Vinos indies

Las uvas independientes proporcionan vinos fuera de lugar

Martes, 14 de Abril de 2020

Hay uvas que relacionamos con ciertas zonas vinícolas, pero hay quienes van por libre y elaboran sus vinos top con independencia de las variedades de terruño. Son los “indies”, más volcados en la creatividad y la I+D que en la D.O. Luis Vida. Imágenes: archivo

 

La blanca viognier del Ródano se ha puesto de moda en los últimos tiempos por blancos tan contundentes y expresivos como el del Pago Vallegarcía en los montes de Toledo, alguno en Priorat –Finca las Myriams de Mas d’en Just– así como en Jumilla, Valencia y otras tierras. Pero el ejemplo más exótico y radical podría ser el A Pita Traste, la “trastada personal” de Pilar Higuero en Lagar de Sabariz en el Ribeiro gallego. “Aquí está feliz, es fresca, con aromas sutiles, ligera pero con cuerpo. Al contrario que otras, mejora con los años. En otros sitios de España pierde acidez y en nariz es tan perfumada que el aroma me resulta pesado y hasta ordinario… mucha flor”. La propietaria visitó hace unos años la finca en Condrieu de donde partió hace un siglo su familia, arruinada por la filoxera, para España. “En Francia llaman a la viognier “la princesa caprichosa”. Me traje leña y reinjerté unas 1 000 cepas que nunca pensé que se adaptasen tan bien. Era romanticismo, volver, un nexo de unión, un homenaje a mis antepasados. ¡Son mis orígenes porque yo también era forastera! Al final, lo llevas en la sangre”.

 

[Img #17907]Recorriendo el camino la inversa, del Atlántico al Mediterráneo, Pago de Tharsys anuncia con orgullo en su web: “Galicia es al albariño como Requena a la Bobal, pero, ¿por qué no romper esquemas?”. “El motivo de plantar Albariño en tierras valencianas fue fundamentalmente emocional” –nos explica su directora de comunicación Rebeca García– “Vicente García, cofundador de la bodega, había empezado su trayectoria profesional como enólogo en Galicia a finales de los años 60. Allí se enamoró perdidamente de la albariño y cuando años después emprendió su proyecto más personal, fue la primera variedad que decidió plantar en una única hectárea con suelos de caliza”. Es un blanco que dicen elaborar “por el puro gusto de hacerlo”. Hoy en día, es nuestro vino más apreciado, conocido y escaso”.  Se vendimia por la noche para esquivar el calor que hace aún en septiembre en Valencia, “y esa noche de vendimia siempre es compartida con la familia, amigos e invitados”.

 

 

Parentescos dudosos

 

Antes se decía que la albariño estaba emparentada con el riesling y aunque los estudios genéticos han demostrado que no tienen nada que ver, parece existir cierta conexión sensorial que mueve a algunos a combinarlas. Seldaiz es una pequeña bodega familiar de Cantabria que elabora sus “Yenda” a partir de cinco hectáreas a 500 metros de altitud en los Valles del Pas, “con una suave pendiente orientada al sur este donde plantamos albariño, riesling y godello, uvas aromáticas adaptadas a los fríos y lluvias del norte”, tanto en varietal como en ensamblaje, con y sin barrica y en versión tranquila y espumosa. Y aún más arriba, en las alturas del pre-Pirineo de Lérida, Castell d’Encus ensaya un ensamblaje parecido en su Ekam. El enólogo Raúl Bobet había disfrutado los riesling alemanes en sus viajes y, como parte del duo Ferrer-Bobet ya vinificaba las variedades mediterráneas en el Priorat, pero las altitudes de hasta 1 200 metros de la Sierra del Pallars Jussá le permitieron jugar con uvas propias de zonas frías, e incluso de vendimiar una parte con podredumbre noble para ofrecer su propia interpretación de los vendimias tardías centroeuropeos.

 

[Img #17909]Los primeros riesling españoles nacieron en los años 70 cerca del Mediterráneo, en las viñas del Penedés con las que Miguel Torres elabora el Waltraud que dedica a su esposa alemana y en las alicantinas de Salvador Poveda, que también tienen una razón emocional: el enólogo Rafael Poveda había bebido en casa los blancos que su padre traía de sus viajes a Centroeuropa y las cepas que plantó en Monóvar en 1979 de modo experimental le sirvieron para la tesina de su carrera de enólogo en Dijon, Borgoña. Hoy vende unas 75 000 botellas de un blanco del que dice que no tiene nada que ver con los alemanes aunque tiene bastante éxito entre los nativos de ese país que viven en la costa.

 

Una descendiente del riesling encontró también hogar en Cataluña. La incrozio manzoni es un cruce italiano con pinot blanc que Carlos Esteva, propietario de Can Rafols dels Caus, había descubierto en Verona a mediados de los años 80 y que se animó a plantar en los blanquísimos suelos rocosos del Garraf, justo detrás de su casa. Hoy “El Rocallis” es una perfecta expresión de una uva de la que se cultivan pocas hectáreas en el mundo y a la que se han sumado en las últimas cosechas casas como Mas Comtal con su Antistiana, herencia póstuma de las inquietudes del enólogo Joan Milá.

 

 

Tintas de la fría Europa

 

[Img #17906]Cuando Friedrich Schatz se instaló con 18 años en Ronda ya traía los sarmientos de una especialidad de su tierra natal, Baden Württemberg: la lemberger (o blaufrankisch),“la uva del Kaiser, la preferida de los Reyes”, una de las variedades más importantes de la Europa del centro y el este. Hoy está muy satisfecho con su adaptación a las montañas de Málaga y opina que su origen podría estar en Georgia. “Y como de allí salieron los Iberos hace unos 2 500-3 000 años, cruzando el Mar Negro y luego el Mediterráneo para asentarse en la península Ibérica, cabe pensar que ya la llevaban con ellos. Por eso para mi es la variedad mas autóctona de España”. También introdujo otras uvas, como la pinot noir, una variedad de la Francía fría –Champagne y Borgoña– que parece muy poco adecuada, a priori, para nuestros climas, pero que en las montañas andaluzas ha encontrado intérpretes como el Cortijo de los Aguilares o el “Pino Rojo” de Barranco Oscuro, la versión “natural” que hace Manuel Valenzuela en las Alpujarras. Ya sabemos que con la pinot se pueden hacer muy buenos espumosos, pero el tinto tranquilo es otra cosa y quizás el trabajo más consistente a escala nacional sea el de Alta Pavina, una auténtica rareza en el páramo castellano desde principios de los años 80. Los hermanos Diego y Hugo Ortega continúan el trabajo de su padre en las 35 hectáreas de la parcela, cercana a Tudela de Duero, y ven como un gran desafío conseguir “toda la esencia y la elegancia de la variedad pero con la fuerza del entorno”. Los 1 000 metros de altitud son un factor importante por la frescura que aportan al viñedo, “al haber diferencias térmicas muy importantes en apenas pocos kilómetros con respecto al entorno de la Ribera del Duero”.

 

 

Los exóticos tintos de las alturas

 

También de Francia vino la malbec que cultiva Altolandón para “L’âme” (“El Alma”). La variedad es hoy más conocida por los brillantes tintos que nos llegan de Argentina que por los de Cahors, su zona de origen cerca de la costa atlántica de donde proceden los clones que la enóloga Rosalía Molina cultiva a 1 100 metros de altitud en la Manchuela conquense. “La semejanza de altitud con Mendoza es lo que más tuvimos en cuenta a la hora de plantarlos aquí. Se han adaptado excepcionalmente a pesar de ser una variedad bastante compleja, de maduración lenta y tardía. La altitud aporta acidez natural y por tanto frescura a los vinos”.

 

[Img #17908]Las tierras altas y calizas de la Manchuela fueron ya el banco de pruebas ideal para trasladar variedades exóticas como la touriga portuguesa desde los viñedos graníticos del Dâo y los pizarrosos del Douro. El periodista Víctor de la Serna y el enólogo Rafael Orozco plantaron en 1998 las viñas para la “Cuvee TNS” de Finca Sandoval. Las altas puntuaciones de la crítica pronto parecieron respaldar la introducción en el sur de España de unas variedades que hoy podemos encontrar en otros vinos como el “Venta la Ossa TNT” de Bodegas Mano a Mano en La Solana, Ciudad Real, así como en los nuevos tintos extremeños del Equipo Envínate. Su colaboración con el “Palacio Quemado” de Bodegas Alvear y la familia Losada –un proyecto de gran envergadura en Alange, Badajoz, con 95 hectáreas de viña plantadas en 1999– da prioridad a las tintas portuguesas touriga nacional y trincadeira, de la que dicen que es “la que transmite frescura y hace pasar al vino como una flecha”. Es una pena que ya no se vaya a repetir el varietal de tinta amarela (trincadeira) de la parcela Valdemedel que hacían en colaboración con el viñador Eusebio Machio en suelos calizos a 500 metros de altitud. Pero los “Palacio Quemado Finca los Acilates” y “La Zarcita” son buenos exponentes de un trabajo hecho con sensibilidad en el que el frescor del atlántico parece iluminar los sabores maduros de una tierra cálida.

 

 

 


 

La historia secreta

 

La chenin blanc del Loira que algunos como Can Rafols o Escoda Sanahuja estaban introduciendo tiene más tradición de lo que pensábamos. En la muy norteña zona gallega de Betanzos (A Coruña) se la conoce “desde tiempos inmemoriales” como Agudelo. “Con la filoxera se redujo su extensión aunque permaneció en casi todas las fincas en pequeñas proporciones, desplazada por variedades foráneas más productivas”. Pablo Mandeo, de Conexión Mandeo, trabaja hoy la chenin/agudelo como seña de identidad en su Mar ao Norde mientras que viñadores como Iago Garrido la están trasladando al Ribeiro.

 

 

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.