Pepineo

O pepinismo. Esto es, la praxis consistente en llevar una botella de vino a un acto social, ya sea como anfitrión o visitante, con la que tienes que cumplir unos determinados mínimos de precio y wineloverismo. Santiago Rivas
Porque además, vete enterando: dicha aportación va a servir de elemento probatorio sobre el que valorar tu generosidad y conocimiento. Es todo un trance.
Ni que decir tiene que el pepineo solo se da entre winelovers. Entre otro tipo de aficionados al vino o, directamente, civiles, no aplica. Como si llevas una verdeja.
Los no iniciados que se apañen como vean; yo aquí vengo hoy a aclarar, definir y resumir las características que tiene que tener una referencia vinera para ser considerada pepino. Que veo al personal algo confundido.
Y es que (sigo de preámbulo) el concepto pepinero ha venido a poner remedio a esos muchachos y muchachas que se presentaban en una wineparty con cualquier cosa mainstream traficada y tiesa, mientras se ponían ciegos o ciegas a los ganevates pepinistas (porque no todos los son) que has llevado tú.
La gente es mala y, a la que puede, va a al cuello. A tu cuello. La pepinosis es el remedio.
Ahora sí, vamos con lo que se puede considerar un pepino.
Siempre estas cosas hay que empezarlas por los criterios más objetivos. No hay nada más frío y a la vez mejor generador de seguridad jurídica que el precio. Aquí, entendido como la cantidad de euros que costaría esa botella en una tienda de vino.
Si tenéis dudas, por ser de una añada muy pretérita, la web Wine Searcher pondrá, casi siempre, las cosas en su sitio.
Antes de dar una cifra, LA CIFRA, sí que se puede admitir cierto relativismo provocado por el poder adquisitivo de los participantes en la wineparty: no es lo mismo que la monte yo a que el convocante sea Julio Iglesias (cuya fortuna se estima en 790 millones de euros). La gente desahogada worldclass puede poner el límite mínimo que quiera, pero eso no vincula al winelover estándar.
No se puede caer en el pepinazismo.
Tampoco puedes andar analizando el posible patrimonio de quien te ha invitado a un sarao, por lo tanto, de manera inequívoca se te considerará tercero de buena fe, independientemente de lo que hayan aportado los demás, si tu botella cuesta, al menos, 50 euros la unidad.
Por debajo de esa cantidad no es pepino por mucho que te guste tu elección. Solo cabe una excepción consistente en que tu ofrenda sea algo muy raro o, directamente, no tenga PVP porque nunca estuvo a la venta Un concept wine también es pepinazo.
Que esté bueno es lo de menos, lo importante es que quede bien en Instagram.
Resuelto este principal punto, ahora ya entramos en el terreno de lo subjetivo, también de lo dependiente de tu conocimiento, lo que va a generaros ganas de insultarme.
Lo digo porque no os podéis presentar con cualquier referencia que cueste 50 euros. No.
Tiene que ser de un productor de culto o aunque no lo sea, esa referencia concreta sí ser de culto. Sumar puntos al carnet winelover, en definitiva.
Etiquetas de 50 euros hay muchas, pero si estáis pensando llevar a mi casa ese riberita castoreante o aquel champagne de putoneo no pasáis de la puerta… del portal.
Así están las cosas si alguna vez tratáis conmigo o con los de mi estirpe.
Y recordad que, como no siempre entendéis lo que leéis, lo mismo este texto os parece elitista, pero es que ya son muchas las ocasiones en las que, por no dejar las cosas claras, legisladas, el ser humano parasitea.
También, todo sea dicho, libera al invitado al saber a qué atenerse y no convertir la selección de un vino en una trama de un episodio de Larry David.
El pepinismo como pilar de la tranquilidad, igualdad y, en definitiva, de la democracia del Estado de Derecho.
Y ni qué decir tiene que este proceso solo se pone en marcha si a la hora de convocaros al pepievento os avisan de que el dresscode es pepinero. Si nadie dice nada, os podéis presentar con un Fino La Ina.
Es más, os animo a que así procedáis, Sobremesers.
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