Más Adrià que nunca

Él no sabe ir despacio. Su mente va rápida. Su discurso, a gran velocidad. Sus gestos, aspavientos, son mero reflejo de su intensa actividad intelectual. “Duermo pocas horas. A las cinco de la mañana ya estoy contactando con mi equipo”, confiesa. No sé si le aguantaría como jefe, pienso. Le persigo grabadora en mano intentando comprender un proyecto de una magnitud apabullante. Tiene su mesa como uno más, entre ese gran equipo (más de 70 personas) joven y dinámico. Saluda y nos presenta a cada uno con nombre y apellido, seguido de una breve introducción de su puesto. Algunos vienen solo por unos meses para desarrollar un estudio o un master junto al genio. Da igual. Ferran les conoce y les trata con una consideración magnífica. Ejemplar. Cruzamos de un panel a otro, me explica los caminos de este proyecto que involucra diseño, tecnología, técnica, comunicación, documentación… Provocador, siempre provocador. En una estantería, libros en blanco.  “Son todos aquellos que hemos buscado y consideramos imprescindibles, pero no existen”, explica. En otro rincón, volúmenes enteros de futuras ediciones propias que verán pronto la luz. Una pantalla ofrece un “organigrama” del entramado que está creando: bullipedia ahora es metodología Sapiens, porque según crecía iba cambiando de objetivo final. elBulli1846 también se ha transformado y parece verá la luz durante el 18. En una lona, la foto de su socio y amigo Juli Soler. “Sus hijos están totalmente involucrados en el proyecto”. ¿Se le echa de menos? “Mucho. Cada día”, afirma con tristeza en la mirada. Seguimos hablando, aunque más que conversación es monólogo. Ferran tiene mucho que contar y yo mucho que entender. La entrevista se arma y desarma…Un cartel reza: “Cerramos elBulli para abrir elBulli”. La historia continúa. Se está haciendo historia. Y todavía dará mucho que hablar.