Comer, beber, amar
Luna lunera
Una amiga de la infancia nos aconsejaba en los corrillos del recreo que nos cortásemos el pelo durante la luna llena si queríamos tener una melena abundante... Mayte Lapresta
Yo, tan racional, siempre ignoré sus consejos y la verdad es que mi cabello no brilla como debiera. Con el escepticismo que me caracteriza pero con la consciencia madura de que la sorpresa aguarda en cada recodo del camino, me embarco en un reportaje sobre la biodinóamica, el calendario lunar y su influencia en el vino. En el fondo, el sistema se sustenta en principios de sentido común que se han aplicado de forma natural a lo largo de la historia: todo lo que viene de la tierra debe volver a ella, sin intervención de procesos industriales. Es decir, evitar los procesos agresivos en la elaboración y el uso de abonos no naturales, que parece algo muy razonable pero que cobra cierto misticismo cuando dichos compuestos biodinámicos (básicamente estiércol o dicho de otra manera heces animales) se introducen en un cuerno de vaca.
Otro de los pilares de esta filosofía es el calendario, que se rige por la luna, y que afecta tanto al ciclo vegetativo como a la percepción del consumidor a la hora de probar un vino. Por aquello de que la agricultura no es lo mío, optamos por realizar una cata de tres vinos en los cuatro grandes momentos lunares: fruto, raíz, flor y hoja. Con el permiso de Steiner y con el máximo respeto, los tres catadores que compartimos la experiencia analizamos y describimos el vino rigurosamente, buscando los matices y las diferencias para ahondar sobre ellos. Sin duda, los vinos mostraban más o menos amabilidad y la fruta o el tanino sobresalían de manera distinta en cada una de las fases. Sorprendente. Pero tengo que añadir que, no sé mis catadores, pero yo no desayuné lo mismo, no dormí igual, no me levanté con el mismo humor ni me sentía de idéntico modo los cuatro días de las catas… así que las variables se multiplican hasta el infinito. De un modo u otro, la experiencia siempre te abre los ojos a nuevas dimensiones. Y bueno es estar despierto.
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