El wineloverismo tiene un precio

Mirad que este verano es atípico, distópico, ucrónico y espantoso, pero aun en este survival horror ya empiezan las redes sociales a llenarse de fotos de skylines botelliles más o menos prohibitivos y exagerados, tanto por precio como por cantidad. Santiago Rivas
Lineales de, literalmente, varios metros víctimas de desenfrenadas quedadas winelover.
Luego, a través de la aplicación de mensajería instantánea elegida, las fotos o vídeos de los más llamativos rulan y, desde la nunca sana envidia, se comentan de manera más o menos venenosa, surgiendo un recurrente debate: ¿Es winelover beber (muy) caro? Obviamente, hay etiquetas estandarte del culto iniciado (Overnoy, Selosse, Giusseppe Rinaldi… etc) que también son caras, pero la duda no va por ellas. Me refiero a paisajes protagonizados por vinos muy famosos, incluso ya alguno trascendiendo la cultura pop. Estoy pensando en los vinos mileuristas de Burdeos, Napa, Borgoña o incluso patrios como La Faraona, L´Ermita o Pingus. ¿Es winelover beber todo el rato Château Margaux y similares?
Antes de contestar a esta pregunta tenéis que saber que la primera ordenación winelover importante de la historia fue la famosísima clasificación de los chateaux del Medoc de 1855, la cual sigue muy vigente. Tan esculpida en piedra que solo se ha tocado un par de veces desde entonces, resultando que para realizarla se tiró del precio medio por tonel de las décadas precedentes. Es decir, se decidió qué bodegas merecían una categoría superior a otra por el coste del vino. Cuanto más caro, más Grand Cru eras. Que se dejaron de hostias, vamos. De hecho, esto es una aplicación del ya aquí comentado en capítulos anteriores “Efecto Lindy”: si un vino lo llevas vendiendo mucho tiempo más caro que otro, es que el caro es mejor o, al menos, gusta más.
Si el arco temporal es lo suficientemente grande, esto es inapelable. Lo mismo en cinco años puedes tener inflado un precio; pero en cincuenta años ya me parece complicado, y en cien es imposible; y más teniendo en cuenta que en esa época esta gente solo hacía un vino, es decir, no había un Pétalos que pagara las facturas de La Faraona. Por lo tanto, la primera conclusión es que el proto wineloverismo no solo no veía un hándicap en el precio, sino que lo tomaba como regla heurística válida.
Pero claro, ahora estamos en plena sociedad del espectáculo, se hacen infinidad de vinos a precios muy competitivos (entre 30 y 60 euros hay muchísimo megavino) y las redes sociales nos exponen tanto que la subida de la foto de una botella genera connotaciones. Lifestyle. Todo el mundo quiere ser cool y trendy y parecer listo y sofisticado y culto y divertido y guapo y delgado y elegante y no ser calvo y claro, lo mismo apretarte una referencia tan famosa que para acceder a ella lo único que haga falta es dinero… pues no es lo más evocador de esas cualidades. Porque no olvidemos que las grandes referencias del mundo en cuanto a precio son bastante fáciles de conseguir.
Presencialmente en en muchas tiendas de vinos más o menos potentes son tan asequibles de localizar como un Viña Alberdi. Es más sencillo beber un Dom Pérignon, un Louis Roederer Cristal o un Krug en un club de playa de Marbella que un Clos Lentiscus. Y por esto, nace un término peyorativo para con estos seres humanos: “etiquetero”. Los etiqueteros, al menos de lo que observamos en sus perfiles de Instagram, solo beben vinos caros muy conocidos.
Cuando digo caros no me refiero a más de 50 euros (no me seáis tiesos), sino a más de 200 euros.
No beben referencias de especial culto; no les veréis con un top de Laurent Ponsot si no con un Romanee-Conti. Para ellos Château Rayas es su básico de fresqueo. Son muy obvios.
Los etiqueteros dan mucha rabia a otras facciones del culto vinero con menos potencia de fuego, o con más sensatez de apertura, porque estos últimos piensan que en el alarde está el desconocimiento de los primeros, es decir, sospechan que no saben apreciar lo que están tomando y eso que en las fotos que suben sí parecen estar pasando un buen rato.
Entonces ¿El etiquetero es un winelover?
Mi respuesta, pero es solo mi opinión, sería en sentido negativo, es decir, discrepante con el comportamiento descrito. O lo que es lo mismo: NO.
Realmente… realmente son unos asquerosos, así se atraganten todos y les salgan todas esas putas botellas con TCA y se corten con el sacacorchos al abrirlos o mejor, ojalá alguien venga les arranque la tibia y les apuñale con ella en la garganta poniéndolo todo perdido de sangre. Mucha sangre. Pues eso, que no creo que sea muy winelover esta praxis.
Lo llevo todo fenomenal.
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