Lujo en Ribera del Duero
Bodegas Arzuaga, cuestión de buen gusto
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Es una bodega familiar y tanto Ignacio como Amaya hacen su papel en sincronía. Dos hermanos que siguieron con respeto los pasos de Florentino y María Luisa, sus padres y fundadores. Teresa Álvarez. Imágenes: Arcadio Shelk
Pero Arzuaga también es un magnífico hotel, un espacio termal, un viñedo para recorrer y un templo gastronómico donde disfrutar. El buen hacer permite la sabia dosis de ruralidad y refinamiento para que la experiencia sea perfecta.
Seguramente no estemos en la propuesta más lujosa de enoturismo de Ribera del Duero, pero de lo que estamos seguros es de que es de las más completas y deliciosas. Y lujo tampoco es que falte, pues está arropada por un hotel de cinco estrellas con un piscina termal y uno de los mejores restaurantes de la comarca. Pero el verdadero detalle que hace de la experiencia Arzuaga algo único es su hospitalidad, que nos abre las puertas de su finca más preciada y casa familiar para convertir la visita a un viñedo espectacular de 65 hectáreas rodeado de pino mediterráneo, sabina leñosa y encina robusta en otra cosa. Laderas suaves, paisajes impresionantes y la oportunidad de conocer la labor de Florentino Arzuaga, fundador de la bodega, en su reserva cinegética de La Planta.
![[Img #20148]](https://sobremesa.es/upload/images/12_2021/3513_amaya-arzuaga-bodeguera.jpg)
El jeep recorre los sinuosos caminos hasta la gran casa. Amaya, la famosa diseñadora, sencilla y cercana, absolutamente volcada con sus tierras y sus vinos en este nuevo momento de su vida, pasea entre los ciervos. Es hora de darles de comer y se acercan mansos a recoger el pienso de sus manos. Muy cerca, piaras de jabalís con sus revoltosos y juguetones jabatos esperan su llegada. Al fondo, huerto y cepas donde poder descubrir las sabias técnicas manuales de poda y recogida de cada variedad para volver con naturalidad al mundo del vino, recorriendo sus hileras de viñedos de vuelta a la bodega. Ignacio nos espera entre barricas con la generosidad que le caracteriza. Sacan botellas históricas, disfrutan contando su historia, imparten clases magistrales… Los vinos son puro reflejo de la pasión familiar, con sus largas crianzas más clásicas que contrastan con la frescura de La Planta o su ecológico Laderas del Norte. Y sus elaboraciones de Pago Florentino y Mota en blanco con una chardonnay golosa y redonda recorren senderos distintos. Todos ellos despliegan aromas delicados pero potentes que nos recuerdan tras día de paseos, animales salvajes, masajes con vino y comidas con estrella Michelin que, además, hacen grandísimos vinos.
![[Img #20149]](https://sobremesa.es/upload/images/12_2021/7054_ignacio-arzuaga.jpg)
Taller Arzuaga, Víctor Gutiérrez y el don de Amaya
Le descubrieron y le adoraron desde el primer momento. No solo por su cocina refinada y llena de sabor, sino por su compromiso y su alto nivel de responsabilidad. Víctor ha volcado todo su saber hacer en el Taller Arzuaga que Amaya tutela con maestría, convirtiendo el servicio (muy femenino y delicado, gestionado por mujeres) en un verdadero baile de salón. Sincronización perfecta, tiempos medidos, gestos milimetrados en una decoración impactante que contrasta con la piedra y el clasicismo de sus bodegas antiguas. A un lado ventanal al viñedo; al otro, vistas a la bodega. Una cocina en el centro como el corazón del Taller y una entrada con una bodega espectacular de diseño que impresiona al comensal. En el plato hay Castilla, hay terruño, hay vino y, por supuesto, hay Víctor, que ha conseguido empaparse del concepto Arzuaga sin perder la esencia de su culinaria con nigiris potentes, ceviches y tiraditos sutiles, cigalas con ajoblanco y homenajes al aceite (la bodega elabora cornicabra y arbequina espléndidos en Toledo) que dan paso a chuletilla de cordero con mollejas y lechazo en un plato inolvidable. En el juego enológico, sus vinos aparecen sin miedo en Ródano, Jura o Borgoña. Todas las DDOO con sus grandes y referencias internacionales elegidas con buen criterio para convertir el Taller en un verdadero templo para winelovers.




