Mente clara
Greg Lambrecht, el inventor de Coravin que ama la garnacha

Padre de dos hijos, se confiesa amante de las filigranas del Marco de Jerez, la Ribeira Sacra, las “excelentes garnachas de la Sierra de Gredos y las godello de Rías Baixas”. Pese a su invento, adora los sacacorchos. Javier Vicente Caballero. Imágenes: Aurora Blanco
Lambrecht aún gestiona una compañía médica (Intrinsinc Therapheutics) aunque el vino es su gran pasión. El planteamiento de Coravin parecía un truco de ilusionismo. ¿Cómo extraer el vino sin descorchar la botella, sin que penetre el oxígeno que menoscaba su calidad y dejar así el líquido listo y en perfectas condiciones para el siguiente servicio, así pasen días, meses o incluso años? El estadounidense Greg Lambrecht no es mago, sino cirujano médico y por ahí empezó a dar con el quid de la cuestión. Porque de su sapiencia quirúrgica nació Coravin, el primer dispositivo del mundo que extrae el vino sin necesidad de sacar el tapón. “He desarrollado terapias contra el cáncer, trabajando con agujas que penetran bajo la piel muchas veces sin dañar tejidos. Pensé que funcionaría igual para mi gran pasión: una aguja que penetrara y extrajera el vino sin que perdiera aromas o sabores”. En 2003 empezó, en el sótano de su casa, con un rudimentario prototipo. Tenía las agujas y controlaba la presión (con gas argón), pero aún no anduvo cerca. Diez años después –y tras muchos otros de catas con amigos testando el gadget– llegó la patente Coravin. La aguja entra y sella el corcho en su camino de retorno. Se inclina la botella y el vino se vierte en la copa, suavemente. “It’s magic!”, proclama Lambrecht.
La empresa de la que Lambrecht es “inventor, fundador y director ejecutivo” levantó una ronda de financiación de 60 millones de dólares para ser creada, un montante similar al de algunas de las grandes tecnológicas. Hoy día tiene presencia en 60 países, si bien su principal mercado sigue siendo EEUU: California, New York, Florida y Texas. “En mi país ha tenido éxito porque Coravin ha revolucionado la manera de tomar vino”, arguye.
Eureka
La génesis de Coravin surge de la necesidad de compartir. La mujer de Greg quedó embarazada (de nuevo) en 1999 y dejó de beber (de nuevo). “La de 750 ml es una fantástica cantidad para ciertas ocasiones, pero no para todas. Muchas veces durante la semana solo tomas una copa un día. Quería poder probar y guardar para después todas esas botellas de vino que me regalaban mis colegas médicos en mis viajes por el mundo”, rememora.
¿Adiós abridor?
A bote pronto, pudiera parecer que Coravin fuera enemigo de sumilleres y camareros, que dirían adiós a la liturgia del descorche y al perfume que desprende el tapón (primer chivato volátil de la calidad del vino). Pero nada más lejos de la realidad. Grandes restaurantes y bodegas están encantadas con el invento, ya que pueden ampliar su carta, añadir nuevas referencias y servir ilustres y onersosos vinos por copas.
Del café al vino
Coravin, Inc. es una empresa privada ubicada en Burlington, Massachusetts (EEUU), a escasa media hora en coche de Boston. El CEO de la compañía es Frédéric Lévy, que hasta 2015 fue presidente de Nespresso North America. Desde septiembre de 2014, Coravin Europa tiene sede en Ámsterdam (Holanda), desde donde se articula la expansión al resto del continente. También cuenta con oficina en Hong Kong para dar cobertura a Asia, Pacífico y Australia.
Una familia que crece
|