Rioja en esencia
Un recorrido por Bodegas Riojanas, el tiempo cotizado
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Recorremos una de las históricas de Rioja, con marcas clásicas que se han convertido en referencias de culto para winelovers, pero sobre todo, con una solidez que se sustenta en marcas que convencen a expertos y aficionados. Saúl Cepeda. Imágenes: Jean Pierre Ledos
Es difícil conciliar un negocio tan romántico y de largo plazo como es la elaboración de vino con la caprichosa volatilidad de los mercados financieros. Sin embargo, el vino, afirmado en la antropología social desde tiempos ancestrales, permite a algunos operadores privilegiados del mercado compaginar el humanismo con la cotización bursátil. No cabe duda de que Bodegas Riojanas S.A., fundada en 1890 –cuando España aún tenía territorios en cuatro continentes–, es uno de los productores insoslayables para comprender la evolución de la viticultura española, en especial a partir de sus marcas históricas Viña Albina y Monte Real. Hoy, la compañía escucha con atención a los consumidores nacionales e internacionales y maneja un catálogo de vinos diversificado y amplio, que no por contener referencias desenfadadas olvida la trascendencia de su trayectoria. Con presencia relevante en países como EE.UU., México, Reino Unido, Alemania, Suiza, China o Canadá, los productos de la bodega no solo despiertan interés en la hostelería y en el retail, sino en el ámbito del coleccionismo privado, a través de añadas antiguas de vinos excepcionales.
Linaje
Santiago Frías es miembro de una de las familias fundadoras. El primer directivo de esta bodega centenaria es un hombre cerebral y franco. En su mandato ejecutivo, al que añade ahora la presidencia del consejo de administración, lidera el marco exportador de la empresa y afronta los retos de la diversificación. “Siempre hay cosas que contar en el mundo del vino, pero para nosotros una parte del camino está ya recorrido. La mayor fortaleza que tenemos es el valor de nuestras marcas”.
Experiencia
Otro descendiente del linaje fundador, Emilio Sojo Nadal, conoce la viticultura desde la infancia y le acreditan siete lustros de impecable trabajo en la compañía. El enólogo ejecutivo supervisa los nuevos tiempos y a los equipos que trabajan en otras áreas geográficas, mientras preserva in situ la impronta centenaria de la bodega. “Las formas de elaborar que hay en cada territorio responden a motivos claros y debemos respetar esas identidades diferenciales del vino”, señala el elaborador jefe.
El territorio
En la población de Cenicero, Bodegas Riojanas cuenta con terrenos propios de configuraciones geológicas ácido-calcáreas, ácido-ferrosas, aluviales y con mezcla de arcilla y grava, con diferentes inclinaciones, horas de luz solar o corrientes térmicas, así como edafofauna y edafoflora diversas. De tal forma, la bodega tiene un amplio abanico de manifestaciones de su propio territorio, con cintura suficiente para adaptarse a los cambios climatológicos e hídricos. Sin embargo, mientras que las marcas Viña Albina o Puerta Vieja sí permiten ensamblajes de parcelas seleccionadas, la producción de Monte Real está circunscrita específicamente a terruños muy concretos, vinculados a su identidad histórica.
Los vinos
Viña Albina nació con el siglo XX como una marca de vino blanco, bautizada con el nombre de la hija de uno de los socios de la bodega, en una época en la que la producción de blancos superaba a la de tintos en La Rioja. Hasta los años 30 no llegaría Monte Real, concebido en un viñedo de Cenicero por el enólogo francés Gabriel Larrendat. Bodegas Riojanas produce o comercializa, además, las marcas Puerta Vieja, El Lago, Canchales y Boisa (D.O. Ca. Rioja), Viore (D.O. Rueda, D.O. Ribera del Duero y D.O. Bierzo), Peñamonte (D.O. Toro), Veiga Naúm (D.O. Rías Baixas) y Alacer (D.O. Penedès), champanes y cavas e incluso un vermú, en una joint venture artesana con un vecino de la zona.
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