Santiago Rivas

Conocimiento

Martes, 26 de Octubre de 2021

Una de las grandes obras de la literatura universal, y gran tragedia germana, es Fausto (cuya primera parte fue publicada en 1808 y la segunda en 1832, con su autor ya fallecido). Santiago Rivas

 

Hasta tal punto que Goethe, su autor, da nombre a las diferentes embajadas del idioma alemán por todo el mundo.

 

Si en España es el Instituto Cervantes, y en Madrid D. Antonio Cantó García del Moral, para los germanos es el Instituto Goethe y desencadenar, cada cierto tiempo, una guerra mundial.

 

[Img #19872]Volviendo a Fausto; supongo que todos los sobremesers, seres humanos instruidos, conocen, aunque sea superficialmente, su trama. Pero por si acaso, y porque ayuda a contextualizar de manera inmediata, paso a resumirla: una persona llamada Fausto, muy interesado en la alquimia y otras magufadas, desea acceder al conocimiento universal, saberlo todo de todo (lo que ahora vendría a ser un tertuliano de Susanna Griso). Como eso no puede ser, el hombre anda frustrado hasta que se le aparece Mefistófeles que, a cambio de su alma, le ofrece este proto Internet.

 

Fausto, un temerario, acepta y se pone, muy contento, a aplicar su poder recién adquirido, pero, en estas, que aparece una muchacha llamada Margarita de la que Fausto queda prendado. De modo que ya esto del saber total pasa a un segundo plano y lo que ahora quiere es enamorar, con acceso carnal, a Margarita.

 

A Mefistófeles se le hinchan las pelotas porque no está dispuesto a dar más de lo que ya le ha dado a Fausto, que ya no tiene ni alma que vender; se lía la de Dios y todo acaba con un truculento y erótico resultado.

 

No se puede dejar de mencionar que existe una especie de segunda parte, también absoluta obra maestra, llamada El Maestro y Margarita, de Mijaíl Bulgákov, que retoma esta trama con cómicas y destructivas consecuencias. Esta novela es la que inspiró a Mick Jagger para la canción Sympathy for the Devil.

 

Como veis, y eso que más superficial no he podido ser, la búsqueda de conocimiento de Fausto ha tenido un gran impacto en nuestra cultura popular.

 

Y es que el conocimiento es algo muy valorado. Tanto que, al menos dentro del género fantástico, resulta plausible que haya gente dispuesta a pasar la eternidad en el Infierno por adquirirlo.

 

Pues en el género vínico es igual.

 

El vino es una disciplina tan inabarcable, con tantos países involucrados, tantas perspectivas desde las que abordarlo, que es imposible dominarlo. Y esto también aplica a la concreta parte de beberlo. Reconocer nombres, etiquetas, gestionar qué añadas son buenas, cuáles no tanto o saber cuándo una bodega está en estado de gracia y cuándo otra perdió a ese enólogo o elaborador tan bueno y ahora quien hace el vino es un patán. Por no hablar de que cada año, con cada vendimia, toca revisar todo de nuevo.

 

Nadie, jamás, en la historia de la humanidad, dominará esta disciplina. Esto es tan así, que cada uno se va especializando en una zona, región, uva o estilo de vinificación y por ahí va tirando. Aun así, lleva décadas controlar la especialidad elegida.

 

Negar la complejidad del vino no ayuda a divulgarlo mejor. Negarla es, a la vez, condescendiente y pretencioso. Por no dejar de comentar que cuando el receptor de nuestro mensaje se dé cuenta de lo perdido que anda, se frustrará (ya que le han comentado que esto son dos tardes y cuatro libros) y le perderemos para siempre.

 

También son perversos ese tipo de manuales de aparentar conocimiento en 24 horas, una semana o un mes.

 

Estas mefistotélicas creaciones no aportan ni conocimiento real, solo su percepción para un tercero. Aparentar lo que no eres, algo tan vertebrado en nuestra sociedad occidental, y tan nocivo que la va a acabar dinamitando.

 

Sobremesers, el conocimiento está sobrevalorado. No en el sentido de que no sea importante, sino en la dirección de que no es importante disponer de él para poder disfrutar de algo.

 

Por tanto, naturalidad; dejaos de hacer el imbécil y de caer en las garras de charlatanes idiotizantes.

 

Experimenta, tómate tu tiempo, pregunta, busca consejo, lee, contrasta, bebe, investiga y llega a tus propias conclusiones.

 

No hay prisa. Nunca vas a saber gran cosa, como de todo lo demás, y disfruta de la vida sin pretender creerte lo que no eres. No me seas risión.

 

Mucho más importante que saber es beber en compañía de Margarita.


 

Imagen: Zoran Borojevic // Unsplash

 

 

 

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