León vinícola
Fuentes del Silencio, el viñedo del Jamuz vuelve a latir

El matrimonio formado por Miguel Ángel Alonso y María José Galera se ha propuesto revitalizar la vitivinicultura en la zona leonesa de Herreros de Jamuz, con un nuevo y prometedor proyecto bodeguero asesorado por Raúl Pérez. Raquel Pardo
El vino leonés cuenta con una nueva iniciativa bodeguera que se ha puesto en marcha en la localidad de Herreros de Jamuz, en el sur de la provincia de León. Se trata de un proyecto que se fundamenta en recuperar la actividad vitivinícola y bodeguera en la zona, concibiéndolo como un proyecto no solo comercial, también de reactivación de la vida rural y la vuelta de jóvenes al pueblo.
Con el nombre de Fuentes del Silencio (al municipio se le conoce como “el pueblo de las fuentes”), los emprendedores Miguel Ángel Alonso y su esposa, María José Galera, se pusieron en marcha hace casi cinco años para encontrar viñas viejas, que allí son centenarias, algunas de ellas prefiloxéricas, y recuperarlas para hacer vino de nuevo en la bodega que ya tienen funcionando en el centro del pueblo. Las plantaciones tradicionales con las que se han encontrado son de variedades como la mencía, autóctona de la vecina región del Bierzo y también extendida allí, la prieto picudo, emblema de los vinos con DO Vino de León, y otras que no gozan de tanta popularidad pero, en buenas manos, son capaces de aportar singularidad a los vinos, como la alicante bouschet, o garnacha tintorera y la aún más inédita gran negro, cultivada también en Valdeorras y Monterrei. También están recuperando vides de uva blanca, principalmente de godello y palomino, hace años muy extendida por la zona por su gran productividad. La mayor parte de las viñas tienen entre 60 y 100 años, aunque también han comenzado a plantar sus propios viñedos, y se encuentran a unas altitudes que varían entre los 850 y 900 metros. En total, han conseguido reunir, por el momento, 20 hectáreas con las que elaboran tres vinos, dos de ellos tintos, y un rosado.
Para sacar adelante la bodega y conseguir vinos con carácter y paisaje, Fuentes del Silencio cuenta con la enóloga Marta Ramas, formada principalmente en Burdeos y el Nuevo Mundo y ahora al frente de este proyecto, con el que se encuentra ilusionada, y con “el gurú”, como lo define Alonso, Raúl Pérez, uno de los mayores conocedores de la región, enólogo de prestigio y asesor de múltiples bodegas en la provincia (y del grupo bodeguero MG Wines, propietario de bodegas como Tilenus en Bierzo o Monóvar, en Alicante, antes conocida como Salvador Poveda), además los suyos propios en León, Galicia o Sudáfrica, por citar solo algunas zonas.
Fuentes del Silencio quiere que la viña sea la protagonista absoluta del proyecto y para ello mantiene la poda tradicional de vaso rastrero de la zona, trabajando para reducir al mínimo los tratamientos y manteniendo en lo posible la biodiversidad del entorno. La idea es hacer vinos con poca intervención y reduciendo al mínimo la adición de sulfuroso durante la elaboración, fermentando con levaduras autóctonas y minimizando el impacto de la madera en los vinos, para lo que se valen de barricas usadas de distintos tamaños y, aunque los vinos que tienen en el mercado aún no los utilizan, no descartan vinificar en materiales como el hormigón o el barro, usando ánforas.
Fuentes del Silencio tiene en la calle, hasta ahora, tres vinos: un rosado, Aromas del Silencio (unos 15 euros) de prieto picudo y con aromas de fruta negra, roja y herbáceos, muy sabroso y goloso en la boca, pulido y redondo; un tinto que lleva el nombre de la bodega, elaborado a base de mencía, prieto picudo y alicante bouschet cuyas cepas están sobre suelos orientados al norte y compuestos mayoritariamente de arcilla y con exceso de hierro, criado en barricas de roble francés doce meses, un vino especiado y con fruta negra, elaborado en tino con el 50% de la uva sin despalillar (6.000 botellas, 18,50 euros); y la estrella de la bodega, llamado hasta su añada 2015 Cepas Viejas, también con la misma composición que su hermano aunque elaborado con 100% de raspón y una maceración más larga, de 60 días. Los viñedos de los que procede la uva para este vino son del norte del Valle del Jamuz, pobres, arenosos y expuestos a corrientes de aire procedentes del Monte Teleno. Es un vino, en su añada 2015, con muchos matices aromáticos, violetas, fruta negra y del bosque y arándanos), buena acidez, estructura y elegancia.
De la cosecha 2016 saldrá el nuevo La Gándara, a base de mencía, alicante bouschet y palomino con 100% de raspón en la elaboración y maceración y fermentación largas, “el vino tal cual queremos hacerlo”, según afirma Alonso.