Mitos del vino

Piamonte, el lugar donde la nebbiolo encuentra su sitio

Sábado, 18 de Septiembre de 2021

Una uva alóctona que ha hallado su lugar en el mundo: se llama nebbiolo y sublima a los ilustres barbaresco y barolo. Juanma Galán. Imagen: Roberto Facenda

Italia atesora una incuestionable vinculación histórica con el vino, en especial si tenemos en cuenta que fue la expansión del Imperio romano la responsable de que hoy se produzca y se beba en buena parte de la actual Europa. A mi juicio, y al de muchos, hay una variedad por excelencia que se identifica con Italia, por la longevidad de sus vinos y por su poderío: la nebbiolo. Y en el Piamonte tiene su gran baluarte.

 

Situado en el rincón noroeste de Italia y dominado por los Alpes al norte, el Piamonte limita al sur con Liguria, al sureste con Emilia-Romagna, al este con Lombardía, al norte con el Valle de Aosta y Suiza y al oeste con Francia. Destaca por sus vinos, sus gentes y su gastronomía, siendo la patria de la trufa blanca y la avellana. Es el punto de origen de la Unificación Italiana y es el lugar donde nace uno de los ríos más importantes de Italia: el Po, que discurre a lo largo de la Gran Llanura Padana. Y al sur del Piamonte, en la provincia de Cuneo, discurre uno de los afluentes del río Po que bien nos valdría como eje vertebrador de una de las regiones más fascinantes de toda Italia: el Langhe, donde encontramos las dos caras de una misma moneda que son los vinos Barolo y Barbaresco: ambos elaborados con nebbiolo, ambos grandes elaboraciones, tan cercanos como distintos. Esta dualidad se debe a la existencia de unos suelos muy viejos que poseen una composición mineral que hace que los vinos de Barolo sean más austeros y afilados, mientras que el Barbaresco se vuelve más amable y sedoso.

 

Igualmente, durante mucho tiempo se ha hablado de una doble versión en la elaboración del Barolo en particular: una mas “modernista", y otra más purista donde se siguen alargando las maceraciones en fudres de roble eslavo, de fuerte extracción y marcado carácter. El modernismo, que incorporaron los jóvenes rebeldes piamonteses a principios de los años 70, costó caro. En ocasiones hasta ser desheredados, como el caso de Elio Altare, con conflictos paterno-filiales sin solución. Pasados los años, el sentido común y la conjunción de ambos estilos ha sido la clave para su triunfo. En cualquier caso, todos ellos tienen a la nebbiolo como nexo común, una variedad de uva un tanto caprichosa que alcanza su máximo esplendor en las laderas, donde una correcta insolación hace que madure lo suficiente para convertir al Barolo y al Barbaresco en dos de los grandes vinos del mundo.


"Barolo" Imagen de  robertofaccenda.it Licencia CC BY-SA 2.0

 

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