Crítico de vinos

Carlos Delgado

Miércoles, 01 de Enero de 2014

“Es preciso introducir la cultura de las sensaciones en la escuela. Que los niños aprendan a ejercitar sus sentidos, y que esto tenga una importancia similar a la de hacer gimnasia”. Juan Manuel Ruiz Casado y Saúl Cepeda

“Yo estaba trabajando en Ciudadanos, que era una revista en defensa del consumidor en la que escribíamos sobre productos. Incluso llegamos a destapar un caso de contaminación de una marca de agua muy conocida. El vino estaba saliendo del subdesarrollo y carecía de presencia mediática. En los setenta empezaron a comercializarse añadas que luego fueron famosas. Me acuerdo ahora del Ardanza del 70. Entonces se me ocurrió: ¿por qué no analizamos vinos? Y me puse a investigar y a pensar cómo podíamos hacerlo para que le sirviera al consumidor.”
 

El desafío que se planteó Carlos Delgado hace más de treinta años nos lleva a los orígenes del periodismo vinícola en España. Hasta entonces la literatura del vino había consistido en sesudos manuales para iniciados, donde mandaba la perspectiva histórica, técnica o estética. Ahora se trataba de informar, y de hacerlo de la manera más rigurosa y útil posible. Para ello, Delgado aprovechó los recursos técnicos que despuntaban en aquella época. “Me fui a preguntar al Centro Superior de Investigaciones Científicas”, afirma. “Pero sobre todo aprendí mucho con Isabel Mijares, cuyo laboratorio de enología ya estaba funcionando. Así me fui familiarizando con las fichas de cata, con la manera de escribir acerca de los vinos de manera coherente y comprensible, con la actividad de la cata a ciegas. Yo tenía claro que mi planteamiento no debía ser científico sino divulgativo, porque de lo que se trataba era de que llegara a un número de personas cuanto más grande mejor”.

 

Periodista todoterreno (ha escrito de todo un poco: cultura, deportes, toros), Carlos Delgado tiene el honor de haber sido el primero en firmar una crítica de vinos en un medio de tirada nacional. Su columna en El País, que comenzó como complemento de las recetas coleccionables de Simone Ortega, es un buen exponente de la importancia que ha adquirido el vino como pieza clave del arco de la modernidad. Muchos aficionados abren El País por la página de El Viajero donde cada semana aparece el vino comentado (y puntuado) por Carlos Delgado, y algunos, si el presupuesto lo permite, hasta lo compran para beberlo en la cena de ese mismo sábado. Un lenguaje asequible y una firme vocación de mayoría han distinguido la columna de este comunicador que piensa que el vino debería ser “una cuestión de Estado”, y que aboga por una serie de medidas para la mejora y consolidación del sector. “España posee el mayor viñedo del mundo”, argumenta. “Hay que dejar de demonizar el vino y desligarlo de los problemas del alcoholismo. Para ello es preciso introducir la cultura de las sensaciones en la escuela. Que los niños aprendan a ejercitar sus sentidos, y que esto tenga una importancia similar a la de hacer gimnasia”.

 

Lectura del vino
A juicio de Carlos Delgado, el problema del vino es también un problema de lectura. “Los periodistas hacemos lo que podemos”, explica, “pero nuestras posibilidades de influencia chocan contra el muro de la falta de interés por la lectura”. Delgado recuerda, con cierto tono de frustración, que la revista Mi Vino ideada por él llegó a tirar 100.000 ejemplares gratuitos distribuidos en tiendas, bares y restaurantes, un importante esfuerzo editorial con escaso efecto en los índices de consumo.

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