Louis Roederer
Fréderic Rouzaud, un vigneron de lujo en la Champagne
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Con su pulcro aspecto de ejecutivo de mundo, el director de la casa Roederer de Reims despliega pasión de viticultor cuando habla de sus cepas de chardonnay y pinot noir y de la tierra caliza de “craie” en la que crecen. Luis Vida. Imágenes: Aurora Blanco
Desde 2006, Rouzaud está a la cabeza de Louis Roederer, una de las pocas casas champanesas que se mantiene como propiedad familiar desde 1832, “el primero entre los champagnes de productor”, que se prolonga en un grupo que él prefiere describir como una “federación de artesanos del vino que mantienen su autonomía” y que incluye bodegas de alto glamour como Deutz en Champagne y Domaines Ott en Provenza –los magos de esos palidísimos rosados que hoy todos imitan– además de los Châteaux de Pez, Haut-Beauséjour, Pichon Longueville-Comtesse de Lalande, en Burdeos, y Ramos Pinto en Oporto. Rouzaud había aconsejado a su padre alguna de estas compras antes de sucederle al mando de una casa que vende hoy más de tres millones de botellas a lo largo del planeta de Louis Roederer, una marca cuya fuerza viene de “un viñedo magnífico y una historia extraordinaria”. La mayor parte de ellas corresponden al excelente Brut Premier, aunque el icono indiscutible de la casa es la dorada Cuvée Cristal.
Los primeros Roederer ya se habían preocupado de adquirir viñedos de primera clase. La estrategia ha permitido a sus herederos poseer hoy 240 hectáreas en parcelas clasificadas como premier cru y grand cru –máximo nivel en la Champagne– distribuidas en los principales terruños de la Côte des Blancs, la Montagne de Reims y el Valle de la Marne.
“No queremos desarrollar las marcas en volumen ni comprar más uva. La calidad está en la viña vieja y, si tienes la suerte de poseer viñedo en estos grands crus y lo trabajas con una viticultura de precisión que sea como un reloj suizo, es cuando puedes conseguir una materia prima extraordinaria, los mejores racimos posibles”, señala Rouzaud, licenciado en Administración de Empresas y séptima generación de la familia propietaria.
La primera cuvée prestige
Hoy todas las casas tienen una o varias etiquetas de prestigio, pero Cristal fue la primera y un lujo único en su tiempo. Creada en 1867 para la corte de los zares de Rusia y vestida de impecable color oro, salió a la venta al público tras la Revolución de 1917 y su prestigio y cotización nunca han bajado un ápice. Una botella de la última añada en el mercado, 2008, nos costará hoy algo más de 200€.
Un viñedo de oro
La tradición en Champagne es combinar la uva de distintos pagos, algo poco frecuente en los grandes vinos franceses, que suelen proceder de una única parcela. “Somos viñadores y hacemos ensamblaje. Cristal combina uva de viñedos 100% grand cru de más de 40 años y cultivo biodinámico en siete municipios. La base es un 60% de pinot noir de Verzy, Aÿ y Verzénay en la Montagne de Reims y un 40% de chardonnay de Mesnil-sur-Oger, Avize y Cramant en la Côte des Blancs”.
La añada manda
No todas las cosechas de Cristal salen al mercado, sino solo las mejores que, para Rouzaud, “suelen coincidir con los años de clima continental, los más cálidos y secos, cuando la variedad pinot noir, consigue una maduración plena”. Entre las últimas, 2004, 2002 y 2009, “un año más solar, más opulento” que salió al mercado antes que su predecesor 2008, “con gran potencial de guarda por su gran concentración y acidez que vivirá y crecerá otros 10 o 20 en botella”.
Decadencias y terroir
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