Presidente de la Unión Española de Catadores
Fernando Gurucharri
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"Es necesario romper con la idea del vino como algo que se toma solo en días de fiesta o cuando hay que celebrar un día especial. Pelear para que el vino sea lo que en buena lógica debe ser: un alimento de consumo cotidiano”. Juan Manuel Ruiz Casado y Saúl Cepeda
El presidente de la Unión Española de Catadores (UEC), institución que aglutina a los profesionales y aficionados de la cata, ha sido un activo protagonista del periodo de transformación vivido por el vino durante las últimas décadas. Su tarea como catador, desarrollada en ocasiones a través del programa de catas de la UEC, le ha permitido constatar cambios de mentalidad y de gusto en cuya gestación él mismo ha contribuido.
Entre cata y cata, Gurucharri no ha dejado de reflexionar sobre aspectos cruciales del panorama vinícola internacional, y de manera especial sobre los que atañen al sector en España. A su juicio, el problema de los bajos índices de consumo de vino en nuestro país tiene una raíz “cultural”. “Al vino”, explica Gurucharri, “no se le ha dado el valor que merece por razones de cercanía, de proximidad. Me explico: junto con el pan y el aceite, el vino no solía faltar en la mesa del pobre. Estos productos han estado siempre ahí, formaban parte de la dieta, la constituían. De alguna forma esto nos ha confundido porque no les hemos dado el mérito y la importancia que atesoran”.
Lejos de encerrarse en el contenido de una copa de vino y de limitarse al análisis de aromas y sabores de los vinos, en los que Gurucharr es especialista, el presidente de la UEC no duda en pisar terrenos difíciles aludiendo al cariz marcadamente elitista del que han pecado algunos mensajes vinícolas, o a la necesidad de romper la ecuación vino y alcohol, un esfuerzo que para su propio beneficio debe asumir el propio sector en su conjunto. “Las campañas contra el alcoholismo”, dice, “no acaban de ofrecer resultados satisfactorios. Yo me sigo preguntando por qué el consumo de whisky y otros espirituosos no desciende. En cualquier caso hay que desligar al vino de estas campañas recuperando y releyendo a esta bebida como una pieza imprescindible de nuestra alimentación. Creo, al mismo tiempo, que es necesario romper con la idea festera del vino, es decir, como algo que se toma solo en días de fiesta o cuando hay que celebrar un día especial. Pelear para que el vino sea lo que en buena lógica debe ser: un alimento de consumo cotidiano”.
Degustador de amplias miras (suele estar atento a las novedades extranjeras), confiesa su predilección por los tintos de tempranillo y de mencía, y por los blancos de godello, variedad esta última a la que le augura un buen futuro. El Bierzo figura entre sus regiones vinícolas favoritas, y asegura tenerle un cariño especial a la garnacha. “Es muy interesante lo que ha ocurrido con la garnacha porque nos ha dado una lección a todos. Ahí están las garnachas del Priorato como botón de muestra de esta transformación”.
Europa bebe más
La envidia de Fernando Gurucharri se desata cuando verbaliza una imagen que ha podido constatar en sus múltiples viajes por Europa. Si fuera la obra de un pintor, esta imagen podría titularse algo así como Jóvenes bebiendo vino. A menudo esto sucede en barrios que están de moda y en locales decorados con estética de vanguardia. “No hay mejor prueba”, asegura Gurucharri, “de que el vino no es necesariamente una bebida que no sea del gusto de los más jóvenes”.