ASÍ ÉRAMOS
1984: los huevos de Lucio y las predicciones del brujo Robert Parker
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Casa Lucio, Madrid. Una taberna castiza en vías de hacerse famosamente mundial y el gran gurú del vino lanzándose al embarrado terroir de las predicciones. Ahí van nuestras joyas de hemeroteca para esta semana. Javier Caballero
Madrid Casa Lucio
Nueva entrega de nuestras joyas de hemeroteca. Y de nuevo desempolvamos el primer número de nuestra revista –recuerde amigo lector, nacimos en 1984 y hace dos números doblamos la esquina del número 400– para hallar viejas perlas que el tiempo nos devuelve curiosas, paradójicas, divertidas y hasta chocantes. Por ejemplo, las críticas gastronómicas que se estilaban entonces. Nuestro inspector de morro finísimo y cartera desahogada (entonces siempre se pagaba, amigos influencers y demás gente del gremio que no afloja), firmaba con el certero pseudónimo de Arquéstrato. El heterónimo griego, que escondía un homenaje al primer poeta clásico en glosar el placer culinario y la prescripción, puntuaba campos como la atención, la ambientación, la carta, la cocina, el pan, los postres, ¡¡¡el café, la copa y el puro, grandioso!!!, y la relación precio/satisfacciones. Al mítico Restaurante Zalacain le otorga un 9 global, con un gasto aproximado de 6000 pesetas por cabeza y reseñando que cerraba por vacaciones en agosto. “Sigue siendo el mejor restaurante de España y ya está entre los cinco mejores de Europa. Cocina actual con elaboración excelente. Solo una puntuación baja: la del café (no ofrecen variedad)”. Vivir para ver. Hoy el barojiano Zalacain pertenece al grupo que lidera íñiigo Urrechu y continúa preservando algunos de sus platos clásicos, al tiempo que ha llevado a cabo una pausada renovación tanto de su carta como de la decoración del local.
Casa Lucio: descuido y atropello
Contrasta esta crítica con la de Casa Lucio de la hoy bulliciosa y concurrida Cava Baja madrileña. En aquellas fechas ya era una taberna populachera y castiza, claro, pero sin la profusión de celebrities o políticos que convirtieron los huevos estrellados de Lucio en un barato happening entre mesas de madera abigarradas y ruido ensordecedor con famosete al fondo. Su ambientación (ojo, cómputo de limpieza, decoración, climatización e insonorización, además de la idoneidad de su cristalería para el vino) y su cocina se valoraban con un 6, el pan con un 5 y la atención con un mísero 5,5. “Buenos productos en general. Cocina española sin gran interés. Servicio atropellado y descuidado”, escribía Arquéstrato, quien avisaba en el texto general que “no es culpa del autor que un restaurante, del nivel que sea, pretenda complacernos –que esa es su obligación a cambio del dinero de buen curso legal con que pagamos– escanciando un estupendo vino y caro, en vaso malo grueso y de color, ni que los quesos o la repostería se hallen suplantados por asépticas cremas o por flanes de sobre”. Delicioso...
2004: las predicciones del vidente Parker: adiós Rioja, hola Jumilla
Su palabra (la del medio que fundó, The Wine Advocate) sigue siendo tablas de la ley de Moisés para muchos acólitos, terror para algunos bodegueros y/o enólogos y objeto de controversia y recelo para los que no comulgan ni con sus mandamientos ni gustos. El caso es que nuestra revista se hacía eco de los vaticinios del crítico de Baltimore, Robert Parker, allá por abril de 2004. Escribía entonces en la revista Food & Wine que Internet “se convertirá en una fuente primordial de información vinícola, las empresas corcheras sufrirán ante la pujanza de importantes competidores en el mercado, la malbec argentina obtendrá su justo y amplio reconocimiento....” y así hasta una decena de augures más o menos polémicos, más o menos ruidosos.
Recuerdo un profesor Redacción Periodística de la Facultad de Periodismo que nos alertaba de un vicio muy extendido entre los plumillas resabiados. Según explicaba, muchos reporteros, a través de la experiencia, el instinto y la temeridad, se lanzaban a certificar cómo se comportaría el futuro en tal o cuál disciplina y qué conductas adoptaría el consumidor final. Todo, en un ejercicio de alucinación marketiniana. Dejando reposar el tiempo, en la gran mayoría de los casos la realidad arreaba un sopapo tremendo al fanfarrón gacetillero metido a brujo. No soy yo quién para juzgar la labor del celebérrimo The Wine Advocate. Que concluya el sabio lector. Pero Parker garantizaba que para 2015 “zonas como Toro, Jumilla y el Priorato desbancarán del primer puesto a Rioja y Ribera del Duero, que deberán asumir su descenso en el escalafón”. Para el gran gurú estadounidense, nuestro país “will be the star, y su crecimiento no se detendrá, en un horizonte que hará feliz a la práctica totalidad del sector bodeguero español”. 17 años después, el tiempo –y la cuenta de resultados del sector– parece haber hecho trizas sus predicciones...