Bateas y vinos
Buscar oro: la brillante enoexperiencia a orillas de un río leonés

La bodega leonesa Fuentes del Silencio propone una sorprendente iniciativa: sentirse como los viejos buscadores de oro californianos, pero esta vez en el cauce del cercano río Jamuz. Javier Caballero
Paseos a caballo entre viñedos, exhibiciones de vertiginosas rapaces, pisada de uva, poesía rodeados de pámpanos a la luz de la luna, quads, violines que despiden el atardecer mientras se cata... Las visitas enoturísticas se han ido refinando y sofisticando con el tiempo para satisfacer la demanda del cliente, sorprenderle y perpetuarse en su memoria. Este verano, como si de vieja alquimia se tratase, la leonesa bodega Fuentes del Silencio propone una nueva experiencia enoturística inédita: la de buscar oro en las orillas del río Jamuz provisto de una batea, botas de agua, paciencia y sagacidad en la mirada para detectar las pepitas que se esconden y culebrean por el cauce del río, a la sombra de robles, paleras y alisos. No hace falta irse a la California del siglo XIX para sentirnos emprendedores en busca de fortuna. Ahora, se brinda la oportunidad de vivir el Valle del Jamuz como auténticos sabuesos del oro y disfrutar de una jornada en contacto pleno con la naturaleza, además de redondear y comentar lo vivido en una cata final de vinos de la bodega.
¿De dónde parte este iniciativa tan novedosa? En la arqueología y la historia se razona. El Valle del Jamuz conserva terrenos con alto contenido en metales y oro, una condición que atrajo hasta aquí a los antiguos romanos para instalar minas que surtieran del preciado metal al vasto Imperio. Una investigación llevada a cabo por geólogos e historiadores de las universidades de Cantabria y Salamanca sostiene que la explotación del oro en el suroeste de la provincia de León por parte de los romanos comenzó en el valle del Jamuz, y más tarde se desplazó a las zonas montañosas próximas en los valles del Eria y La Valduerna. Según este pormenorizado estudio, la clave estriba en los depósitos de raña, un conglomerado de sedimentos rojizos en los que se deposita el oro. Todo este trabajo trascendió gracias a la tecnología denominada LiDAR (Light Detection and Ranging), que permite cartografiar el terreno desde el aire, lo que provocó que los científicos pudieran identificar nuevas zonas con indicios de haber formado parte de una explotación minera.
De tal suerte que Fuentes del Silencio posee viñedos situados sobre algunos de esos antiguos asentamientos, lo que hace que sus vinos tengan características singulares y únicas precisamente por esa composición, que ha hecho categorizar sus viñedos como “auro terroir”. De ahí que la bodega impulse una experiencia inusual, guiando a los visitantes por los territorios antiguamente habitados por mineros romanos y acercándose hasta el río para buscar pepitas valiéndose de una batea. Solo hay que acercarse a la orilla, apostarse en un lugar tranquilo donde el cauce baje sereno y comenzar la búsqueda de oro, esperando contar con la alianza de la diosa fortuna. En el mejor de los casos, aparecerá el brillante metal, pero si no, la experiencia vivida resultará igual de venturosa e inolvidable. Después de la búsqueda llega la recompensa en forma de los vinos de Fuentes del Silencio, que ya se catan en bodega, donde también se conservan objetos romanos de la vida cotidiana durante el Imperio y la República en la región, como vasijas, joyas, alhajas, recipientes para perfumes y ungüentos, lámparas y hasta piedras que actuaban de contrapeso en los telares.
"Esta iniciativa surgió en un café tras un almuerzo, y decidimos explicar y poner en valor los orígenes romanos del valle, nuestras raíces. De hecho, este es el primer enclave donde los romanos extrajeron oro, porque luego hallaron Las Médulas, que fue el gran filón. A todo esto tratamos de darle un cariz más dinámico con la batea en el río. Por gente que conocermos, bateadores en plan hobby, se saca muy poquito, pero el objetivo es más que nada que se aprenda a batear, empaparse bien del paisaje y la historia y, de paso y con suerte, se lleven en una probeta una pequeña pepita de recuerdo. Luego en bodega explicamos cómo vinificamos, y catamos, maridando con productos locales como queso de pata de mulo y cecina y chorizo de Castrocalbón", explica Alberto Aldonza, jefe de viñedo de Fuentes del Silencio y mentor en esta experiencia.
Se trata de una jornada llena de oro y vino pensada para disfrutar en familia o grupos. La visita incluye batea de oro en el río con equipación necesaria si el visitante no posee equipo propio (botas de agua); visita a la parcela histórica de Herreros, La Gándara, de la que procede el vino del mismo nombre; visita a la bodega y cata de vinos acompañada de aperitivos locales. El precio por persona es de 70 euros y es necesario reservar con antelación por teléfono (987 868 681 y 682 624 328) o email, escribiendo a info@fuentesdelsilencio.com. La visita matinal tiene una duración aproximada de dos horas y media. La bodega leonesa garantiza la higiene y la seguridad en estos tiempo de prevención y cautela devenidos de la pandemia.
Reciente miembro de Grandes Pagos de España –una asociación sin ánimo de lucro que reúne 29 bodegas de todo el territorio nacional y que defienden la singularidad del territorio como expresión del estilo particular de cada vino– Fuentes del Silencio nace en 2013 en el Valle del Jamuz (al sur de la provincia de León) de la mano de Miguel Ángel Alonso y María José Galera. El proyecto se fundamenta en la recuperación de viñas centenarias, alguna prefiloxéricas, y variedades ancestrales de la región: mencía, gran negro, alicante bouschet, palomino y doña blanca. La bodega cuenta con 24 hectáreas repartidas en 120 parcelas situadas a los pies del monte Teleno, plantadas en una conducción tradicional conocida como vaso rastrero, un tipo de poda que requiere un minucioso trabajo en el viñedo por parte del equipo que encabeza Marta Ramas, que apuesta por la viticultura ecológica. Los suelos sobre los que se asientas estos viñedos han sido calificados como “auro terroir” por la empresa californiana Biome Makers. Todavía con trazas de oro y metales pesados, por la presencia de la mina de oro más importante del Imperio Romano, tienen una selección única de levaduras y bacterias que lo convierten, por su biodiversidad, en uno de los terroirs más excepcionales del mundo. Fuentes del Silencio busca así mantener este patrimonio genético excepcional y estos viñedos centenarios así como promover el trabajo y la economía de una zona olvidada.