En la Sierra de Gata
Hábitat Cigüeña Negra, refugio y gastronomía en la Extremadura más auténtica

Habitat Cigüeña Negra. La luz entra a raudales en este rincón perdido de España, tan cerca de Portugal que lo tocas con los dedos. En plena Sierra de Gata, en su comarca más desconocida, se ubica esta finca-hotel-restaurante que ofrece sorpresas culinarias y gastronómicas irresistibles. Teresa Álvarez. Imágenes: Arcadio Shelk
Habitat Cigüeña Negra
Desde la parte más occidental de la finca el reloj marca una hora menos. Habitat Cigüeña Negra está tan cerca de la frontera con Portugal que es fácil registrar el cambio horario en el móvil o cambiar la señal a telefonía del vecino lusitano. Estamos en el extremo de Extremadura, en la Sierra de Gata, más abajo de Las Hurdes e incluso en un enclave más desconocido e incomunicado. En sus pueblos hablan la fala, una lengua comarcal que les diferencia de todos y de todo. Encina, castaño, alcornoque y olivo. Dehesas y monte en un juguetón tobogán de mil subidas y bajadas. El paisaje es imponente desde que te adentras en estas tierras. Y hay que estar ojo avizor porque el desvío es pequeño y te lleva por un largo camino de tierra hacia el paraíso. En esta finca espectacular de 220 hectáreas se cría ganadería extensiva propia con una raza novedosa, Retwagyu, una variedad que surge de mezclar novillas cien por cien retinta con dos sementales de wagyu adquiridos en Alemania, produciendo desde 2019 carnes extremadamente jugosas y diferentes.
Hábitat Cigüeña Negra debe su nombre a la esquiva especie en peligro de extinción que con mucha suerte puedes divisar en sus cielos. Un espacio adquirido por la familia Roselló, propietaria de Carnes March (negocio creado en 1965 en Ibiza) que no solo reúne ganado vacuno entre su verdor. El cerdo ibérico realiza la montanera en sus campos, en libertad y con un banquete de bellota y castaña que genera embutidos y carnes de primera calidad. Y las cabras pacen con tranquilidad junto a su almazara, otro de sus encantos gastronómicos. El ingeniero Iván Payo Barroso fue el encargado de recuperar 50 hectáreas de olivos de manzanilla cacereña con la que se elabora su aceite de oliva virgen extra ecológico. Intenso, afrutado y potente, poco usada esta variedad por su escaso rendimiento, el resultado es un aceite francamente bueno.
Hotel natural
El proyecto va creciendo hasta desembocar en un hotel rural con 12 habitaciones erigido sobre la antigua vivienda de campo, conservando la ruralidad y abogando por lo natural para crear un ambiente hogareño, moderno y natural. Totalmente construido con materiales autóctonos como la pizarra, el roble y el granito portugués, la piedra y el corcho, la decoración juega con hierro y paja para incluirlo en el entorno, abriendo grandes ventanales y terrazas privadas por donde se cuelan vistas privilegiadas.
Tres generaciones de ganaderos
Tres generaciones Roselló han dado vida a este proyecto que nace desde un pequeño municipio ibicenco con una de esas carnicerías a las que acude clientela de toda la isla. De su pasión por el ganado nace la decisión de adquirir una finca y criar. Y de allí, un salto de gigante para reconstruir en este espacio único un hotel en un paisaje sostenible que te reencuentra con lo natural.
Carne a la parrilla
La excelencia cárnica y las posibilidades de traer lo mejor de su oficio a las brasas hace que la familia Roselló abra de manera simultánea un interesante asador donde poder degustar sus piezas maestras, los cortes de retwagyu, que se elaboran al punto sobre una parrilla Elitxu con carbón de encina. Una tienda deli com-plementa la oferta propia con ibéricos criados en su finca.