César Serrano

Pepito Cacahué

Domingo, 08 de Marzo de 2020

Pepito Cacahué, llegado el domingo, se vestía con un traje gris que siempre olía a alcanfor. Completaba su indumentaria dominical con una camisa gris perla y una ancha corbata color burdeos. César Serrano

Después acudía a casa de Marta Sánchez Marcos y mientras ella también se vestía de domingo, él acometía al piano alguna pieza del maestro Solano, que Marta tarareaba desde el vestidor. Y siempre sobre el piano, un aguardiente de uvas rufete, llegado de algún clandestino alambique de Picote de Traslasierra.


Cuando aparecía en el salón la sonrisa de Marta, Pepito Cacahué cerraba la tapa del piano, daba un último sorbo al aguardiente y se lamentaba de la poca fortuna que tenía con los besos de Marta. Después, y desafiando a la cencellada, acudían a la que Pepito denominaba “ruta del alma gastronómica charra”, Tejares, Villares y algunos otros rincones secretos de la vieja Helmántica, que los domingos se convertían en auténticos templos de un guiso antiguo y poderoso. A ellos, a esos templos de la chanfaina acudían con la misma veneración que asistían las almas pías a misa de 12 en la Clerecía. Pero antes, a las 12, comenzaba el ritual en el Nobelty. Aquí aún sin el vigoroso guiso, pero sí con la poderosa memoria de Aníbal Núñez, que en tantas ocasiones ocupaba esa primera tertulia. Ahí, su dolor libertario, su búsqueda de la luz a través de la palabra, y ahí también Paco Nobelty, mecenas siempre radical, culto, y siempre hastiado como Aníbal de los días por venir, y entonces acudía a los versos del poeta muerto “ya no me gusta tanto Joan Baez: se cansa uno de prometer que venceremos o we shall overcome”. También en esa primera hora, el periodista Francia y su descripción de la arrolladora belleza de Charo López. “Nadie como ella –decía– ha causado tantos cataclismos en ese lugar donde nace el deseo”. Hasta don Gonzalo Torrente se sentía estremecer cuando ya sin luz en su mirada percibía el penetrante perfume de Charo. “Es ella”, recuerda Francia que decía el autor de La saga/fuga.


Una hora pasado el mediodía comenzaba la peregrinación buscando los aromas anisados de un guiso de sangre y casquería, un guiso, aseveraba Pepito, “maldito como la poesía de Aníbal, que nos llega desde las entrañas de un pensamiento visceral”.

 


 

Chanfaina


Ingredientes

 

  • ½ kg de hígado de cordero
  • ½ kg de callos de cordero
  • 8 manos de cordero
  • 300 g de sangre de cordero
  • ½ kg de arroz
  • 1 cucharada de pimentón de La Vera
  • 3 dientes de ajo
  • 2 huevos cocidos
  • 3 cebollas
  • 1 pimiento rojo
  • 1 cucharadita de comino molido
  • 2 hojas de laurel
  • 1 guindilla
  • pimienta en grano
  • aceite de oliva virgen extra Gata-Hurdes

 

Elaboración

 

Cocer los callos y las manitas con hoja de laurel, granos de pimienta y un trozo de cebolla (15 minutos). Reservar el caldo. En cazuela aparte cocemos los huevos. Elaborar un sofrito con el ajo, el pimiento, la cebolla, el laurel, el pimentón, el comino y la guindilla. Pochar hasta ablandar las hortalizas. En una paella, sobre chorro de aceite echar el hígado muy fino, añadir los callos, las manitas cortadas, la sangre y el arroz. Verter el sofrito y el caldo y cocinar 20 minutos. Acompañar con huevo rallado.

 

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