En Chamberí

Arzábal abre en el barrio de Ponzano su cuarto restaurante

Lunes, 20 de Febrero de 2017

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En un hervidero de propuestas gastronómicas como es el Chamberí junto a la calle Ponzano de Madrid, Iván Morales y Álvaro Castellanos inauguran local con la exitosa fórmula Arzábal de cocina y vino que ya existe en Retiro. Raquel Pardo

La calle Ponzano está tan de moda que hasta hay una etiqueta en Twitter para comentar sobre el ambiente y los locales que se encuentran en este eje madrileño: #ponzaning (desde aquí, y reivindicando un toque más castizo y apropiado con el barrio del que se trata, reivindicamos #ponzanear, que es mucho más nuestro y menos rendido a la invasión lingüística anglosajona). Hasta allí se ha trasladado el dúo Arzábal, o lo que es lo mismo, el tándem enogastronómico formado por Iván Morales y Álvaro Castellanos, para crear una oferta de cocina y vino que ya se ha consolidado con éxito y durante años en el barrio de Retiro. Por eso, en este nuevo local de la calle Bretón de los Herreros (el cuarto del dúo, que ya cuenta, además del de Retiro, con Arzábal Reina Sofía, en el museo del mismo nombre y con el local de comida japonesa Kirikata) no hay cambio de nombre y sí reivindicación del lugar, ya que a Ponzano, como a Retiro, se va a recorrer las calles de bar en bar, tomando algo en las barras, o a comer como es debido en locales muy de moda o muy tradicionales que conviven con apenas un portal de diferencia. En la carta, una tendencia clara a explotar (muy bien, muy sensata y confortablemente) el producto y las preparaciones de temporada: exquisita, por ejemplo, la menestra de verduras con ingredientes de estación, que convive en la carta con platos de cuchara que cambian según el día, ahumados caseros, ensaladilla rusa o salteado de arroz con setas y trufa. También hay carnes (hamburguesa, carré de cordero, perdiz de campo, presa ibérica) y pescados (corvina, del día, raya con azafrán) y un añadido que su local de Retiro no tiene, y que está llamado a ser la estrella de la casa: la parrilla, por donde desfilan carnes rojas y maduradas, chuletas o hamburguesas, pero también cogotes de merluza, besugos o pescados como el sapito (rape). Sabores reconocibles y hogareños donde el producto resalta y que resultan confortables y placenteros.

 

[Img #11977]Pero a Arzábal, a cualquiera de ellos, no solo se va a comer, y eso lo saben los enófilos más espabilados de la capital y muchos de los viajeros que recalan en busca de buenas tabernas donde abrir botellas sin que entren ganas de abrirse las carnes, bien por la calidad del surtido, muchas veces lamentable, bien por unos precios que siempre parecen hinchados en exceso. A Arzábal muchos vamos a tomar vino, ya sea por copas, escogiendo alguna referencia de su pizarra, ya sea por botellas, donde la gama se abre como nuestra sonrisa por encontrarnos con referencias como finos, olorosos o amontillados de Jerez, champagne y vinos blancos, tintos y rosados nacionales e internacionales que permiten no aburrirse durante la velada. Y todos con su añada junto al nombre, como debe ser.

 

El nuevo espacio es más amplio, con un comedor abierto para comer sentado y una barra generosa para alternar de pie, si lo que se está haciendo por el barrio es eso tan de moda que es #ponzanear.

 

 

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