Vinos de concurso
Bacchus 2021: cómo es un concurso internacional de vinos por dentro

El jueves pasado terminó la última jornada de catas del concurso internacional de vinos Bacchus celebrada, como es habitual, en el Casino de Madrid. Bacchus es uno de los más renombrados en España y en el que participan catadores de muchas partes del mundo. ¿Cómo es por dentro un concurso internacional de vinos? Veamos. Raquel Pardo. Imágenes cedidas por Bacchus
¿Para qué sirve un concurso internacional de vinos?
Un concurso de vinos como Bacchus tiene distintos objetivos para los diferentes participantes. Por un lado, las bodegas que, participando, buscan, claro, ganar el máximo galardón u obtener las puntuaciones más altas posibles en su categoría.
Su objetivo puede ser también testar sus vinos ante un público, el jurado, lleno de entendidos y profesionales, someterlos a juicio y obtener información externa sobre la calidad que este jurado percibe en ellos. Porque un productor puede creer tener el mejor vino, pero si en un concurso así obtiene malos resultados, quizá eso le sirva para hacer mejoras o replantearse ese producto. Y al revés (aunque es menos común): puede no estar muy seguro de si su vino triunfará en el mercado y querer que el jurado lo pruebe y lo juzgue para tener una opinión externa.
Además, los vinos que se presentan pueden ganar medallas, y eso les da derecho a colocar un distintivo del premio en sus botellas, lo que puede atraér la atención de los consumidores.
Si hablamos del jurado, los catadores que participan en un concurso internacional tienen la oportunidad de conocer vinos diferentes y probarlos en tandas. Para ellos es un entrenamiento fabuloso y les permite hacerse una idea global de una zona, por ejemplo.
Eso sí, hay que tener muy en cuenta que no siempre los mejores vinos (calificados así por críticos que los prueban en distintas sesiones de cata, por ejemplo, para una guía o una revista) se presentan a estos concursos, y eso nos lleva a la siguiente pregunta.
¿Cómo se catan los vinos?
En un concurso como Bacchus, perteneciente a la federación VINOFED, que agrupa algunos certámenes vinícolas ya consagrados, y reconocido por la Organización Internacional de la Viña y el Vino y el Ministerio de Agricultura, los vinos se catan a ciegas. Esto implica que ningún catador conoce de antemano los vinos participantes, que se van sirviendo en tandas de dos o tres vinos.
La única información de la que dispone el catador es la del número de muestra, necesario para codificar la información de la cata, y en el caso de Bacchus, la añada y… el nivel de azúcar, un dato que aporta información, aunque es relativo a la hora de catar porque no permite crear un contexto.
Los vinos van saliendo en tandas por categorías y se sirven en mesas compuestas por cuatro o cinco miembros del jurado, entre los cuales hay una presidencia y es esta quien toma decisiones en casos de duda; por ejemplo, si un vino sale con un defecto claro, como la contaminación por TCA (lo que se conoce como gusto a corcho) puede decidir retirarlo y pedir una segunda botella para darle al vino la oportunidad de expresarse correctamente.
En las tandas se trata de mantener un orden y cada mesa de jurados cata y puntúa vinos distintos, por lo que algunos catadores, por decirlo así, pueden tener ese día “más suerte” que otros si les tocan vinos que tienen una calidad media más alta.
Por ejemplo, este año, a la mesa en la que yo participaba le tocó una tanda final donde la calidad general era alta, los vinos resultaban, en opinión de los catadores, con puntuaciones muy altas. Al terminar la jornada de cata, momento en el que la organización entrega un documento donde se ve el origen (nunca la marca) de cada uno de los vinos que ha catado esa mesa, vimos que en nuestra mesa los últimos vinos habían sido riojas de la cosecha 2015, una añada calificada como Muy Buena por el Consejo Regulador.
¿Cómo se dan los puntos a los vinos?
Este asunto ha tenido, en alguna ocasión, cierta controversia. Este año, alguno de los miembros del jurado incluso ha llegado a reivindicar una modernización del método de puntuación para adecuarlo al panorama vinícola actual y, de paso, conseguir que más bodegas de prestigio presenten sus vinos al concurso.
Y es que la ficha de análisis sensorial de un concurso internacional de vinos como Bacchus parece concebida no tanto para ensalzar las virtudes del vino como para calificar y puntuar su ausencia de defectos.
El sistema de puntuación tiene una máxima de 100 puntos que se otorgan en 10 parámetros. Dos de ellos, la limpidez y el aspecto, son para la fase visual (donde se juzga el color, la turbidez o no del vino…) y otorgan un máximo de 15 puntos.
Los aromas de los vinos se juzgan por su franqueza, por la “intensidad positiva” (la calidad de sus aromas percibida por el catador) y la “calidad”, que aquí alude a su complejidad y fineza. Aquí, el vino puede conseguir un máximo de 30 puntos.
La boca, dividida en franqueza, intensidad positiva, persistencia armoniosa (el tiempo que permanece el sabor una vez el vino ya no está en la boca) y calidad otorga un máximo de 44 puntos.
La armonía o apreciación general del vino suponen como máximo 11 puntos, es decir, que si un vino obtiene en todos esos puntos la calificación de excelente, hace pleno y no solo gana medalla, también será considerado el mejor de su categoría y destacado así en la información del concurso.
Las puntuaciones se ordenan en columnas para puntuar los vinos desde la excelencia hasta lo insuficiente de su calidad y, al final de la ficha, el catador puede poner comentarios si lo desea.
La mayor parte de los vinos obtienen puntuaciones medias, lo que supone que ni son atroces, ni son excelentes, salvo unos pocos.
Pero hay matices en esta situación, y es que, para lograr la primera medalla, la de plata, el vino ha de obtener 84 puntos, una cantidad que, si bien no es demasiado fácil de obtener, tampoco es complicada.
Y es que, en la puntuación de la fase visual, es muy difícil no obtener una calificación de excelente (los primeros 15 puntos), ya que los estilos de vinos de cualquier parte del mundo son limpios y, además, la turbidez ha dejado de ser un problema en este tipo de concursos, lo mismo que el color, exceptuando algunos casos raros de tonos de mucha evolución en vinos jóvenes, por ejemplo. Esta puntuación es homogénea para cualquier categoría y lo habitual es que todos los catadores puntúen como excelentes a los vinos en estos dos parámetros, lo que, en cierto modo, los convierte en innecesarios.
Otra de las debilidades de la ficha es que no está pensada para desarrollar un comentario cualitativo del vino que no sea numérico, por lo que se pierde la opción de destacar un vino por encima de otro con la misma puntuación si es eso lo que considera el jurado, además de que sería una herramienta muy útil para el productor, que recibe las puntuaciones de los vinos que ha presentado.
Bacchus limita, también, al 30% el máximo de medallas que se pueden otorgar a los vinos, un procedimiento habitual en este tipo de concursos.
¿Cuántos vinos se presentan y cuántos cata cada mesa de jurados?
Normalmente se presentan varios cientos de vinos procedentes de cualquier parte del mundo. En esta edición se han catado 1627 vinos de países como México, Eslovaquia, Uruguay, Túnez, Nueva Zelanda o Moldavia, además de zonas del Viejo Mundo: Italia, Portugal, Francia y España.
Los catadores hemos probado, por jornada, alrededor de 48-50 vinos, una cantidad alta pero aceptable para mantener los niveles de apreciación de los vinos. Las jornadas de Bacchus duran aproximadamente cinco horas, con un par de descansos breves para reponer fuerzas y cambiar las copas.
Los miembros del jurado pueden catar tintos, blancos, espumosos, generosos… en una misma tanda, porque esto depende del número de muestras que haya en cada categoría.
Durante la cata de cada vino no se permite hablar entre miembros del jurado para evitar que unos puedan influir a otros con sus apreciaciones, pero sí se puede hacer después para contrastar visión sobre el vino y también, discutir los puntos si hay mucha discrepancia. Si cuatro miembros de una misma mesa puntúan con 85, 84 u 83 puntos, por ejemplo, un vino, y un quinto miembro le da 73, esta última calificación se elimina de la media de la mesa.
También es habitual que, en casos en los que los vinos se quedan a pocas décimas de la medalla, algún catador decida ajustar su puntuación en favor del vino para que obtenga su premio.
Y si la mesa que está catando un vino logra darle el máximo galardón, reina la alegría y los miembros aplauden al vino que lo ha conseguido, aunque no sepan de qué vino se trata. La actitud del jurado es siempre en pro de los vinos, y es inevitable apenarse cuando una muestra es insuficiente en calidad, lo mismo que lo es alegrarse cuando una se encuentra con un "pepino", un vino pleno y complejo que obtiene las máximas calificaciones.
¿Quiénes son los miembros del jurado?
Bacchus goza de mucho reconocimiento en el entorno vitivinícola y una de las razones es que cuenta con un jurado de grandes conocedores del vino del mundo. Participan Masters of Wine, Masters Sommelier, sumilleres, productores, importadores y periodistas de distintos puntos del planeta, todos ellos con experiencia en la cata profesional, que se desplazan cada año a Madrid para dedicar a los Bacchus tres o cuatro mañanas de sus vidas. Este año han participado 83 catadores de procedencias como Dinamarca, Canadá, Francia, Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, México, República Checa o Rumanía, entre otros.
Los miembros del jurado tienen, además, la oportunidad de entablar relaciones profesionales entre ellos, de intercambiar opiniones y criterios sobre vino y de asistir a catas magistrales sobre vinos españoles, además de asistir a comidas que suelen ofrecer bodegas que participan con sus vinos en las distintas ediciones. Bacchus es, también, networking.
¿Quiénes han sido premiados este año?
De las 1672 muestras presentadas, el máximo galardón, Gran Bacchus de Oro, ha sido para 32 vinos, de los que 18 de ellos son españoles, un resultado que hay que poner en contexto con la cantidad de vinos patrios presentados, 1201, todos ellos pertenecientes a 57 denominaciones de origen y 71 indicaciones geográficas de calidad. El mayor número de muestras procede de Rioja, con 146 vinos presentados, seguido de Ribera del Duero con 128 y Rias Baixas, con 69.
El origen de los galardonados españoles es Jerez (cuatro medallas), Rioja (cuatro medallas), Ribera del Duero (tres medallas), Rias Baixas (una medalla), Cava (dos medallas), Navarra (una medalla), Abona (una medalla), Valencia (una medalla) y Jumilla (una medalla).
Los vinos premiados extranjeros proceden de México (cuatro medallas), Eslovaquia (cuatro medallas), Brasil (una medalla), República Checa (una medalla), Francia y Portugal (dos medallas).
La mayor parte de los vinos que han participado en Bacchus 2021 han sido vinos tintos tranquilos (864 muestras) y vinos blancos tranquilos (550 muestras). Como curiosidad, solo se ha presentado un vino en la categoría de “Vino de aguja”.