En Méntrida
Arrayán Premium, el vino fundacional de Arrayán, cumple 20 años
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El tinto de inspiración Nuevo Mundo de Arrayán cumple dos décadas en las que ha sido testigo líquido de la evolución de la bodega y de la propia denominación de origen Méntrida. Raquel Pardo
“Hemos luchado a brazo partido por hacernos un hueco en el mundo del vino”, sentencia María Marsans, fundadora, junto a su marido, José María Entrecanales, de Bodegas Arrayán, situada en la Finca La Verdosa, dentro de la Denominación de Origen Méntrida. Este año se cumplen 20 de ese esfuerzo, materializado en el lanzamiento de la primera añada, la de 2002, de su vino de bandera, Arrayán Premium.
Pero Arrayán ha trabajado y conseguido hacerse ese hueco. Porque en 1999, cuando se puso en marcha la bodega, la apuesta fuerte venía marcada por los dictámenes de poderosos críticos vinícolas como el estadounidense Robert Parker, que fueron definiendo en los viñedos, y en los vinos, un perfil de extracción intensa, impronta de la madera y, sobre todo, variedades de uva importadas que se imponían a las ya instaladas en esas plantaciones: lo que gustaba eran los vinos elaborados con cabernet sauvignon, merlot, petit verdot o syrah, bien potentes, bien marcados por las notas de madera y con una estructura que los hacía más aptos para la cata que para el consumo desenfadado, pero que copaban los rankings de publicaciones de prestigio en el mundo del vino.
Entrecanales y Marsans fundaron la bodega más movidos por su interés en el vino (sobre todo el de él, que terminó contagiando a María irremediablemente) que por afán empresarial. Pero Arrayán empezó fuerte, contratando al consultor australiano en viticultura Richard Smart para configurar un viñedo a base de variedades internacionales y destinado a hacer vinos con un perfil entendible para un mercado global. Para crear los vinos, Entrecanales contó con el enólogo estrella del momento, Miguel Ángel de Gregorio, manchego de nacimiento, pero conocido por crear vinos reputados en Rioja, como Aurus o Calvario. De Gregorio fue quien creó Arrayán Premium, elaborado por primera vez cuando las vides tenían tres años, un hándicap, a priori, para establecer un vino destinado a perdurar.
Sin embargo, 20 años después, ese 2002, elaborado con un 55% de syrah, 20% de merlot, 15% de cabernet sauvignon y 10% de petit verdot y una graduación alcohólica de 13,8% sigue muy vivo. Con un atractivo bouquet donde se notan cueros, especias y matices silvestres, sigue conservando una elegante estructura y una textura fluida y redonda, con notas picantes y taninos pulidos. Puede que no esté en su mejor momento, pero desde luego no está en decadencia.
Y eso es motivo de celebración. Eso y que la trayectoria de Arrayán ha ido en ascenso, pese a que en esos primeros años, un accidente puso a Entrecanales en silla de ruedas en 2004. Moriría cuatro años después, en 2008, y Marsans tomó las riendas de la bodega.
Arrayán, un nuevo comienzo
Lo primero fue contratar a Maite Sánchez, enóloga actual de la bodega, y dejar en sus manos la elaboración y, en gran medida, el perfil de los vinos. Sánchez, entonces con apenas 28 años, pero ya viajada por viñedos de Nueva Zelanda, Borgoña o Rioja, se puso manos a la obra para, poco a poco, cambiar todo y generar una identidad nueva, mucho más apegada al terreno, en la bodega. Marsans lo cuenta así: “Maite tenía ganas de conservar, pero también de arriesgar, y eso hizo. Aparte de las variedades fundacionales, tenemos albillo y hemos plantado hace poco otras ocho variedades experimentales”, como mizancho, bruñal o moravia agria, de las que ya hay vinos en el mercado. Sánchez quiso, desde el comienzo, apostar por las variedades más próximas y regionales y encontró una viña de garnacha en Cebreros, de la que comenzó a elaborar La Garnacha de Arrayán, y otra de la misma variedad en El Real de San Vicente, de la que elabora La Suerte de Arrayán, un tinto jugoso y maduro que habla muy bien del estilo y la identidad de los vinos de la región. También se dejó seducir por la albillo real y la encontró en Almorox, para elaborar su primer vino blanco, al que siguió otro vino de albillo real cuyas uvas proceden de Cebreros y que lleva el apellido del suelo donde crecen las cepas, Granito.
Arrayán Premium, el nacimiento de un clásico
![[Img #20390]](https://sobremesa.es/upload/images/03_2022/5527_arrayan-premium.jpg)
Lo que no cambió fue Arrayán Premium, que De Gregorio había elaborado hasta 2009 y cuyas cosechas de 2003, 2005 y 2007 mostró la bodega en una cata para celebrar este vigésimo cumpleaños de la etiqueta. Vinos muy vivos, redondos y estructurados, especialmente goloso y maduro el 2003, una añada que marcó una intensa ola de calor, y que ahora se refleja en el vino.
La de 2011, cálida y seca, recuerda Sánchez, muestra un tinto sazonado, con mucho carácter de syrah, notas de aceituna negra, fruta negra y roja, maduro y con taninos muy firmes, ligeramente amargo.
La última añada, la de 2012 (completamente elaborada por Maite Sánchez, por si quedaban dudas), es la que está en vigor, demostrando que este vino, concebido con una inspiración en el viñedo del Nuevo Mundo, ha alcanzado una bonita longevidad, de fruta madura, notas ahumadas, balsámico y fluido, sabroso, atractivo, más ligero que sus hermanos mayores debido al cambio en el uso de las maderas, pero igualmente apetecible.
“Estos vinos son nuestra historia, pero también reflejan la de otras muchas bodegas que empezaron a andar cuando nadie quería a la garnacha en sus viñedos”, y añade que “con estas variedades se han podido hacer grandes vinos, por lo que creo que la variedad de uva no es la que ha de determinar si el vino es o no grande; estos vinos han aguantado en el tiempo pese a que ahora gustan vinos más inmediatos, pero la capacidad de guarda sigue siendo una virtud de los vinos que aspiran a hacer historia”.
El futuro de Arrayán viene marcado por la diferenciación a través de las variedades autóctonas y adaptadas al viñedo mentridano, pero Premium ha acompañado la historia de la bodega a base de regularidad y una impecable elaboración, una herencia que propietaria y enóloga han reconocido y respetado y que ha hecho de esta etiqueta un nuevo clásico.


 
 
                        
                        