Sir Cámara

“HAMBURGUELLA”

Lunes, 18 de Septiembre de 2017

La patria tiene granos. Granos de arroz, no de pubertad, y garrofón; una leguminosa anual y plana que contiene unas alubias blancas imprescindibles para hacer el arroz en paella o el “arroz del señoret”. Lo primero es uno de nuestros buques insignia gastronómicos y lo segundo es lo que piden algunos madrileños cuando van a Valencia: arroz con pollo, conejo, magro de cerdo, costillas, marisco… llaveros del Real Madrid… Sir Cámara

Viene lo de la “Hamburguella” a cuento porque vi hace unas semanas un video en YouTube en el que jugaban a hacer paella con cualquier cosa y unos días después vi en Canal Cocina a la bloguera Sarah Graham jugando con las emblemáticas cosas de comer valencianas.

 

Con la naturalidad que proporciona la inconsciencia y sin sentido del ridículo, picó cebolla morada, puso mantequilla y  vino blanco… Hecho esto, añadió los mejillones, los tapó para que abrieran las valvas, tiró los que se mantenían cerrados sin verificar su contenido y los reservó junto con su caldo.

 

En la paella, para ella una sartén amplia, puso más cebolla picada, pimienta, unos ajos picados, pimiento verde, pimiento rojo y… ¡tachaaan!, ¡cho-ri-zooo! El famoso chorizo de Ciudad del Cabo, que es donde creo que estaba. Lo retocó con pimienta, no dijo de qué tipo y color, en plena era de la cultura de las pimientas, y añadió el pollo que debió sentirse un desgraciado en ese escenario. Y todo esto a fuego suave para que el chorizo no se arrebate, que no se queme y, supongo, para que el pollo se quede crudo.

 

No contenta con la fechoría, añadió pimentón, cayena, tomillo orégano, laurel, -no dijo si unas ramas, el árbol o unas hojas- y un bote de tomate. Vale entero, en trozos, triturado, tamizado, crudo, frito… Total, es para tirarlo…

 

Llegados a este punto del despropósito, añadió el arroz. El del risoto le va bien, dijo,  porque el de paella no se encuentra con facilidad en Sudáfrica. Y, como si fuera para el preparado italiano, aconsejó no dejar de moverlo. Puso en escena el caldo obtenido de la cocción de los mejillones, añadió unos filamentos de azafrán y, al comenzar a evaporarse, añadió un botellín de cerveza que debería haberse tomado ella para olvidar aquello.

 

Añada poco a poco y con un cazo, caldo de pollo y déjelo cocer treinta o cuarenta minutos dándole vueltas y más vueltas. Ponga encima langostinos, camarones o gambas, lo que le pille a mano, y los mejillones. Adórnelo con unos pimientos asados, unas rodajas de cebolla y perejil picado. Mejor perejil, porque el cilantro es muy invasivo…

 

Hecho todo esto, la plasta se recomienda prensarla en un molde circular, se deja solidificar y se pone en un panecillo de hamburguesa rociándolo con mostaza y kétchup.  ¿O debería decir “Hamburguella”?  

 

Si ya se hace pizza de chocolate, fabada con longaniza (cassoulet) y Strogonoff con bizcochos de soletilla y Nutella y chirlas, ¿por qué no hacer esto?

 

Pero que no lo relacionen con la paella, por favor.

 

Pues eso

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