De paraje

Ars Collecta, la colección de cavas de alta gama de Codorniu

Viernes, 04 de Noviembre de 2016

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Codorníu presentó ayer su gama de cavas de prestigio, una colección que comprende cinco vinos de edición limitada y de los que tres de ellos proceden de tres fincas diferentes en Penedès, Segrià y Conca de Barberà. Raquel Pardo

Con una cena oficiada en su sede de Sant Sadurní D'Anoia por el ampurdanés Paco Pérez (Miramar, Llançà, dos estrellas Michelin), Codorniu presentó ayer Ars Collecta, su colección de cavas de prestigio. La gama reúne cinco productos, entre ellos uno de sus cavas emblemáticos, Jaume Codorníu, y cuatro novedades, los monovarietales de finca La Fideuera (xarel·lo del Penedès), Finca la Pleta (chardonnay, Segrià), y ElTros Nou (pinot noir, Conca de Barberà), además del cava más exclusivo de su historia, el 456, ensamblaje de los tres anteriores en proporciones del que se ha lanzado una edición limitada a 1.000 botellas, más otras 500 que se han guardado para observar su evolución en el tiempo. Los tres cavas de finca entran dentro de la reciente categoría creada por la Denominación Cava, llamada “cavas de paraje”, y que obligan al vino en cuestión a proceder de una única parcela. Los otros dos, ensamblaje de variedades y vinos de distintas fincas, quedarán fuera, de momento, aunque desde Codorníu se afirma que es probable que el Consejo Regulador defina también un reglamento para este tipo de productos.

 

El 456 es el cava más exclusivo de Codorníu hasta la fecha desde su fundación en 1551, lleva el nombre de las 456 vendimias que se han realizado en la casa, un vino de chardonnay, xarel·lo y pinot noir de la añada 2007 y que sale al mercado al precio de 175 euros, el más alto entre los cavas existentes en el mercado.

 

El germen: la larga crianza del cava

 

La idea, comentó ayer el director general de la empresa, Javier Pagès, surgió hace diez años, fruto del trabajo del director técnico de cavas Codorníu, Bruno Colomer, del director técnico del grupo hasta hace un par de meses, Arthur O’Connor, y su equipo: “Queríamos elaborar cavas con capacidad de envejecimiento pero que conservaran la frescura”, comentó Pagès, y añadió que “parece que los mejores productos tengan que ir ligados al trabajo de una pequeña bodega, pero nosotros, con nuestras más de 2.500 hectáreas, somos también capaces de hacer grandes vinos”. Codorníu, sin embargo, se ha acercado más al trabajo de una pequeña bodega para seleccionar, entre sus viñedos, algunos excepcionales, ubicados en suelos distintos de diferentes comarcas de Cataluña, y elaborar con ellos un ensamblaje limitadísimo: tan solo 1.500 botellas de 456 y apenas 300 de cada uno de los cavas monovarietales de paraje, que verán la luz a un pecio de unos 80 euros. Cada uno de ellos lleva el nombre de la finca de la que procede, para resaltar esa conexión con el terreno y se han elaborado en el Celler Jaume, lugar de investigación del equipo enológico y elaboración de las gamas altas de la casa cavista, que lleva el nombre del fundador de la empresa y es el lugar donde Josep Raventós elaboró sus primeros espumosos.

 

El nombre de la colección es un juego de palabras que podría significar “colección de arte”, pero también “el arte de la recolección”, un pequeño homenaje a los viticultores y la gente que trabaja el viñedo: “Queremos que sean un homenaje a la enología, pero sobre todo, a la viticultura”, comentó Bruno Colomer.

 

El cava 456, que tiene ahora más de 90 meses de crianza en su añada 2007, es fruto del ensamblaje de esos otros tres vinos procedentes de fincas de suelos muy distintos (La Fideuera es calcárea, La Pleta es arcillosa y El Tros Nou, pizarrosa) y variedades también diferentes para lograr un producto complejo, con una nariz encantadora y llena de matices, y una boca con una sorprendente frescura frutal y mineral. El comentario entre el público asistente (sumilleres, distribuidores, cocineros, periodistas) era que no parecía tener esa edad, al no presentar ningún síntoma de oxidación ni las características notas tostadas de los cavas con tan larga crianza. Otro de los parámetros, explicó un portavoz de la bodega, es obtener uvas con ph bajos y acideces algas, para mantener ese carácter floral, frutal y primario que es firma de la casa.

 

El xarel·lo de La Fideuera, uno de los cavas de paraje, es un vino fresco y con muchas notas frutales, de hinojo, casi mentoladas, que en la boca es intenso, redondo, graso, complejo y elegante.

 

El chardonnay de La Pleta es aromático, especiado y con fruta blanca, con una boca delicada y más afilada y sutil que su hermano xarel·lo.

 

El pinot noir de El Tros Nou es también muy frutal, con aromas de fruta roja fresca, ligera pimientas y frutas de hueso ligeramente tropicales, con una textura afilada, con acidez viva y frescura mineral.

 

Jaume Codorníu, el único vino de la colección que ya lleva tiempo en el mercado, es un cava potente y complejo, intenso y gastronómico, bandera de lo mejor de la casa.

 

 

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