César Serrano

Neptuno

Sábado, 08 de Julio de 2017

Etiquetada en...

Severino Cienfuegos nada sabía de José Saramago cuando inició su viaje en Hondarribia, provincia de Guipúzcoa, cargando con el enorme fardo de lona blanca donde, entre helechos y cascotes de hielo, viajaba un enorme túnido al que llamó Neptuno. César Serrano

Atravesar la enorme meseta castellana con el extraordinario pez no fue un viaje fácil, me cuenta Lucas Riolobos, quien supo de la historia a través de un sobrino de Severino Cienfuegos, sobrino que era un gran amante de las lecturas de don José Saramago, y que le fue referida, me dice Riolobos, mientras el sobrino acometía la lectura de El viaje del elefante.

 

No, no se pueden comparar las peripecias de Salomón y Suhbro a través de la enorme meseta castellana con las de Neptuno y Cienfuegos, pero sí que el viaje, cuenta Lucas Riolobos, estuvo cargado de angustias y sobresaltos, como cuando de madrugada, y tras una larga parada en Sarabris, una pareja de la Guardia Civil le hizo abrir el petate mortuorio en el que transportaba a Neptuno pensando que aquello bien podía transportar el cuerpo de una mujer desaparecida en las tierras del Cid. En Helmántica, Cienfuegos entró con su fardo en la cantina de la estación y ahí, unos desconocidos hicieron desaparecer el pesado petate, queriendo la fortuna que el deshielo de los cascotes fuera dejando un reguero de líquido sanguinolento que alarmó a una pareja de guardias, quienes devolvieron a Cienfuegos aquel tesoro magenta.

 

Helmántica ya le parecía a Cienfuegos un poco su casa, después vendría Guixuelo, Vetonia y ya, por las Termas, las tierras de su nacencia. En Villaris le esperaba su tío Crisantos Cienfuegos, quien desde Traslasierra había llegado hasta Villaris con su mula Guzmana dispuesto a ayudar a Severino Cienfuegos a transportar el petate blanco.

 

La llegada a Traslasierra fue festejada con gran algarabía por parte de los que se encontraban en los corros del serano. Al momento, y con gran diligencia, sacaron el cuerpo de Neptuno del petate y lo colgaron con una soga de una de las vigas de la bodega de los Cienfuegos, por donde pasaría a la mañana siguiente casi todo el vecindario a contemplar aquel extraordinario animal marino. A media mañana, cercano ya el mediodía, en un enorme caldero, comenzó a urdirse el milagro de un gran guiso marinero, que aún hoy es motivo de conversación por los pagos de Traslasierra.

 

 

 

Marmitaco

 

Ingredientes

 

  • 1 kg de bonito
  • 2 kg de patatas
  • 1 cebolla
  • 1 pimiento rojo
  • 1 pimiento verde
  • 1 puerro
  • 2 tomates
  • 3 dientes de ajo
  • 1 cucharada de pimentón de La Vera
  • 1 cucharadita de pimiento choricero, 1 guindilla (opcional)
  • aceite, un vaso de vino blanco

 

 

Elaboración

 

En una cazuela, con las espinas y la piel del bonito junto a un trozo de puerro y un trozo de cebolla, elaboramos un caldo, que reservaremos. A continuación, en cazuela aparte, pochamos las hortalizas. Añadimos las patatas tronchadas y el pimentón, vertemos el vino, le damos una vuelta al conjunto y añadimos el caldo. Dejamos hervir hasta que las patatas estén tiernas; se agrega el bonito cortado en dados. Mover con delicadeza, tapar y apagar el fuego para que el bonito se haga con el calor propio del guiso.

 

 

 

 

 

SOBREMESA no comparte necesariamente las opiniones vertidas o firmadas por sus colaboradores.

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.