Santiago Rivas

Agosto Winelover

Domingo, 02 de Agosto de 2020

Estamos en agosto, un agosto atípico. Tanto, que estas palabras las estoy escribiendo, por tema de plazos y maquetaciones, en junio. Y no sé muy bien a qué tipo de agosto me estoy dirigiendo. Santiago Rivas

Pero, independientemente de cómo estaremos, es momento de poneros tarea. Si ya estáis leyendo esto en una tumbona o en algún avión, o tren, yendo hacia algún lado, no queda tanto verano y lo mismo estáis suspendiendo en wineloverismo.


Porque puede que os penséis que en verano, entre el calorcito y la playita, con beber tinto de verano y
blanquitos gélidos ya tenéis todo hecho. Y no. El wineloverismo nunca duerme. No descansa. No conoce de vacaciones. Soy vuestro “Sargento de Hierro”, vuestro profesor desagradable de “Whiplash”, vuestro “señor Miyagi Angry Edition”. La buena noticia es que aún estamos a tiempo de enmendarlo, descorchando los siguientes tipos de vinos que os harán tener completito de puntos vuestro carnet winelover.


Empiezo con la santísima trinidad del iniciado por vinificación y/o crianza:


Orange wine o ámbar wine, es decir, “vino naranja”: no puede acabar el verano sin que probéis una de las tipologías de vino a la que cada vez más bodegas se están sumando. De hecho, si quieres ser un elaborador trendy, más te vale que vayas preparando una referencia naranja. Estilo originario de Georgia, se llaman así por su color resultante de macerar el líquido de la uva blanca con sus propias pieles. Son muy curiosos y los tenéis de todos los precios. Yo recomiendo los que hacen Filoxera y Cía en Valencia, o los gallegos de Komokabras y Bodegas Attis. También hay uno catalán de Costadors que es naranja y blanc de noirs. Una locura que aun no entiendo bien cómo se hace, pero está bueno.


Lo siguiente que os va a tocar abrir es un vino tinajero, entendiendo tinaja en un sentido amplio. Podéis considerar winelover cualquier vinificación que se haga fuera del acero y madera habitual. Por lo tanto, sirve el cemento, huevos flextank, barro o lo que sea. El caso es que con la utilización de estos materiales se suelen quedar unos vinos, al perder la invasión del roble, de un fresqueo muy óptimo para el verano. Los buenos son adictivos. Aquí lo hacen bien muchos: desde Verónica Ortega en el Bierzo a Germán Blanco en la Ribera del Duero. A poco que investiguéis hay donde elegir.


Llegamos al final, a la tercera pata, pero no menos importante. De hecho, si me apuráis, la más importante. Y es que no puede faltar para completar esta selección un vino que haya tenido crianza biológica o haga la crianza en un recipiente en el que haya habido velo de flor. Y no, no sirve con darle al fino o a la manzanilla. Nanai. Yo me refiero a vinos no encabezados, y de otras latitudes. Incluso tintos que han pasado por este tipo de proceso. Los tenéis en el propio Cádiz (Socaire o UBE), Rioja (Mirando al Sur) o incluso País Vasco (Bat Gara Aromas del Sur).


Pues una vez que os hagáis con este tridente ya sí os podéis relajar con la tranquilidad que da el haber bebido bajo las reglas winelover. Y punto.

 

 

SOBREMESA no comparte necesariamente las opiniones vertidas o firmadas por sus colaboradores.

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.