Comer de oficio
Carme, por ejemplo
Se dice que los homenajes siempre llegan tarde, cuando poco le queda por hacer al destinatario. Los hay incluso póstumos –evidentemente más tardíos aún– que quieren resultar reparadores y justos, aunque quedan algo falsificados por la ausencia del titular.
Luis Cepeda
También los hay prematuros o sospechosos de compadreo y hay homenajes reiterados, como si sus diversos promotores se disputaran al protagonista o le fueran encontrando sucesivas utilidades. Además, los hay arbitrarios, caros e inconvenientes. Un célebre humorista gallego evitaba acudir a los homenajes diciendo que “no hay amistad que merezca un langostino pasado”. Y es que los agasajos personales suelen coincidir con banquetes colectivos. Pero con desiguales en méritos.
Lo contrario a todo eso es lo ocurrido en el que acaba de tributarse a Carme Ruscalleda en San Sebastián Gastronomika. Ha sido puntual, necesario e impagable, poniéndome concreto y parco. Ha trasmitido el reconocimiento a una cocinera en plenitud, la más galardonada de la historia de la cocina mundial, merecedora de siete estrellas Michelin. Cumplida su función profesional y empresarial durante 30 años –en el restaurante Sant Pau, donde se inició y sigue vigente su Cuina Estudi–, continúa compartiendo con sus colegas inspiración y evolución culinaria: “Quise cerrar el restaurante en lo más alto de su trayectoria, pero con la certeza de que era el momento de empezar otra etapa en mi vida. No me aburro y tengo la agenda repleta de actividades”.
En el sentido más prístino y medieval del término, rendir un homenaje a alguien consiste en expresarle “sumisión, veneración y respeto”. Cada miembro del comité organizador –integrado por lo que Carme llama su “generosa competencia”– lo fue verificando de manera impecable y escueta, limitándose a tres palabras elogiosas por chef, que Pedro Subijana resumió en una frase: “Sabes que te queremos, pero te lo habíamos dicho pocas veces”.
Luego, el maestro de ceremonias Carlos Latre amenizó la emotividad del acto convocando situaciones familiares, llamando al escenario a Toni, esposo y compañero activo en los afanes de Carme, o a su hijo Raúl, quien le da continuidad profesional al frente del Moments en Barcelona y que describió a su madre como “mujer todoterreno, inconformista, trabajadora, emprendedora, autodidacta y sobre todo muy dura”. Siguió un vídeo en el que Ferran Adrià afirma que Carme “es la cocinera más importante de la historia de Cataluña” y de fondo sonó una sardana, lo que ella aprovechó para manifestar en tono rotundo que “valoramos poco la importancia de la cocina clásica y ahí es donde está la verdad”.
Admirar de veras es uno de los grandes placeres de la vida, un deleite anímico que se ejerce poco. Ese gozo ambiental gravitó en el homenaje a Carme. Fue notorio y manifiesto del escenario a la última fila del anfiteatro del Kursaal, rebosante de público y entusiasmo. Como colofón Carme expresó su gratitud. Fue una reflexión profesional, potente y libre de prejuicios, que hay que volver a escuchar y que concluyó diciendo: “Debemos seguir defendiendo el respeto por el producto, por el equipo, por nuestro público y, por supuesto, por el valor femenino de la gastronomía, donde existe muchísimo talento”. Tratándose de quien rompió el monopolio varonil en cocina, reivindicando la igualdad de género, pero tratándose también de quien decidió no aceptar el galardón a la mejor “mujer chef” del mundo, concedido por The World’s 50 Best Restaurants, su mensaje adquiere un especial significado.
Pero ahí no quedó todo. Al tratar de resumir la trascendencia del homenaje a Carme dije antes que había sido “puntual, necesario e impagable”. Ese último término –pese al estigma económico que contiene–, acaso sea la única forma de evaluar o calificar, en una sola palabra, el homenaje gastronómico que se rindió a Carme Ruscallera en el Basque Culinary Center. Angel León, Joan Roca, Jordi Cruz, Eneko Atxa, Juan Mari y Elena Arzak, Pedro Subijana y Martin Berasategui, es decir, los titulares de siete restaurantes con tres estrellas Michelin, fueron los autores de otros tantos platos de estreno, dedicados a la gran dama de la gastronomía española en la cena de honor. Lo nunca visto. Impagable, claro.
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