Naturalidad al poder
Diez vinos naturales que tienes que probar para entender los vinos naturales

Los vinos naturales llevan ya unos cuantos años asentados en el mercado y, aunque hay quien todavía cuestiona su calidad por llevar un apellido tan poco definitorio como “natural”, su vocación por la autenticidad y las prácticas sostenibles en el viñedo va calando cada vez más en el mundo del vino. Raquel Pardo
Lo de enmarcar un vino en el concepto de natural o no tiene discusión para rato, porque, aunque sí hay pautas que los elaboradores de vinos naturales han ido marcando con sus prácticas, escasea la legislación al respecto que ponga trabas a que un productor que hace vinos convencionales pueda etiquetar o aludir a la “naturalidad” de sus vinos. Al consultar con uno de los mayores conocedores del vino natural en España, el fundador y propietario de la distribuidora Cuvée 3000, Joan Valencia, se muestra escéptico ante una hipotética situación en la que los vinos naturales estén regulados: “Es peligroso, porque las regulaciones suelen acabar en manos de la industria, por lo que se tendría que hacer muy bien”.
¿Cómo tendría que ser un vino natural?
En Francia se ha creado un precedente, pionero en Europa, al poner en marcha la categoría Vin méthode nature, que sigue una iniciativa privada, informa la Semana Vitivinícola, del Sindicato de Defensa del Vino Natural. La normativa exige, por ejemplo, uvas de viñedo certificado como ecológico, vendimia manual y elaboración con levaduras autóctonas, lo cual no es decir mucho en cuanto a concreción, pues podrían incluirse cientos de etiquetas que, a ojos de consumidores avezados, no se acercan para nada al concepto de natural. El etiquetado francés prohibiría, también, prácticas enológicas como la termovinificación, la ósmosis inversa, la pasteurización y el filtrado, entre otras, además de limitar, y hasta prohibir, el añadido de sulfitos, ni siquiera en el embotellado.
En España, de momento, no se ha avanzado en cuanto a legislación pero sí existe un concepto más o menos laxo (dependiendo de con quién se hable) sobre lo que es o no es un vino natural, y este incluye, por supuesto, un viñedo que no se trate con ningún producto sistémico y se trabaje de forma artesanal.
También, que esa artesanía domine todo el proceso, que no se recurra a levaduras no indígenas para fermentar, que no se corrijan artificialmente los parámetros del vino y, claro, que tampoco se añadan sulfitos o se limite a una cantidad ínfima, a veces imprescindible para comercializar y transportar el vino sin riesgo de refermentaciones o contaminaciones indeseadas.
El vino natural se elabora, casi de manera indiscutible y por mera coherencia, por un productor de pequeño tamaño, que sea capaz de controlar todo el proceso y conozca a la perfección el viñedo, la bodega y los vinos que trabaja.
El concepto de natural va más allá de la elaboración de un vino con ese calificativo que solo sea para ampliar el catálogo, o porque esté de moda; es una forma de vida que no pocos productores siguen por convicción propia y a los que algunos llegan después de años elaborando vinos “convencionales”, por buscar un antónimo a este concepto.
Uno de los padres del vino natural, el négociant de Beaujolais Jules Chauvet, defendía la naturalidad del vino desde el conocimiento científico de los procesos de elaboración y desde la experiencia práctica, sentando las bases de una elaboración que, al contrario de lo que se piensa desde el prejuicio sobre los vinos naturales, desemboca en vinos limpios y sin defectos, tal como expresa la productora de Bullas Julia Casado: “Para mí el vino natural es el vino limpio, procedente de viñas sin agroquímicos (cultivo tradicional) y elaborado sin aditivos, exceptuando pequeñas adiciones puntuales de sulfuroso en ciertos momentos, si fuera necesario y siempre en cantidades muy pequeñas del orden de 1g/H. Vamos, todo lo que se hacía antes de la “revolución verde” y los vinos tecnológicos, desde los años 40 hacia atrás”.
Teniendo en cuenta estas definiciones, la realidad es que cuesta ser tajante en si un vino puede ser definido o no como natural, pese a que sea el mismo productor quien lo dice (algo que no sucede siempre, todo sea dicho).
Aun así, aquí va una selección que, por supuesto, es discutible por unos y otros seguidores, admiradores, bebedores u odiadores del vino natural.
- Marcel Lapierre, Morgon, AOC Morgon, Francia. Vino de un pionero en la corriente francesa de los naturales, un must tanto para iniciarse como cuando una ya se ha rendido a su encanto. Gamay 100% de la región de Beaujolais, cuna de esta tendencia.
- La del Terreno, DOP Bullas. Nombre de guerra, y del vino, de Julia Casado, que elabora en la región de Bullas completamente con monastrell. Casado es una guerrera del vino natural, curtida vinícolamente en el Palatinado y que defiende la limpieza en los vinos que elabora.
- Portela do Vento Xisto, Daterra Viticultores, Región de Ribeira Sacra. Laura Lorenzo dirige este proyecto personal en la zona de Manzaneda, con pequeños viñedos que gestiona ella misma, contribuyendo a su permanencia. Lorenzo es un claro ejemplo de viticultora rural en una Galicia vaciada. Este tinto, de mencía, alicante bouschet y una pizca de palomino, hace referencia al tipo de suelo sobre el que se asienta el viñedo.
- Siuralta Rouge, Alfredo Arribas, Montsant. El arquitecto Alfredo Arribas elabora diversas etiquetas bajo la filosofía natural, que engloba en el sello Vins Nus. Vinos que no son para todos los públicos, pero que cautivan al consumidor ya iniciado en los vinos naturales. Este es uno de sus tintos más emblemáticos, con garnacha y trepat que abogan por la frescura y la facilidad de beber.
- El Porrón de Lara, Torremilanos, Vino de la Tierra de Castilla y León. Ricardo Peñalba abraza con este tinto la corriente natural, con la que simpatiza desde hace varios años. Tempranillo con crianza en madera y sin sulfitos añadidos.
- Prapetisco, Barco del Corneta, Arribes del Duero. Único tinto de esta bodega radicada en La Seca, cuna de la verdejo. Juan García de viñedo viejo y trabajado artesanalmente, lo mismo que su elaboración. Si bien los dos socios al frente de la bodega, Beatriz Herranz y Félix Crespo, no se enmarcan a sí mismos en la corriente natural, sus vinos sí siguen una elaboración artesanal y desprovista de artificios.
- El Marciano, Alfredo Maestro, Gredos. Maestro es un viticultor llegado al campo desde un mundo muy distinto, el financiero. Su voz se ha convertido en una de las más claras en defensa de los vinos naturales, y esta garnacha de Gredos, en una de sus etiquetas más conocidas. Aunque la inquietud de este elaborador es grande, y trabaja también en otras zonas de Castilla y León como Cigales o Ribera del Duero.
- Mas del Serral, Pepe Raventós, Conca del Riu Anoia. La vuelta al concepto de masía tradicional y al trabajo que se vale de la fuerza humana y animal dan como resultado este espumoso, que procede de viñas sobre un suelo con varios millones de años de antigüedad. Raventós es un viticultor que cada vez más explora la artesanía vinícola, persiguiendo continuamente la pureza de sus vinos.
- GranaCHE, Matías Michelini, Navarra. El argentino Matías Michelini continúa su apuesta por el vino natural en España, más concretamente, en Navarra, junto a la bodega Viña Zorzal, de cuyo viñedo biodinámico, El Corral de los Altos, se extrae la uva con la que elabora este tinto.
- MicroBio Sin Nombre, Ismael Gozalo, Castilla y León. El que fue socio de Ossian, una de las bodegas que apostó por dar una nueva mirada (y un nuevo valor) a las verdejos de la zona de Rueda, cambió de filosofía y “radicalizó” sus elaboraciones para llevarlas al terreno de los vinos naturales, donde se mueve con soltura. Este verdejo de viñedo prefiloxérico en Nieva, vertiente segoviana de la zona de Rueda que conserva viña antigua, es uno de los ejemplos de su visión, que busca complejidad y expresión pura del territorio.
Dónde beber vinos naturales
Los vinos naturales, cada vez más, se encuentran mezclados y sin distinción alguna respecto a otros vinos, aunque sí hay templos donde tomar vinos naturales por copas o botellas, con verdaderos expertos, como Bodega la Cigaleña, en Santander, regida por el sumiller Andrés Conde Laya; Bar Brutal, en Barcelona, uno de los sitios cuya carta está enteramente compuesta por vinos naturales; La Caníbal, en Madrid, donde además de vinos naturales, también hay cervezas artesanas cuya filosofía se acerca mucho a la de estos productores vinícolas.
Una de las cunas del vino natural es la región de Beaujolais, en Francia, junto al valle del Loira, y que cuenta con la variedad gamay como protagonista de unos vinos frescos, aromáticos y plenos de fruta, un lugar perfecto para iniciarse en esta corriente y conocer de cerca el trabajo de productores consagrados del universo natural como Jean Foillard o Marcel Lapierre.