Dos hoteles para disfrutar

Pleta de Mar y Can Simoneta, el lujo de Mallorca desde la sencillez

Lunes, 20 de Septiembre de 2021

Son dos hoteles de los mismos propietarios, con una sensibilidad común y el disfrute complementario de los huéspedes. Dos pedazos del Mediterráneo para vivir el lujo desde la sencillez y la naturalidad. Si los descubres, caes rendido ante sus encantos. Mayte Lapresta. Imágenes: Arcadio Shelk

Can Simoneta con su estilo abierto al mar, sus históricas construcciones y la rabiosa culinaria de David Moreno, es una apuesta atrevida y acertada por la alta cocina mexicana. Pleta de Mar, con sus caminos, sus villas y sus rincones escondidos entre los olivos, cuenta con la serenidad y sutileza del chef Marc Fosh, incluyendo un sorprendente toque de parrilla que lo dota de una personalidad propia.

 

Pleta De Mar, cocina mediterránea de sabor pausado

 

[Img #19779]El sol sale por los amplios cristales de las suites-villas de Pleta de Mar. Todo cristal, para que el salvaje bosque mediterráneo o el propio azul del mar inunde la habitación. Suena el agua llenando con placidez la bañera exenta ubicada junto a un ventanal. El día comienza en uno de los hoteles más coquetos e interesantes de nuestras costas, en una experiencia completa que invita a no salir, a perderte en esa exquisita tumbona de teca desde la que se contempla un mar azul intenso o bajar a la playa para darte un chapuzón antes del almuerzo. Todo está bien. Nadie tiene prisa y la mascarilla se olvida en un bolsillo ante la imposibilidad de coincidir en ese paraje natural inmenso con otro de los privilegiados huéspedes. El servicio está pendiente de cada pequeño capricho o necesidad, pero seguro que no te das cuenta porque la amabilidad discreta es uno de los muchos lujos que ofrece este hotel.

 

En la gastronomía ocurre algo similar. Un grande entre cazuelas, pero que se caracteriza por la sencillez, la pureza, el menos es más del plato. Hablamos de Marc Fosh, ese sonriente británico que enseñó a muchos mallorquines a apreciar el valor de sus productos autóctonos. Su cocina –plenamente mediterránea con una incesante búsqueda de los sabores limpios y sin tapujos– muestra con claridad los ingredientes, las raíces del sabor de la isla, con la técnica al servicio de la simplificación y con una presentación de cierto minimalismo también en el plato. Es, sin duda, una cocina con calma que en Pleta de Mar se fusiona de manera espontánea con el entorno. “Soy un hombre de ideas claras que sé cómo debe ser nuestra cocina, sutil y elegante con ingredientes locales que se noten, que todos ellos sepan”, afirma Fosh.

 

[Img #19784]Aquí, además, aparecen las brasas, que, con humo, fuego y calor, juguetean traviesas en los diferentes pases del menú, aportando notas discretas y convirtiendo el camino gastronómico del hotel en algo diferente a lo que el chef ejecuta en Palma. En ello tiene también un papel fundamental el jefe de cocina en el que Marc ha depositado su confianza, el joven y brioso argentino Nacho Martignone quien, enamorado de Canyamel, asegura incorporar cada día ese paisaje en la cocina, apoyándose en el entorno para que así el afortunado comensal no solo duerma, disfrute, pasee por los bellos y únicos acantilados del este de Mallorca, sino que también se alimente de ellos.


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Can Simoneta, ingredientes locales, toque mexicano

 

El acantilado. La playa a sus pies. Un conejo escapa por la pradera. Seguro que en este momento piensan que no podrías estar en un lugar más hermoso que Can Simoneta. Sus casas payesas centenarias han sido reconstruidas con delicadeza. No hay una sola pieza de arte que no encaje en la equilibrada decoración del coqueto hotel. Habitaciones o villas con más intimidad, ambas permiten disfrutar de un hotel que se vive en el paisaje, en sus vistas, en rincones y miradores que se re-parten por su enorme extensión de terreno. El atardecer puede que te encuentre en el pequeño jacuzzi al borde del acantilado o en los confortables sofás junto a la piscina climatizada tomando un cóctel mientras cielo y mar se funden en un único color.

 

[Img #19780]En Can Simoneta todo discurre con la calma que caracteriza a estos rincones paradisiacos del este de la isla de Mallorca y la hora de la gastronomía adquiere igualmente dimensiones gourmet de primer orden. Con respecto a esta faceta, la apuesta es más atrevida y canalla que en su vecina Pleta de Mar, con la que comparte la experiencia convirtiéndose en un todo para el cliente. Un chef todavía (intuimos que por muy poco) relativamente anónimo pone nombre y apellido a su restaurante. Se trata de David Moreno, un joven mejicano formado junto a los mejores y que lleva la imaginación de su ADN a la sensibilidad de esta isla tan marcadamente española. Cada año viaja a México para traer esos ingredientes necesarios en su sorprendente cocina y los mezcla y adapta con su tierra en adopción, Mallorca. Ellos hablan de cocina mediterránea con toques mexicanos, pero realmente hay mucho más México del que parece y mucho más arte del que se imagina.

 

[Img #19781]El artífice de este concepto rabioso juega con el paladar creando sensaciones potentes, ácidas o picantes, que mezcla la sabrosura con los ingredientes de pequeños productores a través de platos exquisitos: aguachiles, moles, tacos, ceviches o guacamoles que se transforman en recetas cercana con los pescados y mariscos locales. Quince pases conforman su menú degustación más largo (Entre dos mundos) con una especial atención a los postres. David inició su andadura en los fogones con el arte de la pastelería. Y eso se nota. No solo en el final dulce y explosivo de sus menús, sino también en la precisión de su recetario. Nada falta. Nada sobra. Mantiene un altísimo nivel a lo largo de toda la secuencia, sin altibajos. Llegó a la isla de la mano Andreu Genestra, donde ejerció como jefe de cocina durante cuatro años. Y en Can Simoneta inició un camino personal de recetario mejicano, pero con la despensa de la isla: especias, hierbas, el cordero y el pescado, la gamba roja de Sóller o el cerdo negro. “Creo sinergias con pequeños productores que incluso me reproducen semillas de México, como el tomate verde. Los climas son bastante parecidos”, asegura el chef. “En mi menú hay mucho de los moles de Puebla, chocolates de Oaxaca, Baja California…, llevamos dos años trabajando fuerte y hemos iniciado un camino distinto de lo que se puede encontrar en España, con muchas sensaciones en la boca que te llevan a los extremos”, cuenta David. “Saco mi orgullo mexicano, pero ya he echado raíces aquí. Tengo una niña y se llama Xisca… No puede ser más mallorquín”, apunta sonriendo.

 

Un equipo de lujo

 

Son el trío de oro. Bajo la magistral dirección de Nene García, Toni Vanrell y Pere Gost convierten la sala en un lugar perfecto donde no hay detalle que se pase por alto. El servicio que ofrecen ambos hoteles es poco invasivo, pero siempre pendiente y todos se rinden ante la impresionante sumillería que despliegan sin miedos. Con la sabiduría de larga formación y una empatía natural, Nene ha marcado dos líneas de vinos distintas que acompañen el ritmo diferente de cada restaurante. En Pleta de Mar, envolviendo la finura de Fosh, se decanta hacia vinos más clásicos, referencias internacionales y alguna sorpresa local. Más marca y elegancia. En el caso de Can Simoneta y sosteniendo la fuerza de Moreno, el trabajo enológico se vuelve más canalla y atrevido con muchas sorpresas mallorquinas de trabajo de pequeñísimos productores y rarezas de edición muy limitada. La diversión está asegurada.

 

 

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