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Cuesta de Patas, eco paraíso rural en territorio Manchuela
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En el pueblo conquense de Campillo de Altobuey se encuentra este lugar donde desconectar en sus habitaciones sin televisión, nadar en su piscina a medianoche o evadirse tomando alguno de los vinos que se esconden en su bodega. Teresa Álvarez. Imágenes: Archivo
Hay lugares que destacan por su ubicación, por su esmerada cocina o por sus impresionantes instalaciones. Cuesta de Patas se halla en un pequeño pueblo conquense, en plena Manchuela. Un lugar encantador con decenas de rutas y caminos que recorrer. La restauración, casera, está basada en productos ecológicos, desde la carta de vinos hasta la mantequilla del desayuno. La casona, rodeada de 10 ha, reúne gusto y comodidad, detalles y jardines exuberantes. Pero la magia de Cuesta de Patas son sus propietarios. Juan y Mari Carmen, Mari Carmen y Juan, una pareja que abandonó la vida cosmopolita, la intensidad laboral de proyectos como la fundación de la empresa de software Meta 4, para iniciar una nueva vida. “Construimos de la nada esta gran casa de campo para disfrutarla en familia y con amigos. Pasados unos años nos dimos cuenta de que necesitábamos compartirla con huéspedes, hacer de nuestra casa su casa” afirma Juan Vera.
Dirección: Ctra. de Paracuellos, km 0,5. Campillo de Altobuey. Cuenca. Tel.: 609 108 763.
Compartiendo cena
Una de las mayores singularidades de Cuesta de Patas es su mesa compartida. Como si se tratase de amigos invitados, las comidas y cenas se realizan en común, lo que permite entablar una conversación con el resto de los clientes, siempre bajo el hilo conductor de los propietarios, que cocinan y sirven la mesa como verdaderos anfitriones de lujo. Esta norma no escrita no se sigue a rajatabla, pudiéndose escoger libremente, pero aporta una nueva forma de viajar propiciando el intercambio y el conocimiento de gente muy distinta en torno a una buena gastronomía casera y una carta de vinos ejemplar. No en vano, Juan Vila, entre la multitud de proyectos exitosos de su carrera, puso en marcha con Mariano García y Javier Zaccagnini la bodega Aalto, lo que demuestra un grado de conocimiento muy elevado a la hora de seleccionar los vinos –por supuesto ecológicos– que conforman su oferta.
Campo a través
El objetivo final de este hotel es la difusión del producto local elaborado bajo los estrictos parámetros “eco”: todo lo que se cultiva en sus tierras está absolutamente exento de productos químicos, se recolecta y siembra según el calendario biodinámico, se utilizan solo abonos naturales que elaboran en la propia finca y muestran una sensibilidad extrema hacia la conservación de las variedades autóctonas, así como por el apoyo a los productores locales que siguen las pautas del cultivo bio. Con respecto a los cárnicos, huevos y leche, todo el ganado se cría en libertad alimentado con los productos de esa misma huerta, lo que dota a las elaboraciones de su cocina de sabores intensos, como los tomates o los huevos de granja.
Y lo rural, a la urbe
El reencuentro con lo natural se ha convertido en el motor existencial de la pareja, que piensa lanzar próximamente al mercado toda una línea de productos preparados elaborados 100% con alimentos ecológicos procedentes de diferentes zonas rurales del país. La iniciativa pretenden acercar lo mejor del campo al consumidor a través de espacios en las principales cadenas de supermercados y en la realización de menús especiales para grandes empresas. Un proyecto visionario que deja entrever las ambiciones y el carácter inquieto de sus creadores.
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