Mayte Lapresta

De narices

Sábado, 17 de Abril de 2021

Desde pequeña me decían que me gustaba meter las narices donde nadie me llamaba. Y el caso es que ahora lo hago literalmente. Me complace introducir el hocico en toda la copa y acercarme sin educación al plato para olerlo de cerca. Mayte Lapresta

Bien es verdad que, en tiempos de pandemia, mi recorte de libertades me ha llevado a refinar esta manía y lo hago solo con mis pertenencias, evitando que mi morro termine en el gazpacho de fresa de mi amiga o en la copa de cabernet que bebe mi cuñado. También hay que decir que esta facilidad olfativa tiene sus vertientes amargas cuando atraviesas zonas pestilentes o coincides con un adolescente recién salido de un partido en el asiento colindante del autobús.

 

A pesar de esos malos registros que se quedan en nuestra pituitaria memorizados de por vida, también poseo un amplio repertorio de buenos olores que me transportan de inmediato a paisajes, momentos y sensaciones. La nariz es un excepcional receptor de una de las riquezas más impresionantes de nuestra existencia: el aroma. Sin olor no somos nada. Sin olfato, perdemos una de nues­tras más potentes fuentes de información para conocer y reconocer nuestro entorno. Sin aroma, el vino no es más que agua que emborracha, y la cocina elementos digeribles bellamente combinados que engordan. Sin perfume, el amor resulta menos romántico y las lágrimas menos reales..., seguro.

 

¿Qué sería de una pradera sin el olor a césped, de un campo de lavanda sin su perfume, de una barra de pan recién horneada sin las fragantes notas tostadas de su cereal? ¿Qué seria del alma sin aroma?

 

Cerremos los ojos y respiremos fuerte, dejemos que la vida nos invada por dentro, nos bañe en sensaciones, nos lleve a todos esos lugares que hoy aparecen vetados, a esas gentes que echamos de menos, a ese pasado que recordamos con nostalgia. Todos huelen muy bien.

 

Abramos el olfato al mundo. Metamos la nariz hasta el fondo para disfrutar in­tensamente del aroma de la vida... aunque sea tras la mascarilla.

 

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