César Serrano

Soledades

Jueves, 06 de Agosto de 2020

Cuando el gobierno de la nación decretó el confinamiento de la población, Agapito Contreras Buenadicha acababa de regresar a Picote de Traslasierra de un largo viaje a su amada Francia. Fue allí donde nació y donde creció, donde acudió a la universidad y donde vivió la pasión del amor… César Serrano

También el desencanto. Cuando esto ocurrió acudió al calor del sur, a Picote, de donde un día sin fecha en la memoria salió su padre huyendo de una guerra para acudir a otra enorme tragedia de la que nunca quiso hablar.
[Img #18317]Sí conoció a través de lecturas aquellas tragedias. También aprendió a disculpar la desmemoria del padre, su silencio, al que sabía que se llegaba desde el miedo. Miedo también ahora en los días del confinamiento, un miedo que lo paraliza todo, que hace que el canto de los pájaros, que le llega desde el enorme nogal que da sombra al merendero, le resulte tan aterrador como el maullido de los gatos solitarios en los días de su ya lejana infancia en la rue Mont de Marsan. Sí, ese sonido, el de los gatos solitarios le recuerda al llanto desesperado de los niños en las noches oscuras de los orfanatos.


Los geranios de los arrayanes muestran el cansancio de un verano de fuego y cenizas que Agapito Contreras contempla entre la indiferencia y el hastío. En la radio, en el televisor, en las redes parecen anunciar el final de cualquier camino a la esperanza. Todo parece conducir a precipicios de desgracias, a lugares oscuros, sin luz, sin brisas frescas llegadas del arroyo de los alisos que tanta calma ayer le regalaban. Y es ahí, cuando los sueños acuden a la zozobra y comienza a sentir un punzante olor a pavesas que llega del limonero de luna en flor.
“El miedo te vacía el alma”, se le escucha decir, “y se la cierra a los sentidos, a los sueños; el miedo te impide sentir la luz de las amanecidas
, te niega el mediodía y los atardeceres; el miedo te arrastra a largas y oscuras noches donde siempre hace frío”. Da un sorbo de un vino maduro y sonríe en una mezcla de amarga complacencia: “Tal vez estos sean los únicos besos que lleguen ya a mi boca...”.


El nogal del huerto se encuentra ya en todo su esplendor, la enorme copa proyecta su sombra sobre el merendero donde Agapito Contreras entretiene sus horas acudiendo a viejas y nuevas lecturas. De esas antiguas lecturas, el poemario de Louis Aragón Les yeux d'Elsa y también un libro de memorias, viajes y gastronomía, The Alice B. Toklas Cook Book. La algarabía de los jóvenes arrendajos en sus primeros vuelos, el sonido alegre de las campanas anunciando que es fiesta mayor… Abre el libro de Alice B. Toklas y busca entre las páginas una receta propia para los días de la canícula. Se siente seducido por un Fruit sorbet. Recuerda entonces las cerezas, las últimas cerezas del verano, llegadas del cerezal de la sierra. Entonces le parece escuchar risas de niños junto a la fuente de los siete caños. El aire llega de nuevo cargado del frescor de los alisos. Sonríe mientras comienza a deshuesar las cerezas de voluptuoso color carmesí.

 



Sorbete de cerezas


Ingredientes

 

 

  • 1 kilo de cerezas
  • 135 g de azúcar glas


Preparación


Deshuesamos las cerezas, bien con un útil o practicando un corte en toda la circunferencia del fruto. Una vez hecho el corte, giramos los dos trozos y nos saldrá el hueso. Mezclamos a continuación la pulpa de las cerezas con el azúcar y pasamos por la batidora hasta que nos quede un puré muy fino. A continuación pasamos por el chino sobre el recipiente que llevaremos al congelador. A la media hora mezclamos de nuevo con la ayuda de un tenedor y devolvemos al congelador, de donde lo sacaremos en una hora. Mezclamos de nuevo y servimos en un cuenco de cristal muy frío.

 


 

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