Viviendo el vino
Mar de Frades, una experiencia azul en el Valle del Salnés
Etiquetada en...

La roca es descomunal. Son 50 metros cúbicos de afloración pétrea. Unos seis metros de altura. La reverencian como un tótem mágico que inunda el hall de la bodega con su magnética presencia, con su fuerza antigua. Javier Vicente Caballero. Imágenes: Arcadio Shelk
Es el modo que tiene Mar de Frades de abrazar y dar las gracias al prodigio granítico del Valle del Salnés, un suelo que condiciona la manera de elaborar y entender sus vinos. A 150 metros de altitud en la localidad de Meis, con la vista puesta en la ría de Arousa, el Umia y el océano, Mar de Frades resulta una bodega emblema de Rías Baixas que ha conseguido el viejo propósito de prestigiar la albariño. Se cortó la cinta de estas instalaciones en 2007 en pleno boom de la marca –gracias a la botella azul índigo con cinta termocrómica que tanta fama le ha reportado a la casa desde 1993– para poder dar cobertura a la demanda creciente, local y foránea. Mecida por el conjuro oceánico, la bodega se asienta sobre los suelos ácidos de Finca Valiñas. En cifras, casi ocho hermosas hectáreas de bancales y terrazas emparradas de las más de 60 que tienen en propiedad desde 2016. Hallar buen viñedo y buena uva en un suelo tan costoso y microparcelado redobla el mérito del albariño más atlántico.
Perfiles
La persistente pluviosidad gallega obliga a elevar las vides en parras. Los suelos –tan húmedos, amurallados por eucaliptos– dotan de mineralidad a los vinos, y las uvas se cobijan a la sombra para extraer todos sus aromas. Bendecidos por la brisa atlántica que otorga salinidad y aristas, los bancales componen un bella panorámica que bien merece una visita. La bodega gallega trabaja estrechamente con más de 150 viticultores de la zona y se afana, junto al CSIC, en la recuperación de variedades autóctonas.
Monolito
Tiene dermis de granito blanco alba. También pareciera meteoro que llegara de planeta lejano. Este depósito de 2.200 litros arrancado a una cantera orensana capitaliza los proyectos futuros de la bodega. Se inscribe en el proyecto Petra Nai (madre piedra) para experimentar cómo incide la porosidad y la estabilidad térmica del granito en los trances de la fermentación. La tarea es harto complicada, como aseguran desde la bodega, y hace falta batería de ensayos y errores. Cuestión de tiempo.
Visiones y apuestas
“Desde el comienzo pensamos en el futuro, en adelantarnos a todos, siempre con una identidad muy marcada. Hoy podemos definir el perfil aromático de nuestros vinos a través del color de la uva por longitudes de onda”, explica Paula Fandiño, enóloga de la casa desde 2007. “Hasta 2014 no surgió en nosotros el deseo de ser viticultores y de tener fincas propias”, agrega. De aquí salen algo más de 750.000 botellas al año; el 75% de lo que se produce alimenta el mercado nacional, y el resto viaja a Reino Unido, Ruisa, Suiza y Estados Unidos principalmente. Finca Valiñas es la niña bonita de la casa. Solo 4.000 botellas. Algas, escamas de pescado, salazones, almendra, limón, mojama, pera... Un placer blanco.
Albariño... y godello
Discurría el año 83 cuando Eladio Piñeiro fundó Bodegas Mar de Frades. Aún faltaban cinco años para que se constituyera la D.O. Rías Baixas y Eladio ya lo sabía todo de la variedad albariño. La recuperó, la puso en los altares cuando estaba en desuso o casi desaparecida. En el ejercicio 2002 la bodega entró a formar parte del entramado de Grupo Zamora (Licor 43, Ramón Bilbao...) e invirtió en tecnología y medios para mejorar y amplificar el sesgo enológico marcado por los fundadores. Hoy la familia la componen Mar de Frades Albariño (el emblemático), Mar de Frades Godello (la variante), Mar de Frades Finca Valiñas (el supremo) y Mar de Frades Brut Nature (el espumoso).
|
Vino jacobeo con literatura
|


![[Img #16431]](upload/img/periodico/img_16431.jpg)
Mítica localización
Maridando el mar








