorrer junto al contacto en España de la matriz subastera (Sotheby’s y Christie´s son las que se reparten la mayor porción de pastel) sin perder de vista que, al final del mismo, puede estarle esperando una suculenta trasferencia o un cheque con muchos ceros. Pero no se vuelva loco: lejos quedan ya los tiempos en que un Château Lafite Rothschild de 1787 llegaba a alcanzar en subasta la friolera de 120.500 euros, pagados a tocateja por el Sr. Charles Forbes (sí, el Forbes de las finanzas). O aquellos días en que el estadounidense Lloyd Flatt, un ingeniero aeronáutico capaz de regar con Dom Pérignon las hamburguesas con queso que ingería para cenar, conseguía vender las 1.500 botellas que integraban su colección por más de 600.000 dólares.
Tiempos de sobriedad
De acuerdo con los vientos que soplan, hoy se impone la austeridad. Una tendencia que ha llegado a cambiar incluso la fisonomía de las salas de subastas, donde ya no queda espacio para grandes cortinones ni muebles de estilo art déco. Alejándose de la imagen proporcionada por Hollywood, en lugares como el Zachys-Christie’s de Nueva York solo hay lugar para un director de subasta, dos o tres pujadores profesionales pegados al teléfono y algunos curiosos desperdigados por la tarima. Todo es rápido, directo y funcional, sin el menor sentido del protocolo ni del espectáculo. No hay que olvidar que se trata de una mera transacción y de esta forma es como piensan afrontar la venta de sus vinos. Así que más vale que deje los sentimentalismos aparte y vaya mentalizándose. Porque las otras opciones son mucho menos románticas: subastas itinerantes con fines supuestamente benéficos o ferias de alimentación como el Salón del Gourmet de Madrid, donde se han celebrado algunas pujas de añadas viejas españolas con resultados económicos que, en el mejor de los casos, solo podrían calificarse como de deficitarios.
Cuando se llega a este punto, resulta muy aconsejable estar informado sobre la cotización que mantienen en subasta los grandes vinos del mundo, para alcanzar un acuerdo sobre el precio mínimo de salida. En este sentido, las revistas Wine Spectator o el mensual británico Wine –y, por supuesto, Sobremesa– incluyen unos cuadernillos que pueden resultarle útiles. También hay que tener presente que la empresa subastera percibirá una comisión posterior sobre el total de la venta, cifrada normalmente en torno a un 10%, aunque este extremo debe ser concretado antes de la operación. Una vez realizadas dichas consideraciones y ya instalado en la sala de pujas, solo le queda rezar, creer en la bondad de los desconocidos y confiar en que la conciencia cósmica lo mire con simpatía en el momento en que el mazo resuene contra la mesa.
Apto para la puja
Pero, entretanto, una insidiosa pregunta surge de nuestras cabezas: ¿cuándo un vino trasciende su condición de mero elixir placentero para transformarse en objeto susceptible de subasta? La respuesta la da Cristiano De Lorenzo, relaciones públicas de la agencia londinense Christie’s: cuando ellos lo estimen apropiado. “Para ser incluido en el catálogo de Christie’s es necesario superar antes el examen de nuestros especialistas en enología, que aplican unos baremos muy estrictos en cuanto a longevidad, conservación, ensamblaje, historia de la bodega y otras muchas peculiaridades”, explica. “Una vez superadas dichas pruebas, el lote en cuestión es incorporado también a nuestra sección online; a partir de aquí, existen cuatro formas diferentes de acceder a la subasta: la sala tradicional, con toda su emoción y tensión inherente. Christie’s Live, nuestro servicio de licitación en línea, por el cual puede usted pujar por cualquier producto a través de un simple click. Mediante la oferta telefónica o, simplemente, por escrito, usando los written bids, una opción que constituye la mejor manera de garantizarse el anonimato.”
A pesar de la volatilidad experimentada en los últimos años por los mercados financieros, podría decirse que el vino sigue constituyendo un valor de venta seguro. Así lo considera De Lorenzo, para quien este producto no solo se ha mantenido al margen de las fluctuaciones económicas, sino que en estos últimos meses el equipo de su empresa está registrando un considerable incremento de los precios. De la misma opinión es Serena Suttcliffe, Master of Wine de la casa Sotheby’s, quien asegura que 2011 ha sido el segundo mejor año en cuanto a volumen de ventas de las más de cuatro décadas de existencia de su sección de vinos. Igualmente, ambos coinciden en la sorpresa que ha supuesto la incorporación al entorno digital de las subastas de vino. “El pasado mes de agosto realizamos nuestra primera subasta online, con más de 440 licitantes inscritos, entre los cuales había más de 100 clientes nuevos”, explica De Lorenzo. “Tras el éxito alcanzado nuestro equipo se complace en presentar ahora una segunda subasta, exclusivamente online, de vinos raros y de muy alta calidad. Se trata de 600 lotes individuales que pueden ser previsualizados en nuestra web, cuya puja dio comienzo el pasado 16 de octubre. La inscripción está abierta a todos los clientes del mundo y el pago se realiza mediante tarjeta de crédito, dentro de las 48 horas siguientes al cierre de cada venta”.