Solidaridad y medioambiente

Desperdiciar menos alimentos, una cuestión de apps

Jueves, 08 de Octubre de 2020

La pandemia y la situación de crisis que se vive en nuestro entorno nos hace fijarnos, inevitablemente, en el desperdicio de comida. Es un buen momento para echar un vistazo a las apps que lo evitan a golpe de click. Raquel Pardo

Según una información de La Moncloa, ocho de cada 10 hogares tiran alimentos y bebidas a la basura y gran parte de ellos, los tira tal cual, sin elaborar. Un desperdicio que se suma al que realizan comercios grandes y pequeños que se deshacen de productos que prevén que no se venderán y con fecha próxima de caducidad o fin de consumo preferente.

 

La pandemia y sus consecuencias hacen reflexionar sobre el futuro de muchas personas que ahora ya están en situación de pobreza y preguntarnos si sería posible paliar de algún modo la carencia de alimentos de algunos mientras otros tiran porque les sobra. Uniendo puntos, quizá, ese deseado equilibrio se acercaría cada vez más.

 

De momento, y observando este panorama, han surgido aplicaciones entregadas a frenar este desperdicio, poniendo el acento en el que se produce desde los establecimientos comerciales: empresas como Too Good To Go, la francesa Phenix o Komefy se ocupan de poner a la venta, con grandes descuentos, productos que no se van a vender pero están en buen estado, involucrando, por un lado, a compradores que se benefician de mejores precios en lugares de cercanía y por otro, a los establecimientos, porque no tiran comida que realmente es apta para comerse o cocinarse.

 

Más que apps

 

[Img #18459]Pero más allá del ciclo de consumo, la estructura abarca más ámbitos, y sin duda, uno de ellos es el social, de lo que también son conscientes los creadores de estas apps. En España, es pionera Encantado de Comerte, una aplicación contra el desperdicio de comida que tiene también una vertiente solidaria, no solo directa, porque reducir ese sobrante ayuda al planeta, también indirecta, ayudando a familias y organizaciones benéficas con su mero funcionamiento.

 

Desde la empresa española, fundada por tres jóvenes de Madrid y Zaragoza, Gabriel Ramas, Enrique de Miguel y Adrián Espinosa, han observado que en Encantado de Comerte ha cobrado especial importancia la parte social, especialmente debido a la pandemia: “Las ONGs han visto crecer las solicitudes de ayuda, y nuestra herramienta tiene la capacidad de generar un impacto muy positivo en las familias vulnerables, ya sea de modo temporal o no”, comentan.

 

Si bien reconocen que el confinamiento de marzo a junio modificó los hábitos de los consumidores, que optaron por compras en grandes superficies en lugar de visitar los pequeños comercios (con los que trabajan en su aplicación), sí han proliferado iniciativas para apoyar el comercio local y dar visibilidad a un sector, en su opinión, poco digitalizado. “Es un gran movimiento de reconocimiento de valor hacia las tiendas de barrio y nos alegra mucho que suceda esto. Desde Encantado de Comerte intentamos focalizarnos en el comercio local y queremos seguir así”. De momento, 150  comercios en Madrid, Zaragoza, Logroño y Santiago de Compostela forman parte de la plataforma

 

Cara solidaria

 

[Img #18458]El matiz de combate contra la malnutrición y la carencia de alimentos marca una diferencia de la española con otras apps, que contribuyen a frenar el desperdicio pero se centran en lo que esas acciones benefician al entorno. Encantado de Comerte, sin embargo, se acerca a un problema social ofreciendo una herramienta destinada a las ONGs e instituciones sociales como Cáritas, FACU (Federación Aragonesa de Consumidores y Usuarios) y CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado), para que puedan poner esta tecnología a disposición de las familias y que estas accedan gratuitamente a una alimentación más variada. La ventaja, comentan, respecto a comedores sociales o bancos de alimentos, es que las familias escogen lo que comen y no se someten a una situación estigmatizante. Con este programa, entre cuatro y ocho semanas, Encantado de Comerte evalúa el impacto que genera en esas familias y la continuidad de las ayudas: “Nuestro mayor éxito pasa por que una familia que deja el programa siga haciendo uso de nuestra app con sus propios recursos”, comenta uno de los fundadores, Gabriel Ramas.

 

Ya se cuentan por decenas las familias que la aplicación ha ayudado este año y desde la dirección se espera llegar a más en breve. La compañía ha puesto en marcha una ronda de financiación para recolectar hasta 150 000 euros y seguir creciendo y sumando establecimientos, a la vez que amplía su contacto con más instituciones sociales, ONGs y ayuntamientos que quieran llegar a familias vulnerables.

 

Falta conciencia

 

Según Ramas, en España la gente no es consciente de la comida que se desperdicia: “No tienes más que preguntar a tus familiares, la respuesta suele ser no, pero es una visión sesgada de la realidad”, comenta y añade: “En tu casa tiras dos tomates, una lechuga y unas sobras y no te parece gran cosa. La realidad es que según cifras de AECOC 2012, en los hogares se produce un 42% del desperdicio total de alimentos. Y muchas veces es debido a la creencia de que una manzana picada está mala o a la desinformación relacionada con las fechas de caducidad o consumo preferente.”

 

La mayor demanda, asegura, es de fruta y verdura, con precios en torno a los 2,65 euros por kilo de productos, lo que supone, en general, reducciones entre el 50% y 70% de su precio original. Los usuarios de esta aplicación suelen ser personas jóvenes concienciadas con el entorno, por un lado; personas que acuden a la herramienta atraídos por el precio y la idea de apoyar el comercio local y quienes tienen curiosidad por probar nuevas tendencias, incluido el aprovechamiento de recursos mediante la tecnología.

 

Otra de las facetas es el ahorro global que supone usar estos métodos anti desperdicio. Desde Encantado de Comerte, hacen una estimación de una frutería que cada día tenga un excedente de 3kg de producto, que al año se convierten en 936 kilos y 827 euros (estimando un precio de 2,65 euros por kilo) anuales de ingresos por un producto que se daba antes como pérdida. Aun así, la app no ha llegado a su objetivo, que es aprovechar todo lo que ofrecen desde l a herramienta, aunque, estiman “es un escenario muy realista” según sus mediciones.

 

Solidaridad, ecología, apoyo al comercio local, ahorro familiar, fortalecimiento de las relaciones entre el comercio de cercanía y los clientes (ya que el usuario debe recoger en el local los alimentos que reserva por la app) son solo algunos de los ámbitos donde estas aplicaciones contribuyen favorablemente. Razones más que de peso para animarse, cuanto menos, a trastearlas.

 

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