César Serrano

Los gustos y los caminos

Noches De Neón

Jueves, 02 de Febrero de 2017

Estíbaliz Alloza Riolobos pinta sus labios del color de las cerezas. En los salones del Gran Hotel suena cadenciosa la música de un arpa, son manos transparentes las que hacen que el aire se preñe de delicados sonidos. César Serrano

Lejos, muy lejos de los de aquellas noches de la Sala Sol y de las luminosas avenidas por las que transitaban autos veloces en los que viaja la amarga risa de las anfetas y del bourbon. En los espejos de los ascensores que conducían a Estívaliz a la cuarta planta del Gran Hotel, y en las noches más locas, le gustaba escribir con el pintalabios de fuego versos encendidos: “Ahí desnudos, frente a frente, en ese preciso punto del espacio, donde la piel atrapa la luz y tus manos me tocan. Ahí donde tu geografía aparece y desaparece entre las sábanas. Ahí donde la respiración es fuerza siete, mientras gritas mi nombre. Temblor, fuego, espasmo. Ahí, en ese preciso instante del tiempo, dejo de existir”. Sí, desde aquellos días de noches de bares, músicas y besos, siempre que regresa a Madrid Estívaliz Alloa Riolobos acude a aquellos espejos biselados de los ascensores del Gran Hotel donde ahora se refleja el paso del tiempo precipitándose como se precipita la luz de los espejos cuando se miran de frente.

 

Es en esos precipicios oscuros de la luz donde todo tiende a desaparecer, donde el paso del tiempo se refleja con toda su osadía. Madrid, el ayer, los viejos amigos (algunos ya se fueron) asomándose ahora a las ventanas de la memoria de aquellos años tan a bocajarro, tan a prisa, como la de aquellos autos cruzando las avenidas de la noche, donde el amor nacía y moría a la par que los astros fenecían frente a un sol que siempre llegaba hostil para unos ojos cansados de neón. Suena el arpa con la música de Benjamin Britten mientras las palabras acuden a una rendición que casi todos niegan. Es difícil aceptar cómo el tiempo abofetea los sueños, las utopías, los cuerpos, al igual que abofetea las flores que llegan a los camerinos, donde casi todo queda al desnudo, a la intemperie tras apagarse los focos. Estívaliz se resiste a las intemperies del tiempo, las niega. Maldice los aquelarres de la memoria sobre las repúblicas del libre albedrío, a los que hoy le invitan los viejos camaradas, recordándole que aquel es un tiempo imposible ya de volver a sentir, a tocar. De nuevo se despide de estos viejos amigos, pensando que alguien llamará a la puerta, con una bandeja de ostras perfumadas de cítricos y champán.


 

 

 

Ostras con vinagreta cítrica

 

Ingredientes

 

12 ostras planas de Belon, 1 caviar cítrico, 2 kumquats, 1 lima, aceite de oliva virgen extra y sal.

 

Elaboración

 

Limpiamos y abrimos las ostras. Eliminamos el primer agua y dejamos reposar una media hora hasta que repongan el agua. Una vez rehecha, las tendremos listas. Para la vinagreta, extraemos los granitos de caviar y los depositamos en un bol. Pelamos los kumquats sin la parte blanca y cortamos en tiras muy finas la piel, algo que repetiremos con una pequeña parte de la piel de la lima. Salamos e incorporamos, hasta cubrir los ingredientes, el AOVE de manzanilla cacereña y dejamos reposar 30 minutos a temperatura ambiente. Es el momento de verter en cada una de las ostras una cucharada de la vinagreta.

 

 

 

 

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