Ingeniero Agrónomo, profesor y consultor de bodegas
José Ramón Lissarrague
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"Por supuesto que el vino se hace en la cepa, pero ni más ni menos que como en la paella es determinante la calidad del arroz”. Juan Manuel Ruiz Casado y Saúl Cepeda
Durante los años del esplendor vinícola, el nombre de José Ramón Lissarrague no ha dejado de sonar como aval de garantía y de solvencia en múltiples bodegas de nuevo cuño a menudo concebidas sin límite de fondos. Como otras figuras de la consultoría enológica y vitícola, ha ido haciéndose un brillante currículo, basado tanto en su alto nivel de competencia profesional como en los resultados que la aplicación de sus sistemas producían en la calidad de los vinos de las bodegas que asesora.
Este leridano con aspecto de mosquetero, que estudió ingeniería agrónoma sin pensar en que el vino podía ser una salida profesional, representa, como Pepe Hidalgo, a ese grupo de técnicos y científicos que se encuentran a gusto en las aulas de la universidad y vistiendo la impoluta bata blanca de rigor en el laboratorio de las probetas y los ensayos, pero que tampoco le hace ascos al hecho de llenarse las manos de vino y ensuciarse las botas con el polvo del viñedo.
Hombre de ideas claras y voz radiofónica, Lissarrague huye de los tópicos cuando habla de vino, mostrando, aunque sin alardes ni ejercicios de pavo real, una ideología y un método de trabajo propios en los que no faltan ciertas gotas de ironía y de sentido del humor. Valga como ejemplo el saludable relativismo que aplica al tópico últimamente tan extendido de que el vino se hace en la viña. “A menudo”, razona, “tendemos a simplificar de manera excesiva. Cuando se asegura que el vino se elabora en la cepa, no se está teniendo en cuenta la cantidad de factores que intervienen en la producción. El vino es demasiado complejo para caber en una sola frase, y en el éxito de una bodega o de una marca convergen multitud de influencias y de agentes. Sin la prensa o sin los consumidores y sus gustos, y también sus cambios de gusto, el vino no sería como lo entendemos. Por supuesto que el vino se hace en la cepa, pero ni más ni menos que como en la paella es determinante la calidad del arroz”.
Lissarrague llama la atención sobre una de esas perogrulladas que muchas veces guardan profundas verdades. “Las uvas”, afirma, “están ahí para todos. Cualquier bodega puede tener buenas uvas. Sin embargo solo unas pocas tienen éxito elaborándolas”. Este éxito depende, por tanto, del equipo humano encargado de gestionar y utilizar las materias primas. Son los hombres y las mujeres involucrados en la bodega los que determinan cómo acabará siendo el vino a partir de decisiones que pasan por la calidad de los depósitos, el control de la temperatura, las levaduras elegidas y, en fin, una larga retahíla de factores.