Cerrado

Otros tiempos. Aquella primera vez me sorprendió la amabilidad, el saber hacer además del sabor y la buena cocina. Recuerdo con cariño que pregunté por el baño y Custodio me acompañó con gentileza. Sentí que me entendía. Que comprendía que estaba perdida en ese mundo de lujo, corbata y grandes negocios. Me sentí verdaderamente acompañada en todos los sentidos. Por supuesto, tomando un mini con mis amigos en Moncloa contaría asombrada y con risas la presencia de su bidé brillante junto al inodoro.

He vuelto múltiples veces. Decenas. Con mucho más mundo y muchos más años. Siempre he sentido que, de una manera mágica, su excepcional servicio de sala me envolvía para darme seguridad, me arropaba del mismo modo que a sus excelencias, las cuales habitaban por esos salones como si fuera su casa. No había clases. Todos éramos importantes porque éramos clientes. Tan diferente a esos lugares donde el chef te hace el favor de cocinar para ti y tienes que dar las gracias porque te dejen entrar... Bueno, esos también han cerrado...