Sir Cámara

Con mucho mimo

Viernes, 01 de Abril de 2022

Desde que me jubilé, no hace mucho de aquello, cada viernes tiemblo pensando en la que se me viene encima cuando la jefa regresa de la compra y me cuenta, escama a escama, palmo a palmo, cómo estaba el género. Terror en el hipermercado, pienso. Cualquier día me comenta que hemos apadrinado a un buey de mar o a un rape, mientras me describe los gestos del pescadero y sus comentarios, con un innecesario lujo de detalles. Sir Cámara

 

Los del embutido y la carne también tienen lo suyo. Gracias a las redes, más o menos sociales, el rigor científico y las curiosidades se mezclan hasta descubrir en el ganado vacuno zonas erógenas en su quinto espacio intercostal izquierdo, para evitar reflejos de sufrimiento antes y durante el sacrificio; eso que los expertos denominan su salto a la gloria de los fogones y las parrillas,

 

Así está el mundo, al menos el que nos rodea a diario. Si pones la radio, la tele o cualquier otro soporte audiovisual, si abres el ordenata o la ventana de la cocina, siempre se oye lo mismo: conversaciones con los alimentos y otros placeres nutricionales como protagonistas y un léxico posesivo que indica que quien habla sabe algo de aquello.

 

   -Batimos nuestros huevos, estiramos nuestra masa y horneamos el conjunto, pero, eso sí, con mucho mimo… El mimo es el aporte culinario más utilizado desde que los guisos son elaboraciones y lo que se come, en ocasiones, es un espectáculo.

 

Otros, otras, que hoy cocina cualquiera, recurren para justificar sus emplatados a la memoria sentimental que, se supone, dota de garantías, méritos, elegancia y calidad artística y nutricional a sus platos por el simple hecho de ser recetas de su abuela que algunos, incluso, atribuyen a su bisabuela. Recetas de hace casi cien años y sin referencias gráficas, recetas que han corrido de boca en oído para ser puestas en escena por quien no oye, sólo escucha, y de la cocina sólo sabe que es eso que está en la casa y no tiene colchón.

 

En definitiva y a lo que iba. Mi abuela, cosecha de 1902, nos alimentó para llegar hasta aquí comidos pero sin tirar cohetes. Es más, cuando me casé pedí a la abuela un consejo:

 

   -Abuela, ¿cuánto tienen que estar en el horno dos paletillas de cordero lechal?

   -Veinte minutos, dijo, y se quedó tan pancha. Aunque su respuesta  despertó la risa, nunca el reproche, en esta casa se sigue cocinando con cariño y con la abuela en la memoria. Y, por supuesto, con mucho mimo. Ya saben… Batimos nuestros huevos, estiramos nuestra masa y horneamos, etc, etc, etc…

 

Una receta hecha con mucho mimo a la que he bautizado como Huevos Marcel Marceau.

 

Pues eso.

 

[Img #20415]

SOBREMESA no comparte necesariamente las opiniones vertidas o firmadas por sus colaboradores.

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.