Wine + Food la experiencia Velasco y Aduriz

Cenas que rizan el rizo a cuatro manos con Velasco y Aduriz

Miércoles, 15 de Abril de 2020

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Seguro que dos mentes piensan más que una y que cuatro manos cocinan mejor que dos. Ante esta premisa meramente aritmética nos rendimos a la evidencia: los tándems eventuales para sorprender al comensal están de moda. Teresa Álvarez. Imágenes: Arcadio Shelk

 

Es una tendencia divertida, arropada por el afable carácter de quienes lo organizan, tanto el chef que acoge en su cocina como el invitado, y posibilita conocer aspectos de la gastronomía distintos, productos y formas de entender diferentes y crear realmente un juego sensorial apasionante. Aunque los cuatro manos ya son muy frecuentes, hay algunos inolvidables, como, por ejemplo, el disfrutado el pasado 20 de febrero en el restaurante madrileño Santceloni. Allí jugaban partido Óscar Velasco y Andoni Luis Aduriz. Dos estrellas con trayectorias dispares, modos y maneras totalmente contrarias y personalidades también muy diferentes.  Y si hablamos del menú, 190 € es el precio (300 € con vinos) por probar platos como el poético Candidum de Andoni –absolutamente brutal esa croqueta líquida con penicillium de leche– o el trabajo medido y sesudo de Óscar con uno de mejores platos de angulas que hayamos probado en nuestras vidas.

 

 


Óscar Velasco

 

Prudente, sereno, sabio. Óscar (Segovia, 1975) nació maduro y su trayectoria lo confirma pues lleva ya 18 años en la misma casa aportando solidez y creatividad a dosis iguales. Y todos contentos porque su cocina, herencia de Santi Santamaría, es pura elegancia con un pequeño toque de diablillo que ha ido saliendo según pasan los años. Santceloni es y será el templo de la delicadeza, un lugar donde sentirse como un rey aunque sea el breve instante de un almuerzo.

 

 


Andoni Luis Aduriz

 

Aduriz (Donostia, 1971) es para muchos el tres estrellas más claro del firmamento Michelin, pero en su casa solo luce dos por razones incomprensibles. Vasco muy vasco en las raíces, pero con un universo paralelo muy desarrollado que le hace cuestionar cada rincón del recetario en su taller I+D, creando platos transgresores de ingredientes sencillos y texturas rabiosas que dejan entrever su mirada creativa y única. Mugaritz, su restaurante, es un lugar para irreverentes sin remedio.

 

 

 

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