Escapada cercana

La Ruta del Vino de Rueda estrena presidenta y propuestas de enoturismo

Martes, 18 de Enero de 2022

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Marta Santander Martínez Bujanda se estrena en el cargo sustituyendo a Juan José Calvo y desde su posición asegura que trabajará por aumentar el número de socios de la ruta, además de apostar por el turismo extranjero y la sostenibilidad. Miguel Z. Sevilla

La nueva presidenta de la Ruta del Vino de Rueda pertenece a la quinta generación de la familia Martínez Bujanda, estirpe bodeguera con raíz en Rioja y sedes en las denominaciones de origen Rioja, Rueda, La Mancha y la IGP VT de Castilla. Santander, que se incorporó en 2002 al grupo familiar, es la cabeza visible de Finca Montepedroso, ubicada en la localidad de Rueda que da nombre a esta denominación de origen. Nacida en 1977, se formó en Dirección de Empresa en Zaragoza y completó su formación en centros de Reino Unido en Holanda; pasó temporadas en Inglaterra y Alemania perfeccionando idiomas hasta que entró en la compañía familiar como directora de exportación.

 

[Img #20183]Desde su nuevo puesto, asegura que trabajará para aumentar los socios de la ruta, que se ha duplicado en sus primeros ocho años de vida, además de consolidar su posicionamiento y aumentar los visitantes a la región, que cuenta con territorio en las provincias de Valladolid, Segovia y Ávila y unos 150 establecimientos adheridos, entre los que se encuentran bodegas, restaurantes, hoteles, pequeños artesanos o museos, entre otros. La presidenta comenta, respecto a cómo se plantea este año para el enoturismo en un entorno de pandemia, que la previsión es de  "cierta tranquilidad y recuperación lenta pero, a partir de la primavera, se espera que el incremento de viajeros sea notable. Es difícil prever el devenir de la pandemia pero todo parece indicar que, si la situación sanitaria no empeora, estaremos en cifras similares a 2019". Santander añade que el turismo internacional aún continúa muy "paralizado" y el nacional "con ganas de moverse y descubrir nuevos destinos", por lo que "creemos que en Rueda estamos en una situación privilegiada para ser uno de esos destinos preferentes. Las nuevas tendencias viajeras se mueven hacia el turismo de naturaleza, el medio rural, el turismo familiar, y estas son necesidades que en la Ruta del Vino de Rueda se cubren a la perfección", asegura.

 

Junto a Santander, se han incorporado a la junta directiva de la Ruta el director comercial de la bodega Castelo de Medina, Mariano de Juan y el director del Asador El Astral de Tordesillas, Eduardo Gutiérrez.

 

La nueva junta pretende seguir el camino ascendente de la Ruta, la segunda que más visitantes recibe en Castilla y León y, según datos de ACEVIN (Asociación Española de Ciudades del Vino, entidad que engloba las diferentes Rutas del Vino en España), es una de las diez rutas más deseadas por los visitantes y está entre las que más recursos ofrece al visitante. También según los datos de la entidad, la de Rueda es una ruta donde los que la visitan gastan más que la media de enoturistas en España.

 

En la asamblea que nombró a Marta Santander como presidenta se decidió también subir las cuotas municipales y asignarlas según el número de habitantes, aumentando las posibilidades de los pueblos más pequeños y con menos recursos para conseguir visitas y generar riqueza. Los municipios más grandes asumirán cuotas mayores en un gesto solidario y que pretende ser beneficioso para el crecimiento de la Ruta.

 

La dirección de la Ruta del Vino de Rueda ya trabaja por posicionarse a través de campañas en medios y planea el estreno de una web con tienda on line, además de la participación en ferias del sector, como la inminente Fitur entre los próximos 19 y 23 de enero, donde estará presente.

 

La Ruta del Vino de Rueda nació en 2013 y en 2014 fue reconocida por ACEVIN como una de las 33 Rutas del Vino españolas del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, creada para fomentar el turismo vinícola de calidad.

 


 

Qué hacer cuando viajas a la Ruta del Vino de Rueda

 

Una escapada por esta Ruta del Vino que se extiende por Segovia, Ávila y Valladolid supone la visita a pueblos con historia, contacto con la naturaleza, alojamientos singulares, cocina de proximidad, tiendas gourmet y, por supuesto, bodegas y viñedos interesantes, algunos de ellos, prefiloxéricos. La Ruta propone relajarse y disfrutar con un decálogo de consejos.

 

1. Dejarse fluir por el Duero

 

[Img #20182]El Duero es el gran río del vino de Castilla y León y dentro de la ruta, se puede explorar a pie, a caballo o en bicicleta por la Senda de Gran Recorrido del Camino Real o Camino Natural del Duero (GR 14). El Duero también es protagonista en el parque natural vallisoletano de las Riberas de Castronuño, aunque se puede optar por playas fluviales en el mismo Duero y otros ríos como el Eresma, el Adaja o el Zapardiel y la insólita ‘playa’ de damajuanas de Bodegas de Alberto, en Serrada. De Alberto ha cobrado creciente interés por sus vinos dorados, elaborados mediante crianza oxidativa, precisamente, en damajuanas expuestas al sol, la llamada playa.

 

La Ruta propone también fluir, o dejarse fluir, en alguno de sus alojamientos termales, como el de Olmedo, un complejo de cuatro estrellas con balneario y aguas del manantial de Sancti Spiritus. Sus instalaciones abarcan una piscina termal y una exterior, un circuito de contrastes y una larga lista de masajes y tratamientos faciales y corporales.

 

2. Soltar los móviles y descender a bodegas subterráneas

 

La Ruta del Vino de Rueda ofrece al visitante un descenso a la multitud de bodegas subterráneas de la región, algunas rehabilitadas y aptas para recorrer, que tienen su origen entre los siglos XV al XVII, cuando el vino se almacenaba ya en estos lugares aprovechando sus óptimas condiciones de humedad y temperatura.

 

Las bodegas subterráneas se encuentran en bodegas como De Alberto, Campo Elíseo, Javier Sanz Viticultor, Menade, Garciarévalo o Félix Sanz, además de la de Mocén, de tres kilómetros de galerías a 25 metros de profundidad, o la de Yllera, con una cueva de estilo mudéjar y un laberinto de ladrillo que invita a seguir el hilo que Ariadna entregó a Teseo para poder salir del entramado de pasillos tras matar al Minotauro, tal como cuenta la leyenda.

 

3. Aprender nuevos lenguajes del vino y la naturaleza

 

[Img #20184]Familiarizarse con los ciclos de la vid, entendiendo las fases del laboreo en el campo, es otro de los atractivos del enoturismo que se puede practicar en Rueda y otros enclaves, aprendiendo cuándo se poda, en qué momento la vid llora o cómo se sabe el momento óptimo de vendimia. Bodegas como Menade o Cuatro Rayas realizan talleres de poda o catas de vinos que no se han filtrado, para ayudar a entender un poco más lo que sucede en el interior de sus instalaciones hasta que el vino ve la luz.

 

La región es, también, un espacio dotado con varias zonas ZEPA, de especial protección avícola, y ZEP, de especial conservación, que preservan especies animales singulares y algunas de ellas, amenazadas. Se puede descubrir la forma de comunicarse con las aves con actividades como la que propone la empresa de ecoturismo Buteo.

 

4. Ejercitar la memoria y conocer el vino más artesano

 

Rueda cuenta con productores que han logrado rescatar variedades antiguas de uva, además de evitar que se pierdan viñedos muy valiosos y antiguos, algunos de ellos, en pie franco y anteriores a la llegada de la filoxera. Javier Sanz es uno de esos viticultores que ha conseguido rescatar la malcorta, una verdejo que se había perdido por su dificultad para trabajarla, o la colorado, una rara variedad tinta.

 

Artesanía hay también en panaderías como Pecado Artesano, de Medina del Campo, que trabaja con recetas de la abuela de los propietarios, algunas, olvidadas hasta entonces, o en queserías como Cantagrullas, en Valladolid, que trabaja con leche de su rebaño de ovejas castellanas, ahora en peligro de extinción, para elaborar quesos y yogures tradicionales.

 

5. Revisar la despensa y llenarla de productos artesanos

 

En la Ruta del Vino de Rueda se pueden encontrar tiendas como Cheesmonger, que afina quesos en antiguas bodegas bajo tierra; piñones, un manjar exclusivo que no está al alcance de cualquiera por su escasez; panes de masa madre, repostería artesana y dulces como las pastas de piñón o los mantecados de Verdejo que se encuentran en La Giralda de Castilla, obrador de Matapozuelo, o en Xokoreto, en Castronuño.

 

6. Escaparse sin planes prefijados

 

[Img #20185]Una escapada es algo que siempre viene bien y la de Rueda es una ruta que está muy a mano por su situación céntrica y accesible desde muchos puntos de España. La escapada permite explorar alguno de sus 46 monumentos declarados Bien de Interés Cultural, castillos, templos, ermitas y otros edificios; entre ellos, bodega La Mejorada, en Olmedo, propiedad de Rafael Moneo y su familia, quienes han restaurado este antiguo monasterio jerónimo. O el Parador de Tordesillas, ubicado en una casa solariega de estilo tradicional castellano.

 

7. Cambiar de aires

 

El mundo del vino y el enoturismo propone multitud de actividades en contacto con la naturaleza, y Rueda no es una excepción; cuenta con ruta ecuestre, senderista y cicloturista, esta, la primera asociada al mundo del vino en España. Un recorrido de 40 kms por viñedos, castillos y campo entre Medina del Campo, Rueda y La Seca. Bodegas como Menade ponen de relieve el valor del patrimonio natural para sus visitantes, que pueden aprender cómo el vino se integra en los ciclos naturales.

 

8. Disfrutar de la gastronomía regional

 

Una propuesta enoturística sin gastronomía se queda coja, y Rueda cuenta con ello ofreciendo una variedad de restaurantes basados en la proximidad y el producto. Desde los lechazos o cochinillos de la zona a sopas de ajo, carnes de caza u otras preparaciones más modernas, en Rueda se puede parar a reponer fuerzas en lugares como La Botica de Matapozuelos, con una Estrella Michelin y regentado por Miguel Ángel de la Cruz, experto en productos de la tierra como raíces, bayas o plantas silvestres, que él mismo recoge del campo.

 

9. Disfrutar en familia

 

Hacer turismo del vino no tiene por qué ser solo un placer adulto, ya que hay varias propuestas para que los peques de la casa puedan divertirse también, por ejemplo, con recreaciones históricas y visitando museos o haciendo talleres infantiles en alguna bodega de la Ruta, aprendiendo sobre la uva, el mosto y las labores del campo.

 

10. Un alto en el camino

 

La Lola y El Montico son dos establecimientos que vienen al pelo al visitante que quiera parar un rato a darse un homenaje mientras está en ruta. La Lola, en Rueda, es conocida por sus tortillas de patata y sus chacinas ibéricas, además de su tienda gourmet. Y El Montico, situado entre pinares, ofrece deleite a través del lechazo de raza churra y una bodega donde encontrar referencias para distintos gustos.

 

 

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