Portugal vinícola, patrimonio mundial
Douro, el mágico valle portugués de vinos inmortales

El río ibérico que muere en Gaia, graderío de bodegas, discurre entre socalcos y quintas y unos suelos especialísimos. María José Huertas. Imagen: Maksym Kaharlytskyi
No sé si por cercanía – ya que todas mis raíces proceden de un pueblo de Zamora muy cerca de la frontera– pero adoro Portugal: la amabilidad de sus gentes, paisajes, ciudades con encanto, gastronomía y cómo no, sus vinos y su Douro. Donde termina nuestro Duero, río que solo cambia de nombre durante su recorrido hasta la desembocadura en el Atlántico, deja en su transcurso parte de los viñedos más bonitos del mundo y en la culminación sobreviene la gloria si pensamos en los vinos de Porto. Vinos que eclipsaron a los vinos del Douro, pero por su propio y gran mérito hoy gozan y han cosechado un gran prestigio. El secreto no es más que el clima, suelo, sus variedades de uva autóctonas y unos productores absolutamente apasionados con su trabajo en la ardua labor de trabajar esos viñedos únicos, pero en empinados bancales donde hay que hacer malabares. Para acercarnos someramente a las características de la región, serían un suelo de granito y pizarra, en una zona muy montañosa, separada de los Vinhos Verdes por la Sierra do Marao. El clima es continental, pero muy extremo en diferencias térmicas, es decir, con gran variación de grados entre el verano y el invierno. Las subregiones son el Baixo Corgo, Cima Corgo y Douro Superior con sus particularidades, donde se desarrollan más de 70 variedades autóctonas (con protagonismo de la touriga nacional).
Crucial para la zona resultó el movimiento de jóvenes productores que se apodaron Douro-Boys, sobre todo Dirk Niepoort, referente en Portugal y en el mundo, así como de otros grandísimos elaboradores como Cristiano Van Zeller (Quinta Vale Dona María), Francisco Ferreira, Miguel Roquette (Quinta do Crasto) y Francisco Olazábal (quinta do Vale Meão). Hoy en día no son solo los tintos, están trabajando y ofreciendo grandes vinos blancos desde su buen hacer y que se están ganando su prestigio por méritos propios. Vinos que envejecen con la calma habitual en la región. Siguiendo la línea de los tintos, se elaboran a partir de uvas muy particulares y autóctonas. Dan lugar a vinos muy serios donde el frescor y complejidad evolucionan. Un verano tuve la suerte de visitar a Dirk Niepoort en Oporto. Precisamente si cruzas Portugal siguiendo la estela del Douro, entiendes la maravilla del escarpado paisaje y sus viñedos. Y te pararías en cada recodo a meditar.
Imagen: Maksym Kaharlytskyi // Unsplash