César Serrano

Los gustos y los caminos

Don Manuel

Domingo, 09 de Octubre de 2016

Cuando llega octubre, y siempre en sus primeros días, Maurici Anglesola García saca de una vieja maleta un traje blanco que el tiempo ha ido tintando del color de la nicotina, lo sujeta sobre una percha de madera que cuelga de un clavo, y mientras se rasura la barba de días y perfila su bigotito gris, espera que desaparezca el olor a alcanfor... César Serrano

Maurici Anglesola consume sus días o, como se le escucha decir, sus últimas horas, que en esto del fotre nunca se sabe, en los baretos del Raval. A primera hora, carajillos de Aromas de Montserrat, como aquellos que en los buenos tiempos le servían en las madrugadas junto al Jaume Sisa; al mediodía, vinazos indescriptibles para acompañar algún plato del día, y ya a la tarde, lo que caiga, y siempre a costa de quien caiga. Mientras, va contando a quien le quiere escuchar su vida.

 

“Yo fui chulo de la mejor puta de Barcelona –me espeta con una copa de absenta en la mano–, una mujer por la que perdí el sentido, una mujer de la que el comandante de la Sexta Flota americana pronunciaba su nombre al llegar a casa en América mientras le daba un beso a Mary, su mujer. Yo le até los machos al mejor torero que ha parido aquesta terra, don Joaquín Bernadó. Yo le puse sobre más de una pista al gallegón de Carvalho hasta que don Manuel decidió mandarnos a todos al carajo y sin previo aviso desde Bangkok. Yo pude ser un gran hombre, y creo que lo fui en mis primeros años de ingeniero textil en la Fabra y Coats, pero Lolita era mucha Lolita y eso me perdió, eso y el pinchazo que se me llevó la pierna, que nunca sabré que fue lo peor, si perder la cabeza por Lolita o que el macarrón que se la llevó me dejara incapaz de por vida, ya no de atar los machos a algún subalterno en El Oriente, sino ni tan siquiera de cuidar de alguna vieja pupila. Tan solo al cabrón de Carvalho le vino bien mi desgracia, los limpias vemos y escuchamos muchas cosas, y él siempre pagó bien un buen soplo”, me cuenta.

 

“El 18, todos los 18 de octubre desde que se nos fue Don Manuel, concelebramos una misa en su memoria a las puertas ya cerradas de Casa Leopoldo en donde aún parecen preñar el aire los aromas de su rabo de buey. Después, el Marsella, el Pastís… y ahí acudimos el Biscuter, el Carvalho y un servidor, y le digo que si no estoy en las novelas es porque le pedí discreción a don Manuel. Sí, ya no quedan mujeres como Lolita ni toreros como don Joaquín Benardó ni comunistas como don Manuel Vázquez Montalbán”.


 

 

 

Rabo de buey

 

Ingredientes

 

Un rabo de buey, 1 vaso de vino tinto y otro de blanco, 2 puerros, 2 zanahorias, 2 tomates, 1 cebolla, 1/2 cabeza de ajo, 6 granos de pimienta, 2 clavos, 1 hoja de laurel, 100 gramos de harina, aceite y  1/2  litro de caldo de carne.

 


Elaboración

 

Salpimentamos, enharinamos los trozos de rabo y los vamos friendo hasta que estén dorados y reservamos. En la olla, pochamos las hortalizas; luego añadimos los trozos de rabo, vertemos el vino, llevamos a fuego fuerte hasta evaporar y a añadimos el caldo. Tapamos la olla, bajamos a fuego medio-bajo durante una hora. Finalizamos el plato apartando los trozos de rabo y pasando por batidora las hortalizas junto al caldo que nos ha quedado. Mezclamos esta salsa y el rabo. Hervimos a fuego suave 15 minutos.

 

 

 

 

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