Sir Cámara

El delantal

Lunes, 03 de Enero de 2022

En el año que acabó el otro día fui rácano. Desde enero del 2021 no había aportado algo a este blog. Son cosas de la jubilación… Sí, hay más tiempo, pero ya se encarga el perímetro afectivo de ponerte tareas: mudanzas, ajustes, control a los albañiles, luego a los pintores que le están apañando el piso al niño, tu casa, el jardín, los perros, las tiras de diario que son la gimnasia mental haciendo sentadillas de memoria… Y cuando hay un rato… ¡pufff! Caes derrotado en un sillón y te quedas viendo la tele, aunque siempre diga lo mismo sobre las incidencias de los reincidentes. Un medio, la televisión, del que hablaba en el comentario de hace un año y que no renuncio a llevarlo muy presente en mi día a día. Sir Cámara

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Con la tele y la gente que hoy la hace me he montado un programa personal de humor: “No hables, que es peor”. Consiste en contabilizar discordancias de género y número. Cuántas veces escuchan sin oír las respuestas solicitadas, y la más reciente, el comodín que vale para todo: a ver cuántas veces mencionan hoy esa”  pedazo pandemia pintaca y otras expresiones que, dicen, hay que “enfrentar” cada día para no acabar charlando con el dedo gordo del pie derecho sobre la realidad, que no es otra cosa que un problema de comunicación. Empezamos.

 

Recuerdo la primera vez que vi la tele en casa de mi tío Federico, un hombre adelantado a su tiempo. Yo tenía cuatro años y aquello hizo válido ese tópico casposo: ¡es magia! Para mí era magia porque era una radio con cine. Recuerdo que unas mujeres bailaban una jota, o puede que fuera una ese, porque no paraban de girar y girar. Una orquesta, con pianista, violinistas, trompetas y director interpretaban piezas ante las que los operadores de cámara paseaban sus objetivos acariciando con primeros planos esos instrumentos que nunca antes habíamos visto tan cerca. Menos la guitarra, que cuando iba a tocarla, mi padre siempre decía: ¡Ni se te ocurraaa…! Pero si la guitarra dicen que es para tocarla. En fin, contradicciones de la vida.

 

Total, que la tele cambió, evolucionó, se atascó, se hizo cómoda y llegó a aburrir. De aquella caja mágica, que todo lo contenía, desde la playa de La Concha de San Sebastián –que es inalterablemente fija todavía en todos los canales con cualquier motivo- hasta esa caja tonta de los años ochenta, han cambiado muchas cosas. Considerando lo que cobran por un segundo comercial de televisión, a alguien se le ocurrió abaratar las previsiones de gastos de los programas (PG). Que la gente haga la tele. Acababan de inventar el docudrama, un argumento de carácter documental interpretado por gente que está encantada de hacer aquello gratis, sólo por el gusto de “salir en la tele”.

 

Y, más o menos así, aunque hay mucho más material para el análisis, llegamos casi al presente. Hoy la televisión la hacen los caprínidos, los vacunos, los bovinos. Ojo, el “bobino”  ye un primu mío asturiano al que no le da para más. Las tomateras, las chirimoyos y las chirimoyas… Al tiempo, cobraron, que ironía lo de cobrar, protagonismo los productores del agro: apicultores, agricultores, ganaderos… Los del mar, pescadores, pescaderas,  mariscadoras,  camareros, camareras, chiringuiteros, cocineros… ¡¡¡chefs!!!

 

Ya hemos llegado. Desde ese día, no hace mucho tiempo de aquello, empecé a ver la televisión con delantal porque, veas el canal que veas, aunque vayas más allá del Canal Huevo, en todos los canales y prácticamente a cualquier hora, pillas a alguien emulsionando algo, haciendo esferificaciones con tacos de jamón, apadrinando una espardenya, buscando aromas frutales en una botella, o inaugurando un observatorio gastronómico porque la cosa se está poniendo por las nubes y más allá, incluso haciendo Finger food; vamos lo que siempre hemos llamado comer con las manos.

 

Eso sí, en el camino hemos hecho grandes amigos, el buey de Kobe y los de la serigrafía de abajo que me hacen delantales para ver la tele con mis diseños. Oye, si queréis uno… Pues eso

 

   

 

   

 

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