Así éramos
Catando cavas no catalanes hace 30 años

Una cata de lo más sorprendente y la noticia de la salida a Bolsa de Paternina de la mano del gran Marcos Eguizábal: nuestras dos joyas de hemeroteca esta semana. Javier Vicente Caballero
Buceamos en esta ocasión en esta ropa vieja que suponen los números de Sobremesa en una cata-reportaje muy efervescente cuyo titular podría extrapolarse hoy en día a cierta problemática sobre el cava fuera de Cataluña: Burbujas en el aire.
En él se analiza el fenómeno de los “otros” espumosos nacionales nacidos al rebufo del éxito de los cavas catalanes, desmenuzando el éxito comercial cosechado desde los años 80 por algunas marcas señeras supuso un banderín de enganche al que se sumaron orígenes tan dispares –dentro de la DO Cava o fuera de ella– como La Rioja, Rueda, Almendralejo, Valencia, Zaragoza y hasta Madrid. ¿El resultado de aquella cata de hace exacatamente 30 años? Desalentador, pobre, magro. “Suciedades procedentes de la elaboración y falta de sustancia han sido los defectos más frecuentes”, rezaba el texto.
En el panel de cata, tres espadas de tronío: Custodio Zamarra (mítico sumiller de Zalacaín), el sabio entre sabios José Luis González Cledera y ese siempre versátil sabueso llamado Jesús Flores. En sus reflexiones, los catadores subrayaron entonces que “los problemas podrían venir del lado de la aptitud de los vinos de base para transformarse en espumosos mediante una segunda fermentación, sin duda, la famosa trilogía de cepas catalanas –parellada, xarel·lo y macabeo– sigue mostrándose como la más idónea para el ensamblaje de espumosos por el método champanés”. De resultas, que los cavas riojanos fueron finalmente los mejor calificados –el Cava Brut Reserva de Faustino Martínez es ponderado como “notable”, con una “burbuja fina y persistente, de magnífica vestimenta, aromas muy netos y un ligerísimo toque de reducción”. Su precio en bodega era de 732 pesetas. Hoy es de unos 13 euros aproximadamente; por el contrario, oara el Cava Castell dels Sorells se dedican palabras como “fondo de licor de expedición, insulso, breve y falto de equilibrio; dice poco y lo dice en voz muy baja”. Se tarifaba a 565 pesetas, y hoy se puede encontrar no más allá de los 10 euros.
Con el paso de los años y ante las voces que se alzaban para ahormar las realidades y las calidades, el Consejo Regulador del Cava presentó hace unos años la categoría Cava de Paraje Calificado, un nuevo escalafón Premium que incluye los cavas procedentes de un paraje excepcional. Entre los requisitos: la edad mínima del viñedo deberá ser de 10 años, con un rendimiento máximo de 8 000 kg por hectárea, vendimia manual y una fermentación mínima en botella de 36 meses.
Marcos Eguizábal; el Jesús Gil del vino sale a bolsa
Patrón del CD Logroñés que llegó a doblegar al Barça de Cruyff, maestro de escuela, bodeguero tentacular, hombre mediático cincelado a sí mismo que empezó vendiendo patatas y pellejos de vino.... El simpar Marcos Eguizábal pisaba el parqué del IBEX en septiembre de 1998. Su firma histórica, Federico Paternina, se unió al tren de bodegas que aquel año empezaron a cotizar en Bolsa (Bodegas y Bebidas, Barón de Ley, Cune y Bodegas Riojanas).
Por aquel entonces, las buenas expectativas a la hora de doblar la esquina del milenio en cuanto a consumo de vino imantó a inversores de todo pelaje y espolearon los sueños del magnate riojano. Eguizábal, mandamás de la compañía con bodegas en Ollauri, Haro y Jerez de la Frontera, inició la oferta pública de venta de 1.658.522 acciones que representaban un 27% de la tarta mercantil. Cada acción, a 2.360 pesetas. Paternina era un gigante con una subida de los beneficios netos aquel año 1998 del 147%. Y eso que en 1996 despachaba más de un millón y medio de cajas de vino.
Asimismo, Eguizábal soñaba con construir bodega en la DO Ribera del Duero y elaborar vinos bajo la marca Marqués de Valparaíso. Y lo consiguió. Murió en agosto de 2009 justo cuando desapareció su amado club de fútbol. Su empresa aún estaba en en Bolsa... hasta que en diciembre de ese mismo año Federico Paternina dejó de cotizar por una opa de exclusión, dado que las operaciones realizadas en los últimos 12 meses representaban un porcentaje muy inferior al 1% del capital, por lo que consideró que no se dan las circunstancias adecuadas para que la empresa siga cotizando en Bolsa.