Juve & Camps más allá del cava

Pagos de Anguix: apuesta de autor en la Ribera

Martes, 01 de Junio de 2021

Tardaron años en hallar el paraje ideal y la bodega perfecta, pero Juve & Camps apunta alto con su proyecto en la Ribera del Duero. Lleva por nombre Pagos de Anguix y detrás está el enólogo José Manuel Pérez Ovejas. Javier Caballero

Un sueño. Un anhelo. Un horizonte a perseguir. Desde 2003 Juve & Camps, una de las firmas de cava histórico en el Penedès, había posado su mirada sobre la Ribera del Duero. Su pretensión, encontrar la bodega y los viñedos adecuados para elaborar vinos tranquilos de autor con un estilo muy marcado; vinos distinguidos, poderosos y empoderados, que tras unos años de guarda y asentamiento se codearan con las grandes casas ribereñas.

 

[Img #19399]Con unos rasgos de identidad propios para poder ya sacar pecho, en 2021 aquel proyecto ha cristalizado. Se pudo comprobar de primera mano y paladar en Wine Edition en el marco de este Madrid Fusión del regreso a cierta normalidad. Una cata espléndida y esplendorosa, que se abrió con los cavas Juve & Camps Singular y el antológico La Capella 2010. Ambos 100% xarelo; ambos 100% majestuosos. La frescura, la voluptuosidad, la potencia y la aristocracia de los cavas –magníficos de textura, burbuja y savoir faire– antecedió a la presentación de los Riberas de la casa catalana. "Cuando Juve & Camps llegó a Ribera de Duero se enamoró de esta bodega, que entonces se llamaba Torres de Anguix. Se compró en 2017 tras muchos años de búsqueda y la premisa fue un respeto máximo por la expresión del terruño y una elaboración 100% en bodega. Anguix es un pueblo de apenas 150 habitantes a 850 metros de altitud, lo que confiere mucha personalidad a los vinos. Se enclava en lo que la gran Jancis Robinson denominó el Diamante de Oro de Ribera del Duero. Este es sin duda un proyecto diferente para crear vinos sólidos, potentes y de mucho futuro", señala José Manuel Pérez Ovejas, quien fuera alma mater de Viña Pedrosa y hoy ejerciendo de asesor técnico de Juve & Camps Prime Brands. 

 

Para abrir boca, se descorchó su rosado 2020. Se trata de un rosado ecológico cuyo traje se compone de un 80% de tinto fino y un 20% de albillo mayor. Un color fresa subidísimo, ajeno a modas pálidas provenzales, que en boca recuerda a los viejos claretes y que no disimula su breve paso tres meses por barrica. Fresco y equilibrado, el Rosado 2020 tiene alma festiva pero seria y fundamentada, y pone de manifiesto la voluntad de Juve & Camps en estos parajes burgaleses tan apreciados. Un puñetazo en la mesa en el mercado rosé, donde una vendimia temprana agarra por la pechera al grado alcohólico y el tanino resulta compensando y aterciopelado. 

 

Luego sobrevino la toponimia hecha talento. Juve & Camps denota una vinculación clara con el origen de los vinos, unida a un trabajo vitivinícola salpicado de nombres propios, los de las parcelas en estos pagos templados pero de noches muy frías: Costalara, Fuentecojo, La Cilia, Barrueco, Zapatero, Costaval, Agualenes y Carraranda. El primero de ellos, Costalara 2018, es un monovarietal de tinto fino que ha pasado un año en barrica de roble americano y francés. Con un atuendo rojo picota de espléndida capa, una nariz franca y limpia (que delata los bajos termómetros de su cosecha) ofrece un espectro de roja fruta, tostados y balsámicos y una mineralidad que remite a suelos arcillosos y calcáreos poco profundos. Costalara es ante todo, paraje. Afilado y elegante, sin soberbias. Esconde un temperamento que aventura una guarda de 12 a 15 años sin problemas.

 

Pagos [Img #19400]de Anguix Barrueco 2017 nos traslada a "un viñedo más viejo, de bajo rendimiento con unos 3.000 kilos por hectárea. Una añada madura de poca producción por la devastadora helada que hubo en abril", explica Pérez Ovejas. Aquí la fruta roja metamorfosea en negra, con unos 15 grados de alcohol en toda su cumbre fresca, y con la acidez perfecta para animarse a pensar en largo recorrido en botella. Aromáticamente muy intenso (desde frutos secos a trufa), resulta más complejo y amplio, con taninos tan nobles como golosos. Un final eterno con esa sensación fragante en boca que los franceses bautizaron "caudalía" y que es característica de los vinos de pago. El equilibrio entre fruta y madera –con un parque de barricas que se renueva un 33% cada año– otra de las notas de la casa burgalesa. 

 

La novedad y el asombro aterrizó con Pagos de Anguix Prado Lobos. Solo 4.500 botellas, una pequeña partida que condensa primicia, lujo y elegancia. Prado Lobos marca estilo y continuidad, con 25 meses en barrica. Frutos secos, heno, hojarasca, monte bajo... Toma un camino diferente a sus hermanos y muestra un nervio con unos taninos algo desbocados que precisan ser pulidos en botella. Complejísimo y perfumado, será sin duda un vino de coleccionista en el futuro. "Luego vendran más novedades, que aún no puedo adelantar más. Pero siempre habrá en nosotros una apuesta por los vinos de pago, por las elaboraciones por separado, control y rigurosidad. Esto es Ribera de Duero de primer nivel", apostilló el enólogo, quien levantó su copa con los presentes con una amplia y justificada sonrisa.

 

 

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